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Pedro Castillo, candidato presidencial por el Partido Perú Libre, al salir de un colegio electoral en Cajamarca, Perú, el domingo.

Foto: Andina, AFP s/d de autor

El grito de las regiones: desigualdad e insatisfacción se imponen en las urnas en Perú

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Análisis de la primera vuelta electoral.

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Leído por Andrés Alba
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El fin de semana de mayor número de muertes en Perú, millones de peruanos eligieron al profesor Pedro Castillo (Perú Libre) y a Keiko Fujimori Higuchi (Fuerza Popular) como los candidatos que competirán en la segunda vuelta electoral que se celebrará el 6 de junio, según el conteo rápido de Ipsos.

Castillo ganó con amplios márgenes de porcentaje en regiones con altos indicadores de pobreza: Apurímac, Cajamarca, Huancavelica, Ayacucho, entre otras 13 regiones. Analistas señalan que durante los últimos años la democracia peruana no invirtió en servicios básicos elementales de sus ciudadanos y que los resultados que dan como ganador en primera vuelta a Castillo en la mayoría de las regiones no corresponden a un voto ideológico, sino de hartazgo.

Aunque ambas figuras son conservadoras en temas de derechos civiles y rechazan el enfoque de género en la educación pública, tienen en el centro de sus discrepancias el tema económico y la Constitución Política de 1993. Mientras que el primero ensalza en su plan de gobierno el ideario socialista, Fujimori defiende el actual modelo económico y dice que no cambiará la Constitución que surgió luego del golpe de Estado de su padre.

La repartición del voto territorialmente revela las amplias brechas en el país y la gigantesca distancia de la capital con las regiones, algo que ya se había visto en las últimas elecciones al Congreso, cuando la fragmentación del voto quedó explícita, y el Frente Popular Agrícola del Perú obtuvo una representación fundamental en el parlamento.

En este proceso electoral Pedro Castillo obtiene altos porcentajes, según el conteo rápido al 100% de Ipsos: 51,8% en Ayacucho, 50% en Apurímac, 37,8% en Cusco, 55,2% en Huancavelica, 39,1% en Cajamarca, 32,6% en Huánuco y 43,2% en Puno. Mientras, en Lima, quien gana es el candidato Rafael López Aliaga con 16,8% y Keiko Fujimori con 15,1%, quien además tiene un porcentaje superior a 20% en el norte: Tumbes y Piura.

Salvo el norte, Lima, Ica, Callao, Loreto y Ucayali, en el resto de las regiones se impone Pedro Castillo. Es decir, en 17 de las 24 regiones el líder de Perú Libre obtiene la mayor cantidad de votos y con amplios márgenes, de acuerdo con el conteo rápido al 100% de Ipsos. Por su parte, Keiko Fujimori, además de en Piura, Tumbes y Lambayeque, gana en Ucayali, donde obtiene 22%, en Loreto, Ica y Callao. Las regiones norteñas han mantenido el porcentaje de apoyo a la lideresa de Fuerza Popular, como ocurrió en las elecciones extraordinarias al Congreso del año pasado.

Pedro Castillo también se impone en tres de las cinco regiones amazónicas: Madre de Dios (37,4%), San Martín (21,4%) y Amazonas (26,4%). En las dos restantes, Loreto y Ucayali, gana Keiko Fujimori, según el conteo rápido. Incluso el líder de Perú Libre ha conquistado las regiones del sur, afectadas por conflictos mineros, que antes respaldaban la candidatura de Verónika Mendoza, de Juntos por el Perú.

En su Cajamarca natal, Pedro Castillo obtiene 39,1% de los votos, mientras que Keiko Fujimori alcanza el 12,7%. Los porcentajes altos favorecen a Castillo también en la región fronteriza de Tacna, donde consigue 34,7%, muy por encima de Yonhy Lescano (en segundo lugar), que registra 16,2%. En síntesis, el líder de Perú Libre triunfa en la primera vuelta respaldado por un gran sector de la población de regiones, actualmente invisibilizada por la agenda del gobierno.

Aunque a muchos les sorprende el ascenso de Castillo, sus votos vienen de regiones con altos indicadores de pobreza. Según la Encuesta Nacional de Hogares del 2019, en Cajamarca 38% de sus 1,3 millones de habitantes se encuentra en condición de pobreza, y 11,1% en pobreza extrema. Además, sólo 8% tiene acceso a agua clorada en sus viviendas.

La situación también es crítica en Huancavelica, donde sólo 13% de los hogares tiene acceso a agua potable en sus hogares. Aquí el nivel de pobreza alcanza el 36,9% y la pobreza extrema el 5,9% de sus 347.000 habitantes. Mientras, en Apurímac sólo 13,5% de la población de más de 405.000 habitantes tiene acceso al agua limpia y segura en sus hogares, 29,9% se encuentra en pobreza y 5,1% en pobreza extrema.

Los resultados de este proceso electoral expresan también un resultado similar al de las elecciones al Congreso del año pasado, en las que se eligió un parlamento altamente fragmentado y con una diversa gama de agendas regionales, entre las que se encuentran demandas de cambio e insatisfacción ante la ausencia de servicios básicos elementales.

Para el politólogo Mauricio Zavaleta, autor de Coaliciones de independientes: las reglas no escritas de la política electoral, los actuales resultados electorales son, en parte, una respuesta a la ausencia de canales de representación en varias regiones. Sostiene que la democracia peruana de los últimos años no invirtió en sus ciudadanos: subió sus indicadores de crecimiento en las últimas décadas, pero no se tradujo necesariamente en el cierre de brechas o en una mayor inversión pública. “La pandemia exacerbó esta situación: los servicios de salud colapsaron, las personas perdieron sus empleos y un gran número de adultos mayores sin sistemas previsionales se volvieron aún más vulnerables”, señala.

El analista sostiene que durante los últimos 20 años hemos tenido una democracia conservadora, es decir, con elecciones justas, con respeto básico a las instituciones, pero con un manejo ultraortodoxo de la economía, “que implicaba no invertir mucho en gasto público, priorizar el control del déficit fiscal y que la inflación y la deuda pública no sean altas. Desde las regiones existe la percepción de que todo se juega en Lima y que las regiones están relegadas. Son los excluidos de las ganancias que da el sistema”, dice. La crisis sanitaria generada por la covid-19 expuso aún más las desigualdades.

Herico More Muñoz, sociólogo de la Universidad Nacional de Cajamarca e investigador del Observatorio de Vigilancia Ciudadana Gobierna, también reconoce que hay un descontento generalizado en las regiones, agudizado en un contexto de pandemia y con la última crisis política generada por el “vacunagate”. Si bien el porcentaje obtenido por Pedro Castillo no es representativo, sí es una lección para la clase política. “Les recuerda que se hace política todos los días, no cada cinco años”, indica.

Para el investigador, el candidato por Perú Libre ha sabido capitalizar la base social del magisterio, que le ha permitido llegar a los electores de zonas rurales. “Desde que lideró la huelga de 2017 empezó a ganar importancia en el sector de la educación, sobre todo en zonas rurales, donde los profesores son los más escuchados por las familias. Son los docentes de esas zonas los que le han hecho propaganda familia por familia”, explicó.

Según el conteo rápido al 100% (que tiene un margen de error de +/-1%), Castillo ganó en 17 regiones del país que, a juicio de More Muñoz, ya no quieren hojas de ruta sino un cambio radical. “Las regiones que lo han elegido, que han sido la mayoría, están diciendo que quieren respuestas rápidas, de corto plazo, a sus problemas más urgentes, como la pandemia y la falta de trabajo”, señaló.

El plan de gobierno que Castillo presentó ante el Jurado Nacional de Elecciones lleva como título Perú Libre. Ideario y programa, y tiene el formato de un informe de autor. En los créditos de este documento publicado en febrero de 2020 aparece Vladimir Cerrón, líder y fundador del partido Perú Libre por el que se postula Castillo y que actualmente está condenado por el delito de negociación incompatible, señalado en el Código Penal como un delito de corrupción de funcionarios. Esta organización política, se indica en el documento, es “una organización de izquierda socialista que reafirma su corriente ideológica, política y programática... que abraza la teoría marxista”. Pero el voto detrás de Castillo no es un voto ideológico. Zavaleta sostiene que “es un voto de insatisfacción, de necesidad de cambio, de romper con el centralismo, con una forma de hacer política que ha cansado a los peruanos”. En este contexto, los temas de discusión en las siguientes semanas, durante la campaña para la segunda vuelta, pondrán al sistema, el mercado y las formas de democracia en el centro de la agenda electoral.

En extremos, pero con una agenda en común

Pedro Castillo Terrones, de 51 años, es natural de la provincia de Chota, en Cajamarca, donde perteneció a las rondas campesinas. Desde 1995 ejerce como profesor en un colegio nacional en su natural Tacabamba, y registra una maestría en psicología educativa por la Universidad César Vallejo. Su primera participación en una contienda electoral ocurrió en 2002, cuando se postuló sin éxito a la alcaldía de Anguia, en Chota, por el partido Perú Posible.

El exministro del Interior, Carlos Basombrío, ha señalado que Castillo tiene vínculos con dos facciones que han sido calificadas por las autoridades como brazos políticos del grupo terrorista Sendero Luminoso: el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales y el Comité Nacional de Reorientación y Reconstitución del Sutep.

Keiko Fujimori, que tiene 45 años, está acusada de liderar una presunta organización criminal y lavar dinero de la constructora brasileña Odebrecht. En el marco de esta investigación, el Equipo Especial Lava Jato ha solicitado 30 años de prisión contra Fujimori Higuchi, y penas similares contra otros exintegrantes de la cúpula de Fuerza Popular. Por este caso, Keiko Fujimori ingresó dos veces a la cárcel para cumplir prisión preventiva.

A pesar de estar en los extremos económicos, Pedro Castillo y Keiko Fujimori tienen puntos en común: su profundo rechazo al enfoque de género, al feminismo y a los derechos sexuales y reproductivos.

¿Qué pasará con las otras agendas también fundamentales, como la de enfoque de género y derechos civiles? Zavaleta es pesimista, dice que “las urnas han sido claras: no es un tema prioritario para la mayoría de peruanos. Ya el actual Congreso representó ese conservadurismo”.

El escenario político de los próximos años es complejo, pues hay otros temas que también podrían ser atacados desde un Congreso de mayoría conservadora: la memoria en torno a los años de violencia terrorista y conflicto armado, la reforma de la educación y el acceso a derechos sexuales y reproductivos.

Luego de conocerse su pase a la segunda vuelta, Pedro Castillo dijo desde Cajamarca: “Han tenido décadas, pero cómo está el país ahora. Llegas a Lima Metropolitana, llegas a las grandes ciudades, ves la opulencia, y no ven más allá de su nariz”. Keiko Fujimori sostuvo que invitaría a más partidos a sumarse para enfrentar a la izquierda radical.

El reto de votar en pandemia

Más allá de los resultados nacionales, la jornada electoral en las regiones se desarrolló sin graves inconvenientes, salvo las aglomeraciones en las primeras horas de la mañana y la ausencia, en varios casos, de los miembros de mesa titulares. La principal dificultad que enfrentó este proceso electoral, realizado en medio de una muy agresiva segunda ola de la covid-19, fue el ausentismo de los miembros de mesa, que originó que las mesas de sufragio se instalaran tarde, incluso pasado el mediodía, que era la hora límite.

En total, se instaló en todo el país 99,96% de las mesas de sufragio, según la Oficina Nacional de Procesos Electorales. Las mesas se implementaron en gran parte de las regiones, pero fue precisamente en los distritos de la clase media y alta de Lima donde se registró el mayor ausentismo de miembros de mesa: Miraflores, San Isidro y Surco.

La versión completa de este artículo puede leerse en el portal peruano Ojo Público (ojo-publico.com).

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