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Luis Lacalle Pou y Jair Bolsonaro, previo a una conferencia de prensa, en el Palacio Planalto, el 3 de febrero, en Brasilia.

Foto: Sergio Lima, AFP

Lacalle, Bolsonaro y el futuro del Mercosur

7 minutos de lectura
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La visita del mandatario uruguayo a Brasilia tuvo más de pragmatismo económico que de alineación ideológica, según analistas brasileños.

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Leído por Abril Mederos
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A pesar del aspecto simbólico de que se trataba de la primera visita oficial de Luis Lacalle Pou como presidente de Uruguay, su reunión con su homólogo Jair Bolsonaro muestra más pragmatismo económico del lado uruguayo que una alineación ideológica con el presidente de derecha brasileño. En un contexto de vaciamiento del Mercosur con el distanciamiento entre Brasil y Argentina, junto con el auge económico de China en los últimos años, el gobierno uruguayo intenta avanzar en una agenda de desplazamiento de alianzas comerciales.

Por esta razón, la relajación de las reglas del Mercosur fue el tema principal discutido en la reunión informal en Brasilia el miércoles 3. El debate debe profundizarse en una cumbre con los otros dos miembros del bloque económico, que celebra su 30o aniversario en 2021. La reunión está programada para realizarse en Foz do Iguaçu.

No está claro hasta dónde llegará esta revisión de los acuerdos. “Necesitamos esperar a las negociaciones para saber si será el fin del arancel externo común (AEC), lo que sería peligroso si pensamos en las etapas de la integración económica. El Mercosur nunca ha alcanzado el nivel de mercado común, siempre se ha considerado una unión aduanera imperfecta. Si tenemos este revés, estamos hablando de convertirnos en un área de libre comercio, que se va a vaciar enormemente. Estaríamos hablando de un revés muy grande”, dijo Suhayla Khalil, doctora en Relaciones Internacionales y profesora de la Fundación Escuela de Sociología y Política de San Pablo.

En virtud de las disposiciones del AEC, todos los países del bloque deben adoptar la misma tarifa para los productos de otros países y bloques. Los acuerdos de libre comercio sólo pueden cerrarse con el consentimiento de los cuatro miembros. Las “listas de excepciones AEC”, las primeras exenciones a esta tarifa, aparecieron a principios de la década de 2000 debido a la crisis en Argentina.

Una reformulación del acuerdo sería un regreso a la fase más liberal del Mercosur. Fue el padre de Lacalle Pou, Luis Alberto Lacalle, quien firmó el Tratado de Asunción en 1991. En la década del 2000, el bloque fue reformado con el surgimiento de gobiernos de izquierda en Brasil y Argentina –con Lula da Silva y Néstor Kirchner–, que matizaron el énfasis economicista e incluyeron cuestiones políticas y de derechos humanos en el debate. Fue entonces que se crearon el Parlasul y el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur.

Los cambios con el transcurso de los años en los gobiernos de los dos principales actores del bloque, Brasil y Argentina, son el principal marcador de estas direcciones. Para la reunión del mes próximo se considera crucial la posición del presidente argentino, Alberto Fernández, quien hasta ahora ha defendido el fortalecimiento del bloque comercial. Al visitar a Bolsonaro, Lacalle Pou trata de garantizar el apoyo de otro actor crucial en esta discusión, ya que Brasil y Argentina lideraron la formación del Mercosur en 1991 y son las economías más grandes del bloque de cuatro países. El mandatario brasileño comparte con el uruguayo una agenda económica guiada por la defensa del liberalismo, la adopción de medidas de austeridad, la promoción del libre comercio y las críticas al bloque.

La expectativa en torno a la cumbre de marzo ayuda a explicar el carácter informal de la reunión en Brasilia. Los dos jefes de Estado almorzaron en el Palácio da Alvorada, la residencia oficial del presidente brasileño, y la reunión fue confirmada por el gobierno anfitrión sólo minutos antes de que comenzara. En la valoración de los diplomáticos consultados para este informe, la ausencia de protocolos diplomáticos formales redujo la atención en torno a la reunión y evitó revelar los detalles de las discusiones.

El factor China

La discusión tiene lugar en medio de una pérdida de protagonismo de la diplomacia brasileña y un revés en las relaciones comerciales regionales, combinado con el ascenso chino, que reconfigura el juego. En 2020, China fue el principal socio comercial de Brasil, destino de 67.788 millones de dólares en exportaciones. Argentina ocupa el tercer lugar, con 8.488 millones. Uruguay, con 1.761 millones de dólares, es el 28º socio comercial de Brasil.

Del lado uruguayo, en los últimos años se ha producido un cambio en relación con el desempeño económico. “En la coyuntura actual de la economía mundial y también debido al fracaso de Brasil y Argentina para construir una agenda regional común, Uruguay puede estar avanzando hacia una solución propia”, dijo a la diaria Pedro Silva Barros, investigador del Instituto de Economía Aplicada y exdirector de Asuntos Económicos de la Unión de Naciones Suramericanas.

Según el economista, “ha habido un cambio económico muy fuerte en los últimos años, que ha llevado a Uruguay a intentar reposicionar su inserción internacional”. En 2000, América del Sur era el destino de 49% de las exportaciones de Uruguay y China representaba sólo 4%. En 2010, las cifras cambian a 40% y 5%, respectivamente. En 2020, el país asiático alcanzó a 27% de las exportaciones uruguayas, frente al 25% de las exportaciones a países sudamericanos.

En la evaluación de Barros, Uruguay está más interesado en flexibilizar el Mercosur. “Las economías de los dos países que históricamente fueron los principales socios comerciales de Uruguay –Brasil y Argentina– están en crisis y la principal crisis es en el sector industrial, y el comercio del Mercosur está muy industrializado. Tenemos una integración productiva en la industria y la agricultura, y mucho más competencia”, afirmó.

En el encuentro de Brasilia también se discutieron los trabajos conjuntos que pueden impulsar la agroindustria, especialmente en el cultivo de soja. Según el ministro de Infraestructura brasileño, Tarcísio Gomes de Freitas, el foco está en la construcción de la hidrovía del Mercosur y en el segundo puente de Yaguarón, en la frontera entre el estado brasileño de Rio Grande do Sul y Uruguay.

Alineación ideológica

Las fuentes consultadas por la diaria entienden que el gesto de Lacalle Pou no debe interpretarse como ideológico. El propio presidente hizo una declaración en ese sentido al regresar del viaje: “Lo peor que puede hacer un presidente de la República que representa a un país y tiene afinidades ideológicas. Nuestro gobierno no actúa por afinidades ideológicas”, sostuvo.

De todos modos, ya antes de la conclusión de las elecciones de noviembre de 2019, el presidente brasileño de extrema derecha había expresado su apoyo al candidato del Partido Nacional, y Bolsonaro fue el primer jefe de Estado en felicitar a Lacalle Pou por su victoria en las urnas. En aquel momento, el entonces candidato buscó distanciarse. “Si yo fuera presidente de la República y hubiera elecciones en Brasil, lo último que haría sería decir quién prefiero que gane”, dijo.

Para los analistas consultados, ese fue un claro movimiento de no alineación y un cálculo político luego del impacto de los discursos de Bolsonaro en las elecciones argentinas, que tuvieron lugar un mes antes que las uruguayas. En aquel momento Bolsonaro había apoyado al candidato derrotado Mauricio Macri. “En ese momento dio declaraciones sumamente lamentables sobre la dictadura y la tortura, que no son tolerables, sobre todo si pensamos que Argentina y Uruguay tienen historias diferentes de las de Brasil en relación con el recuerdo de estos hechos. Esto conmocionó demasiado a Argentina y se interpretó como un movimiento que no favorecía a Macri; más bien, al contrario”, analizó Khalil.

En el discurso pronunciado después del almuerzo en Brasilia también fue posible observar diferencias entre los dos representantes. Lacalle Pou fue el único que usó tapabocas entre los gobernantes que hablaron con la prensa. La resistencia de Bolsonaro y sus ministros a utilizar el equipo para evitar la contaminación es uno de los símbolos de la posición negacionista brasileña frente a la pandemia de covid-19.

Brasil se ha convertido en un referente del fracaso en la conducción de la respuesta a la crisis sanitaria (ver página siguiente). El país ocupó el último lugar en una clasificación de 98 naciones en el manejo de pandemias, según un análisis del instituto Lowy. Según el estudio de la institución australiana, Uruguay se encuentra en el puesto 12 y es el país latinoamericano mejor ubicado en la lista. Sin embargo, la evaluación de Lacalle Pou sobre cómo gestionar la crisis sanitaria se ve amenazada por el aumento de los indicadores epidemiológicos y la dificultad para comprar vacunas.

Diplomacia brasileña

El acercamiento del gobierno brasileño con el presidente uruguayo es parte de un intento de establecer una agenda de encuentros internacionales en América del Sur para recuperar el prestigio de Brasil en la región. Se espera que Bolsonaro se reúna con el presidente colombiano Iván Duque Márquez, pero aún no hay fecha para la visita.

Este movimiento tiene un tono de pragmatismo en medio del cambio de mando en Estados Unidos, de Donald Trump a Joe Biden, y de las presiones que viene sufriendo Brasil por las declaraciones extremistas respecto de China. Recientemente, el gobierno se vio obligado a dar marcha atrás ante la dificultad de obtener suministros de vacunas. Aun así, no es posible hablar del fin de la postura ideológica. “Por mucho que sea un movimiento pragmático, en el sentido de que estamos hablando de una agenda económica liberal, sigue siendo un movimiento que tiene un factor que justifica este reconocimiento entre estos líderes de derecha o de extrema derecha”, señaló Khalil.

Uno de los indicadores de la adopción de esta perspectiva más pragmática es la elección de los ministros brasileños que se reunieron con Lacalle Pou. Además del canciller Ernesto Araújo, en el almuerzo de esta semana estuvieron presentes los titulares de Infraestructura, Tarcísio Gomes de Freitas, y Energía, Bento Albuquerque. Para la asunción del presidente uruguayo, en marzo de 2020, el elegido para acompañar a Bolsonaro, además de Araújo, había sido el general Augusto Heleno, de la Oficina de Seguridad Institucional y conocido por negar el golpe militar y por declaraciones autoritarias.

Para la politóloga y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro Talita Tanscheit, los últimos resultados electorales en la región ponen al presidente brasileño en una posición menos cómoda. “La marea está cambiando en América del Sur. El sur es complicado para Bolsonaro. Fue electo en 2018 y poco después se consolidó una hegemonía de derecha, una derecha radicalizada, como en el golpe de Estado en Bolivia, sumado al hecho de que Lacalle Pou se aliara con la derecha radical uruguaya. Pero este escenario cambió rápidamente. Ya no tendremos giro a la izquierda ni a la derecha. Vamos a tener un continente en disputa, y en el último período se ha vuelto a girar a la izquierda en Argentina y Bolivia”, dijo la analista a la diaria.

Khalil afirmó que en el entorno diplomático existe cierto consenso en cuanto a que la “ola rosa” ha llegado a su fin. “Puede ser que tengamos una nueva ola, pero si pensamos en el Frente Amplio en Uruguay o en los gobiernos del Partido de los Trabajadores en Brasil, de hecho tenemos un cierre. Al mismo tiempo, podemos decir que Bolsonaro y Lacalle Pou son parte de este movimiento de derecha. Sin embargo, es un movimiento complejo: no son lo mismo”, agregó.

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