De los nueve jueces de la Suprema Corte estadounidense, Donald Trump ya designó a dos, y se dispone a elegir a un tercero que llene la vacante que dejó en ese tribunal la muerte de Ruth Bader Ginsburg.
Todo indica que esta jueza, considerada una defensora de la igualdad de género y los derechos civiles, será reemplazada por otra que sintonice con el electorado más conservador de Trump.
Hasta la muerte de Ginsburg, la Suprema Corte estaba compuesta por cuatro jueces conservadores, cuatro progresistas y otro, John Roberts, que si bien fue designado por el Partido Republicano, en los últimos tiempos le ha dado mayoría a uno y otro grupo, según el caso. Ese balance podría perderse si Trump coloca un juez conservador como reemplazante de Ginsburg.
Los cargos en la Suprema Corte son vitalicios, y por eso muchos conservadores le reclamaban a Ginsburg que dejara el cargo. Sin embargo, la jueza se mantuvo firme y activa pese a sus 87 años y al cáncer de páncreas, que finalmente le causó la muerte. Antes de morir, Ginsburg dejó constancia de que su “deseo más ferviente” era que no se designara a otra persona en su lugar hasta que asumiera un nuevo presidente, luego de las elecciones del 3 de noviembre.
Pero Trump no está dispuesto a dejar pasar la oportunidad de elegir a un nuevo integrante del tribunal. “Creo que será el viernes o el sábado, porque queremos mostrar nuestros respetos. Parece que tendremos servicios fúnebres el jueves o el viernes, por lo que tengo entendido, y creo que deberíamos esperar a que terminen, con todo el debido respeto a la jueza Ginsburg”, dijo.
Agregó que probablemente designará a una mujer, porque eso sería “apropiado”, y reconoció que la edad es uno de los elementos que puede tener en cuenta. “Está bien elegirlas jóvenes, porque así están mucho tiempo”, dijo este lunes. Con la muerte de Ginsburg, el mayor de los integrantes de la Suprema Corte es otro de los jueces del bando progresista, Stephen Breyer, de 81 años.
La trascendencia política que tiene la Suprema Corte en Estados Unidos se debe a que sus sentencias influyen en las de los demás jueces, cuyas decisiones no pueden ir en un sentido distinto a las del máximo tribunal cuando juzgan un caso similar.
De esta forma, condiciona los fallos sobre temas en debate como la migración, el sistema de salud o el aborto.
Si el actual presidente logra colocar su candidata, seis de los nueve jueces a cargo de marcar el rumbo de la Justicia de Estados Unidos habrán sido designados por gobernantes republicanos, y tres de ellos por Trump. En un tuit dirigido al Partido Republicano, Trump afirmó: “Se nos ha puesto en una posición de poder e importancia para tomar decisiones por la gente que nos eligió con orgullo”, y agregó que por mucho tiempo la elección de los jueces de la Suprema Corte ha sido considerada la más importante. “¡Tenemos esta obligación, sin demora!”, agregó.
La designación debe ser ratificada por el Senado, en el que el Partido Republicano es mayoría, con 53 bancas frente a las 47 demócratas. En 2016, a ocho meses de las elecciones, el presidente de la cámara, Mitch McConnell, se negó a someter a votación la designación de un juez por parte del entonces presidente Barack Obama. Argumentó que no correspondía considerarla en año electoral. Pero ahora, a menos de dos meses de las elecciones, se comprometió a apoyar la votación. Dos senadoras oficialistas, Lisa Murkowski y Susan Collins, consideraron que deben aplicar el mismo criterio que en 2016 y pidieron que la designación se trate después de las elecciones. Para Trump, esa postura les causará a ambas “mucho daño” político.
El presidente anunció que tiene cinco candidatas para el puesto. No dijo los nombres, pero, de acuerdo con The New York Times, en la lista están incluidas Amy Coney Barret, de 48 años; Allison Jones Rushing, de 38, y Bárbara Lagoa, de 52 años, hija de exiliados cubanos de Miami. Según la agencia de noticias Efe, las tres comparten sus posiciones en contra del aborto y a favor del porte de armas.
Actualmente, una de las leyes que están a consideración de la Suprema Corte es la que establece el sistema de salud conocido como Obamacare, que Trump prometió reemplazar y que ha sido objeto de varias batallas legales. A esa situación y a la pandemia de covid-19 aludió Biden en un acto de campaña: “Mientras hablo, estamos sobrepasando las 200.000 muertes por este virus, decenas de millones de estadounidenses están desempleados, la atención sanitaria en este país está en juego en esta corte, y ahora, en un movimiento político abrupto, este presidente y el líder republicano [McConnell] han decidido forzar en el Senado un nombramiento vitalicio en la Suprema Corte”. Agregó: “Es lo último que necesitábamos”. A su vez, la ex candidata y ex senadora demócrata Hillary Clinton dijo que este es otro “golpe” a las instituciones estadounidenses, y agregó: “Lo que está ocurriendo en nuestro país es increíblemente peligroso”.