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Manifestación exigiendo la renuncia del presidente paraguayo Mario Abdo Benítez, el domingo, en los alrededores de la residencia presidencial, en Asunción.

Foto: Norberto Duarte, AFP

Las protestas en Paraguay muestran que “la gente está sobrepasada, cansada”, dijo el líder opositor Leo Rubín

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Algunas de las últimas movilizaciones se concentraron en la casa del expresidente Horacio Cartes, que se opone a un juicio político al mandatario Mario Abdo Benítez.

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Leído por Andrés Alba
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“Son poco frecuentes las manifestaciones en Paraguay. Es un país muy tranquilo. Por eso los tres días seguidos de protestas que comenzaron el viernes son casi un récord”, dijo a la diaria el dirigente del Frente Guasú Leo Rubín. “Fue mucha la gente que ha salido a las calles de forma pacífica. Tengo conocidos que no suelen participar en movilizaciones, personas que ni siquiera suelen protestar en Twitter, y que esta vez salieron a la calle. La gente está sobrepasada, cansada”, explicó.

El malestar se arrastra a lo largo de un año de pandemia, con escándalos de irregularidades en las compras de medicamentos e insumos para la salud, y una crisis económica en crecimiento, explicó el dirigente. Rubín, que además es periodista, fue candidato a vicepresidente en 2018, en la fórmula que quedó en segundo lugar en votos, liderada por Efraín Alegre y surgida de una alianza entre el Frente Guasú, al que él pertenece, y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Lo que terminó de impulsar las protestas que comenzaron el viernes y continuaron el lunes fue la escasez de medicamentos y de insumos en los hospitales públicos, que se sumó a la falta de vacunas contra el coronavirus en el país. Hasta ahora Paraguay recibió sólo 4.000 dosis, un número que para Rubín es “un chiste” para una población de siete millones de habitantes, y accedió a otras 20.000 dosis donadas por Chile.

Para calmar el malestar de los manifestantes, que piden su renuncia, el presidente Mario Abdo Benítez designó a un nuevo ministro de Salud, Julio Borba, en reemplazo de Julio Mazzoleni. La salida del anterior ministro había sido reclamada por personal de la salud, en particular el gremio de los enfermeros, y por familiares de pacientes con covid-19. Las protestas de esos sectores fueron acompañadas después por una multitud.

En los últimos días las manifestaciones se concentraron en la casa del expresidente Horacio Cartes, líder de un sector del gobernante Partido Colorado que lleva sus iniciales, Honor Colorado, para exigirle que no mantenga en el poder al presidente Abdo. La crisis política actual “es una repetición de lo que ocurrió en 2019, cuando Abdo enfrentó un juicio político que fue frenado por Horacio Cartes”, explicó Rubín a la diaria. “También ahora la oposición pide juicio político, y probablemente se presente la semana que viene en el Parlamento, pero no va a contar con votos suficientes para aprobarlo: son necesarios los votos del sector de Cartes”, explicó. Diputados del PLRA anunciaron que presentarán la iniciativa en los próximos días.

Según explicó Rubín a la diaria, “lo que hace Cartes ahora es pedir la cabeza de algunos ministros”, y desde 2019, Abdo “es rehén” del expresidente y empresario. De acuerdo con su lectura, Cartes busca “desgastar lo más posible a Abdo hasta 2023 para convertirse él en salvador del Partido Colorado y presentar a un dirigente elegido por él, probablemente Santiago Peña, como candidato a presidente”. Son varios actores políticos los que vinculan a Cartes con los cambios de gabinete dispuestos por Abdo.

Cambios tardíos

“En Paraguay está instalada una práctica clientelar del Partido Colorado”, dijo Rubín. Afirmó que “hay candidatos a las elecciones municipales que reparten medicamentos”. El dirigente explicó que, en las seccionales del Partido Colorado, sobre todo en los barrios de Asunción, son las autoridades locales del partido las que “terminan repartiendo remedios, trayendo a los médicos”. El dirigente dijo que “no hay que olvidarse de que Paraguay atravesó 70 años de poder del Partido Colorado, y que hay todo un sistema de educación y salud perimido y sin presupuesto, con gestión clientelar”.

Este lunes, cuando asumió el cargo de ministro de Salud, Julio Borba dijo que conversó con Abdo y otros miembros del gabinete sobre la forma de acelerar la llegada de las vacunas, aunque aclaró que no quiere generar “falsas expectativas” al respecto y que esperará a conocer la fecha exacta en la que llegarán para hacerla pública. También manifestó que la prioridad de su cartera es que los medicamentos se distribuyan “en tiempo y forma” a los hospitales, y anunció que aumentará los controles en su comercialización para evitar que se especule con ellos.

Además del ingreso de Borba, se anunciaron otros cambios en el gobierno: el jefe del Gabinete Civil, Juan Ernesto Villamayor, será sustituido por Hernán Huttemann, que era asesor de Presidencia, y la viceministra de Economía, Carmen Marín, ocupará el cargo de Hugo Cáceres como titular de la Unidad de Gestión Presidencial. Según informó Marín, ella trabajará en temas relacionados con la salud.

Para Rubín, el punto al que llegó la crisis se debe a la falta de gestión del actual gobierno, que a su entender no hizo todo lo que debía para conseguir las vacunas, ni tampoco ejecutó buena parte de los 514 millones de dólares que el Parlamento aprobó el año pasado para atender la situación sanitaria.

Al malestar que todo esto generó se sumaron un aumento en los pasajes de transporte público, y un “desastre” en la educación. Durante 2020, casi no hubo clases, y este año, pese a que se pudo planificar con tiempo, tampoco se resolvieron las condiciones para lograr la presencialidad, dijo Rubín. “Los profesores daban clases por Whatsapp, con conexiones que se cortan”, afirmó el dirigente opositor.

Otro punto crítico fue la represión a la manifestación del viernes, que fue pacífica, y a la que la Policía respondió con balas de goma y carros lanza agua. Todo esto fue la gota que colmó el vaso, dijo Rubín, y recordó que antes de llegar a este punto, hubo un buen manejo inicial de la pandemia, con cierre de negocios a tiempo y una curva de contagios aplanada, con muy pocos casos, como en Uruguay. Pero en junio comenzaron a conocerse los primeros escándalos de corrupción vinculados con la compra de tapabocas y otros insumos, con las farmacéuticas, y también hubo un aumento de casos. “En diciembre el número subió, y en enero todavía más, con más de 5.000 paraguayos que viajaron a Brasil”, agregó.

Rubín recordó que, durante el gobierno de Fernando Lugo, que llegó a la presidencia en una alianza entre el Frente Guasú y el PLRA, en 2008, se impulsó un sistema gratuito de salud para toda la población, pero esos avances se revirtieron luego de que su presidencia terminara, en 2012. “Contar con ese sistema y descentralizar la salud hubiera sido muy bueno para hacer llegar ahora la vacuna, para que la gente no tenga que ir a los hospitales más grandes”, consideró.

Acerca de los próximos días, Rubín dijo que en un país “tranquilo”, como Paraguay, donde no es frecuente este tipo de manifestaciones, como sí lo es en Chile, por ejemplo, es posible que las protestas terminen. Aunque los manifestantes han pedido “que se vayan todos”, hay llamados de la iglesia católica y de algunos sindicatos a dialogar.

Sin embargo, estas protestas convocaron a amplios sectores de la población, afirmó. Aunque algunos representantes del gobierno han dicho que las protestas responden partidos de izquierda, a Lugo o a Efraín Alegre, y alguno incluso las ha vinculado con el gobierno venezolano, “son realmente movilizaciones sociales masivas” que no responden a un sector político sino a un malestar que se extiende en la población, afirmó Rubín.

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