A la espera de que se terminen de contar las firmas y se defina una fecha para el referéndum, comenzaron las campañas por el Sí y el No que buscarán derogar y defender, respectivamente, 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC).
En los últimos días, la campaña estuvo marcada por polémicas y acusaciones de tergiversar y mentir por parte de ambas posturas. El spot de campaña que lanzó la Comisión Nacional por el Sí se enfrentó a una ola de críticas por parte de referentes del oficialismo. Algunas declaraciones de jerarcas y legisladores de gobierno defensores de la LUC también fueron consideradas reprobables por propios y extraños.
“Hasta que se consiguieron las firmas, el gobierno tuvo un comportamiento comunicacional muy propositivo, no tuvo que reaccionar a casi nada, quien parecía reaccionar de manera constante era la oposición”, analizó Victoria Gadea, politóloga y consultora en comunicación estratégica y política. Explicó que eso es “bastante poco común” y que ahora por primera vez se está viendo una “posición reactiva” del gobierno.
Comentó que durante el proceso de recolección de firmas el gobierno dio a entender que la estrategia era no hablar del tema como forma de no ponerlo en agenda y evitar que se consiguieran las adhesiones. Cuando se llegó al número, el oficialismo centró el debate “en una lógica plebiscitaria por la cual, más allá de lo que se refiere a la LUC en concreto, para muchos actores va a ser una forma de expresarse tanto a favor como en contra del gobierno”, dijo la politóloga. Del otro lado, después de la recolección de firmas el Frente Amplio (FA) se puso la campaña más al hombro. Sin embargo, Gadea recordó las diferencias iniciales dentro del partido de izquierda con respecto a si valía la pena transitar el proceso de referéndum.
Para Daniel Chasquetti, politólogo y profesor de la Universidad de la República, las dos campañas comenzaron con ritmo muy distinto. Se mostró impresionado por la capacidad de reacción de la coalición y destacó que están tomando con mucha seriedad el trabajo electoral; “veo que a diario hay reuniones y actividades, están muy proactivos”, comentó. Pero el gobierno tiene la desventaja de que la comisión por el Sí ya hizo el trabajo previo: “Juntó las firmas y para eso tuvo que salir a recorrer todo el país, los partidos de la coalición tienen que hacer el mismo recorrido en menos tiempo”, señaló.
Además, los partidos que componen la coalición de gobierno tienen que lograr cierto equilibrio entre coordinar acciones para defender la LUC y diferenciarse entre ellos, según Mauro Casa, politólogo y magíster en políticas públicas. Eso se debe a que los diferentes partidos deben apuntar a públicos muy diversos. La coalición tiene que lograr que la campaña funcione como un “rastrillo capaz de captar distintas voluntades”.
Los últimos resultados de una encuesta que hizo la consultora Radar a pedido del Partido Colorado, dieron como resultado que 20% de sus votantes votaría a favor de derogar la LUC, según informó Búsqueda. Dentro de la coalición, esta es la cifra más grande de no alineamiento de los votantes con su partido. Consultado sobre esta situación, Chasquetti contestó: “Creo que el Partido Colorado y Cabildo Abierto [CA] tienen un voto más volátil que el Frente Amplio y el Partido Nacional [PN], que tienen más capacidad de alinear a sus votantes. Ahí está una de las claves de la campaña, seguramente el Partido Nacional le va a pedir al Partido Colorado que trabaje para alinear a sus votantes”. Por ahora, consideró que aunque ha visto que Ciudadanos y Batllistas se están moviendo, no lo han hecho al mismo ritmo que el PN y CA.
Argumentos y estrategias
En lo que refiere a los principales argumentos que están apareciendo de ambas partes, los entrevistados coincidieron en que el tema de la seguridad es clave para el gobierno. Para Chasquetti, el gobierno está convencido de que las mejoras con respecto a los indicadores de seguridad se deben a la LUC, “a pesar de que no hay nada que lo demuestre”. Casa afirmó que “para el gobierno es un mensaje potente asociar la reducción de los delitos con que la LUC le dio más herramientas a la Policía para su combate, si bien en términos sociológicos y de política pública es discutible”.
Gadea añadió que el gobierno incluso “ha tratado de llevar adelante una lógica discursiva que sostiene que, de derogarse la LUC, se vería amenazada la seguridad pública”. En este sentido el ministro del Interior, Luis Heber, dijo que “si se llega a derogar 135 artículos de la LUC, vamos a sacarle protección a la Policía y vamos a liberar presos”. Otro de los argumentos que planteó el oficialismo es que todos los males que anunciaron los opositores de la LUC cuando se aprobó no sucedieron. “El argumento del gobierno es que no hubo una serie masiva de gatillo fácil, que era uno de los argumentos que había en contra de los artículos relacionados con la seguridad ciudadana. Tampoco hubo intentos de privatización en los entes públicos”, explicó Casa.
Los entrevistados también coincidieron en que las organizaciones opositoras a la LUC –el FA, la Comisión Nacional por el Sí y otras organizaciones sociales– ponen el foco narrativo en que la LUC sería la causante de una suerte de “desarme del Estado”, según definió Gadea. Chasquetti agregó que “la comisión y el Frente Amplio también apuntan a temas como los alquileres, la norma antisindical, la inclusión financiera”. Con mensajes como “la LUC no es Uruguay” se apela a sentimientos patrióticos, en el sentido de que “la LUC va en contra de las buenas prácticas democráticas del país de intentar legislar con ciertos consensos o dar ciertos debates profundamente”. “Se hace referencia a que Uruguay tiene una tradición estatista y la LUC avanza hacia lógicas privatizadoras y mercantiles”, observó Casa.
“El mensaje nacionalista y patriótico que intenta transmitir la Comisión por el Sí con el spot puede ser un intento de llegar a posibles votantes más conservadores del lado de la coalición”, señaló Casa y agregó que ve una intención de ambos lados de “ocupar la cancha del otro”. Por el lado del gobierno, se utiliza la palabra “popular” para referirse a la LUC, que generalmente está asociada a los movimientos de izquierda. En referencia a eso, Gadea planteó que la idea responde a que “el mandato popular puso al gobierno en el poder para gestionar un cambio y por eso la ley se convierte en popular”.
Otra diferencia es que las campañas dan mensajes contrapuestos en relación con el objetivo del referéndum: “Hay un juego estratégico que depende de variantes exógenas que tienen que ver con la opinión pública y las encuestas”, explicó Chasquetti. El spot publicitario de la campaña por el Sí hace énfasis en que la campaña “no es contra el gobierno”, mientras que desde el oficialismo se acusa a los opositores de “poner palos en la rueda” y “no dejar gobernar”. “El gobierno intenta nacionalizar la campaña, que la gente vote a favor o en contra del gobierno”, dijo Chasquetti y explicó que esto se debe a que el gobierno goza de buena popularidad.
A causa de esta situación, a los opositores de la LUC les conviene tener un discurso moderado, plantear que el problema es con la LUC y no con el gobierno, comentó Casa. “El encare de la campaña [por el Sí] es llevar la discusión a un plano no tan partidario. Por eso, seguramente, la campaña tenga voceros que no estén tan fuertemente identificados con el Frente Amplio o con la oposición al gobierno”.
Un comienzo agresivo
Con respecto a los movimientos iniciales de debate público, Chasquetti planteó que si bien no sabe si lo calificaría de polarización, “sí hay un uso agresivo de argumentos de los dos lados. Decir que la LUC privatiza la educación es una exageración, decir que si se derogan los 135 artículos se respalda a los delincuentes también lo es”. Manifestó que piensa que la agresividad en algún momento se va a dejar de lado porque “no se puede estar cinco meses diciendo que los otros son los mentirosos, en algún momento se va a bajar la pelota y se va a discutir más seriamente”.
Gadea observó que hay “un fuerte grado de enfrentamiento entre las partes: polarizar con el otro es una forma de ganar atención y así poder llegar a un electorado mayor”. Si bien aclaró que los enfrentamientos son naturales en cualquier proceso electoral y son parte del proceso de contraposición de propuestas y de lineamientos ideológicos, “llaman la atención el tono y el desprestigiar al otro actor” no considerándolo un “interlocutor válido”.
La politóloga considera que “esta es una primera señal que debería prendernos una alarma: los actores políticos deben reconocerse como pares y legítimos en su discurso”. Chasquetti agregó que esto puede tener como consecuencia que activistas y militantes puedan radicalizarse. “La gente que está por fuera y que tiene poca información se confunde, puede terminar aceptando argumentos que están lejos de la realidad”, agregó.
Casa señaló que “desde hace un tiempo Uruguay está en sintonía con lo que ocurre en América Latina y a nivel global, se ve un deterioro muy pronunciado en la calidad del debate público”. Tener un discurso radical “garpa más” y eso se ve en redes sociales como Twitter, porque “se consiguen más reacciones, y aunque haya a favor y en contra, en término de redes sociales eso sirve”.
También recordó, sin embargo, que “en Uruguay las campañas políticas siempre fueron un deporte de contacto. Es bastante habitual que haya fricción, roces, que te acusen de mentir y desinformar”. Dijo que espera que de conforme avance la campaña haya mayor debate y confrontaciones más limpias, porque como estrategia global a nadie le sirve radicalizarse tanto. En su opinión, “la clave está en el tercio de la población que no tiene una perspectiva muy clara, aquellos que no están ultraconvencidos”. “En ese tercio se va a disputar el referéndum. A ese grupo de gente no le vas a llegar con griterío, hay que contarle de qué se trata la ley”, afirmó.
Chasquetti fue por la misma línea y opinó que “conforme pase el tiempo los argumentos exagerados y caricaturescos van a quedar de lado y se va a discutir más en profundidad sobre algunos temas. Los discursos unilaterales y las acusaciones de mentiras no son sostenibles porque a la larga pierden todos”. A diferencia de ellos, Gadea sostuvo que “si la oposición entiende que no está llegando a las simpatías necesarias para lograr la derogación, o el gobierno siente la amenaza de que la LUC se pueda derogar, seguramente aumente el conflicto”.
En cuanto a qué se puede esperar en los meses siguientes, Chasquetti distinguió dos puntos de inflexión: la confirmación de las firmas y de la fecha del referéndum, y vaticinó “un verano muy caliente”. La campaña tendría un punto alto en diciembre, enero sería de “mantenimiento de la campaña” y febrero y marzo serían “a todo trapo”. Por su parte, Gadea puntualizó que son muchos meses de campaña y “todavía está todo muy fresco como para poder evaluar si la estrategia está cerrada. Estos primeros mensajes sirven para darle insumos al electorado de cada uno para que salga a convencer y hacer su campaña”.
Las consecuencias de los posibles resultados
Para Chasquetti, el que arriesga más en este referéndum es el gobierno. En primer lugar, porque al estar en funciones tiene un plan de gobierno que se vería truncado con una posible derogación. Pero también porque una derrota podría sembrar dudas en la coalición y “generar fisuras”. Gadea sugirió que si bien una derrota no pondría en jaque al gobierno, debería transitar la segunda parte del mandato con mayor cautela, también pensando en un futuro desempeño electoral, “que es algo que los políticos están mirando desde el día después de cualquier elección”.
Por el lado de la oposición, si se deroga la LUC “se va a ver en una posición más fortalecida y de cara a la elección nacional de 2024 va a estar en una posición más favorable”, comentó la politóloga. Chasquetti opinó que en una posible victoria del Sí el principal beneficiado es el FA porque “las expectativas de retornar al gobierno en 2024 van a aumentar. Me imagino que esos dos años van a ser parecidos a 2003 y 2004: prepararse para gobernar”.
“Los márgenes importan. Cuando se gana por poco o se pierde por poco es distinto de cuando los márgenes son muy grandes”, explicó Casa. Por lo tanto, no todas las derrotas son derrotas inapelables; hay derrotas en que se logra acumular fuerzas y un posicionamiento hacia adelante. “Si la LUC no se deroga pero el Sí obtiene un resultado elevado, supongamos, de más de 40%, puede ser leído como una victoria. Una de las cosas que se están mirando es el desempeño electoral que tuvo el Frente Amplio en la primera vuelta de las últimas elecciones nacionales contra el desempeño que tenga la campaña por la derogación”, apuntó Gadea.
“Hay una línea marcada por la votación de octubre de 2019; cualquier resultado por debajo de esa elección es una derrota grave para el Frente Amplio”, señaló Chasquetti. Gadea coincidió y afirmó que “tendría que revisar cómo hacer para volver a empatizar con ese sector de la población con el que no está pudiendo hacerlo”. A su vez, ese resultado le daría crédito al gobierno para seguir desarrollando las políticas públicas que considere.