Un hombre murió el sábado en la ciudad de Portland, en el estado de Oregon, después de que una movilización de Black Lives Matter chocara con una caravana de seguidores del presidente, Donald Trump. La Policía de Portland está investigando lo sucedido y por el momento no ha informado si hay un vínculo entre los enfrentamientos del sábado a la noche y la muerte, producto de varios disparos, que ocurrió en el mismo lugar y sólo unos minutos después de los primeros choques.
En Portland las movilizaciones se mantienen desde mayo, y ya en ese entonces Trump arremetía contra quienes se manifestaban y los demócratas que gobiernan tanto la ciudad como el estado. Este último suceso hizo que ayer el mandatario recurriera a Twitter para llamar “tonto” al alcalde, Ted Wheeler, y exigirle que convoque a la Guardia Nacional, una fuerza policial que se activa únicamente a pedido de las autoridades locales en contextos graves. A su vez, el secretario de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Chad Wolf, amenazó nuevamente con enviar agentes federales para controlar la situación, algo que sí puede ordenar el presidente. Trump ya envió agentes a Portland en junio, pese a la oposición del alcalde y la gobernadora de Oregon, Kate Brown. Los retiró semanas después, tras varias acusaciones de abusos y una investigación iniciada por la Fiscalía de Oregon.
Después de los choques del sábado Trump calificó de “grandes patriotas” a sus seguidores y aseguró que quienes protestaban eran “vergonzosos anarquistas”: “Los vemos muy claro, pero están siendo protegidos estúpidamente por la izquierda radical demócrata”, añadió. Estas declaraciones del presidente llegan después de que durante la Convención Nacional Republicana de la semana pasada, en la cual fue designado formalmente candidato para las elecciones de noviembre, se reiteraran los discursos contrarios a los movimientos contra el racismo.
Trump anuncia una visita a Wisconsin
Si bien Black Lives Matter se mantiene activo en todo el país, la semana pasada tomó fuerza en Kenosha, Wisconsin, después de que un policía blanco disparara por la espalda siete veces a Jacob Blake, un hombre de 29 años que, según la Policía, se dio vuelta para agarrar un cuchillo que tenía en su auto, una versión desmentida por su familia. Blake continúa internado y ayer se supo que está esposado a su cama pese a que, producto de las heridas, está paralizado de la cintura para abajo.
En Kenosha las movilizaciones contra el racismo también han enfrentado a grupos de supremacistas blancos que usualmente están armados y dicen reunirse para respaldar a la Policía. El martes un joven de 17 años disparó contra tres manifestantes, matando a dos de ellos, un hecho que no fue condenado ni por Trump ni por ninguno de los oradores de la Convención Nacional Republicana.
En medio de ese clima de tensión, la Casa Blanca informó que Trump visitará Kenosha el martes: “Se reunirá con las fuerzas del orden y examinará los daños de los recientes disturbios”, dijo a CNN el vocero de la Casa Blanca, Judd Deere.
El anuncio generó el rechazo de los demócratas. “No sé cómo, en vistas de tantas declaraciones que el presidente ha hecho, ahora pretende venir a ofrecer ayuda. De ninguna manera necesitamos eso en este momento”, dijo el vicegobernador de Wisconsin, Mandela Barnes.
“Al presidente sólo le importa una cosa: él mismo. Él ve esta violencia y su habilidad de azuzarla como algo útil para su campaña. No le importan las consecuencias para el país ni la pérdida de vidas”, condenó el diputado demócrata Adam Schiff.