Por primera vez en 11 días el gobierno de Israel y los milicianos de Gaza iniciaron una tregua. Las dos partes concluyeron que lograron una victoria, y las delegaciones que Egipto envió para supervisar el cese del fuego llegaron el viernes a los dos territorios.
“La operación en Gaza logró su objetivo de infligir un duro golpe a Hamas”, dijo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, mientras que el líder de Hamas dijo que el pueblo palestino “se ha despertado” y consideró que este episodio implica “una victoria” que tuvo impacto en la región.
Pero esos 11 días de violencia dejaron 243 muertos en el territorio palestino y 12 en el israelí. En la franja fueron destruidos 74 edificios públicos y 1.800 viviendas, y otras 17.000 fueron dañadas.
Los relatores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Palestina, Michael Lynk, y para la libertad de expresión, Irene Khan, pidieron que la Corte Penal Internacional inicie una investigación sobre los ataques a civiles en los últimos días. Señalaron que en Gaza fueron destruidos seis hospitales, nueve clínicas y una planta de desalinización por la cual 250.000 personas podían acceder al agua potable. A su vez, Unicef informó que más de 50 escuelas sufrieron daños en ese territorio palestino, y su representante en el lugar, Lucia Elmi, confirmó que 65 niños murieron y 540 fueron heridos en 11 días de bombardeos.
El total de heridos en la franja se estima en 1.900. La Organización Mundial de la Salud manifestó que la prioridad es restaurar las estructuras básicas de Gaza y facilitar el acceso a suministros y personal médico para atender a la población.
Diplomacia y silencio
El presidente estadounidense, Joe Biden, pidió el miércoles al primer ministro israelí una desescalada inmediata en la ofensiva armada, y el jueves, cuando ya se había acordado una tregua mediada por Egipto, prometió seguir con una “diplomacia silenciosa e incansable” en este conflicto.
Esas presiones de Biden tuvieron lugar después de que su propio Partido Demócrata lo llamara a incidir para detener esta crisis. El domingo, 28 senadores habían hecho un pedido similar, de un alto el fuego “inmediato”, y uno de ellos, Bernie Sandres, llamó a Biden a reconsiderar los 4.000 millones de ayuda militar que Estados Unidos otorga a Israel para asegurarse de que no sean utilizados para “violar los derechos humanos”. El viernes la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, celebró la tregua y dijo que su país “no tiene planes” de rever esa ayuda, y que se propone en cambio “avanzar en un par de frentes”. Uno es el apoyo militar a Israel y el otro la reconstrucción de Gaza mediante las tareas de la ONU, asegurándose de “que no sea Hamas, sino el pueblo palestino, el que se beneficie de esa asistencia”.
Psaki también destacó la diferencia entre cómo se encaminó esta crisis y lo que ocurrió en otra situación similar en 2014, cuando los bombardeos se extendieron por 51 días y “se perdieron muchas más vidas”.
A su vez, el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo a la agencia Efe: “Ahora no podemos volvernos a quedar impasibles esperando el siguiente conflicto. Ahora hay que retomar la perspectiva política, hay que retomar un proceso que conduzca a una paz, porque seguridad no es lo mismo que paz”.
Borrell manifestó que Israel “puede conquistar la seguridad porque tiene mayores medios militares, pero seguridad que no conduzca a la paz será un estado permanente de guerras cada dos o tres años”. Consideró que “si no damos un horizonte de esperanza a los palestinos, si ellos no tienen una perspectiva, seguiremos embarcados en el conflicto intermitente”. Pero reconoció que dentro del bloque europeo hay diferencias sobre cómo abordar esta situación.
Pese a la tregua, en Jerusalén, en la Explanada de las Mezquitas, 15 palestinos fueron heridos por balas de gomas de la Policía israelí, que también utilizó gases lacrimógenos para terminar lo que calificó de “disturbios” causados por “alborotadores”.