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Niños palestinos vuelven a su casa, el 21 de mayo, luego de que se decretara el cese al fuego en Gaza.

Foto: Mohammed Abed, AFP

“Hay síntomas, pero la ocupación es la enfermedad”: Ofer Cassif, representante de una alianza de izquierda integrada por árabes y judíos en el parlamento israelí

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Aunque las alianzas de derecha gobiernan desde hace décadas Israel, en la Knesset, el parlamento encargado de elegir al primer ministro, también existe una izquierda que está en las antípodas de Benjamin Netanyahu. Uno de sus representantes es Ofer Cassif, un político comunista y académico judío, nacido en Israel, formado en filosofía en su país, en la Universidad de Londres y en la de Columbia. El dirigente, de 56 años, fue electo diputado por la Lista Conjunta, integrada por partidos políticos de mayoría árabe. Él pertenece a Jadash, una organización política creada en la década de 1970 como una alianza entre el Partido Comunista y grupos minoritarios de izquierda. En las últimas elecciones, la Lista Conjunta ganó seis de los 120 escaños en la Knesset, pero en otras legislaturas llegó a ocupar 15.

Cuando Cassif conversó por teléfono con la diaria, el jueves, volvía a su casa después de participar en una manifestación por la paz, en Tel Aviv. En abril, durante otra protesta pacífica en el barrio Sheij Jarrah, en Jerusalén Este, Cassif fue golpeado por la Policía. El gobierno manifestó su rechazo frente a esa agresión a un parlamentario y se abrió una investigación que todavía está en marcha. Pero, sostiene Cassif, ese ataque fue sólo un síntoma de un problema más profundo, que es la ocupación de los territorios palestinos y la existencia de leyes basadas en la segregación de la población palestina en Israel.

La situación en Sheij Jarrah, con los enfrentamientos entre palestinos y colonos judíos en ese barrio, fue un detonante de la ofensiva armada de los últimos días, que dejó decenas de muertos.

Familia palestina regresa a su hogar luego de declararse el cese al fuego, el 21 de mayo, en Gaza. Foto: Mahmud Hams, AFP

¿Qué pasó en Sheij Jarrah ese día en que usted fue agredido por la Policía?

Sheij Jarrah es un barrio que está en Jerusalén Este, la zona de Jerusalén que está bajo la ocupación de Israel. Bajo ese régimen de ocupación, los palestinos no tienen derechos, no son ciudadanos; es un régimen de apartheid. Hace 12 o 15 años, llegaron a ese barrio colonos muy derechistas, racistas, violentos, que entraron con el apoyo de la Policía y las autoridades. Ahora, en medio de ese barrio palestino hay dos o tres casas de colonos racistas, y por eso hay mucha tensión. Desde hace 12 años, casi todos los viernes hay manifestaciones en las que participan juntos palestinos y judíos izquierdistas contra los asentamientos en ese lugar. Hace unas seis semanas fui. Muchas veces voy, y normalmente las manifestaciones no son tan grandes y no hay violencia, pero ese día había unos 200 o 300 manifestantes, y si bien no había policías, porque no había razón para la presencia de policías, de golpe llegaron muchos y nos dijeron que no podíamos estar allí. Hablé con el jefe de los policías y lo que nos dijeron fueron pavadas: que no podíamos estar allí porque era una calle angosta y los autos no podían pasar. Pavadas. Hablé con él, hablamos bien, y en un minuto los policías se fueron. Cuando nos íbamos, porque ya se había terminado la manifestación, yo estaba entre los últimos, atrás, y de golpe escuché ruido como de granadas de estruendo. Fui a ver qué pasaba y a hablar con un policía, y él empezó a pegarme. Me rompió los lentes, tenía marcas en la espalda, golpes en los ojos. Fui al hospital para comprobar que no tuviera nada serio. Hay una investigación en marcha, que no sé en qué punto está. Lo que pasó conmigo es un problema, y además soy un legislador y tengo inmunidad, pero el problema de fondo es la situación violenta de la ocupación. La Policía, por muchos años, pero en particular en los dos últimos, ha aumentado el despliegue de violencia en la Jerusalén ocupada. Hay más violencia de la Policía y más instrucciones del gobierno de aumentar la violencia. Lo que me pasó a mí no es tan importante. Es un síntoma, pero la ocupación es la enfermedad. La gente tiene que saber que Israel conduce una ocupación muy violenta, racista y letal, en toda Cisjordania, en Gaza y en Jerusalén Este.

“Lo que argumentan quienes reclaman las casas de palestinos en Sheif Jarrah, en Jerusalén, es que les corresponden porque en el pasado eran de judíos, no importa de quiénes, es la raza”.

Tengo entendido que en el caso de Sheij Jarrah hay un conflicto por la amenaza de que familias palestinas sean desplazadas de sus viviendas porque existen reclamos legales de judíos que argumentan que antes les pertenecían a ellos.

En Israel hay leyes que son de apartheid, y una de ellas dice que si sos un judío y tenías una propiedad en el pasado y la perdiste por la guerra, etcétera, puedes recuperarla. Si sos un palestino y te pasó lo mismo, no tenés ese derecho. Los palestinos que viven en este barrio, Sheij Jarrah, son en su mayoría descendientes de gente que en el pasado vivió en ciudades que hoy están dentro de Israel. Y los palestinos dicen: si los judíos tenían propiedades en el pasado en Sheij Jarrah y pueden por eso recuperarlas, nosotros teníamos propiedades en otras ciudades. ¿Por qué ellos pueden y nosotros no? Es una ley de apartheid, de segregación, porque hay una ley para judíos y otra para palestinos. Otra cosa, que no es menos grave, es que los judíos que entraron en el barrio Sheij Jarrah reclaman propiedades que no son suyas. Lo que argumentan es que les corresponden porque en el pasado eran de judíos, no importa de quién, es la raza. Porque esas propiedades eran de los judíos hace 100 años, los judíos tienen derecho a vivir allí, no importa qué judíos. Es exactamente como pasó en Alemania hace 90 años, en 1933 o 1934, más o menos, cuando los nazis cambiaron la ley y había casas que eran propiedad de judíos y se las transfirieron a los alemanes. No hay diferencia. Por eso cuando el gobierno y los derechistas dicen “no es un conflicto político o nacional, es un asunto de propiedades inmuebles”, es mentira. Es un conflicto nacional, político, acerca de lo que mencionaba antes: la ley de apartheid por la que los judíos tienen derechos que los palestinos no tienen.

“Netanyahu quería, y todavía quiere, el racismo porque es como la nafta de su máquina de gobierno”.

¿Cómo se percibe esa diferencia de derechos?

Hay palestinos que viven en los territorios ocupados –Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza– que no tienen derechos para votar y no tienen ciudadanía en Israel. Hay 20% de los ciudadanos dentro de Israel que son palestinos y sí tienen derechos a votar, a ser candidatos, pero hay diferencias en leyes como la que mencionaba. La sociedad en general es muy racista, especialmente en los últimos años, por la propaganda de [el primer ministro, Benjamin] Netanyahu. Él tiene más responsabilidad por la violencia y el racismo en Israel que nadie. Él quería, y todavía quiere, el racismo porque es como la nafta de su máquina de gobierno. Es un problema.

“El nieto de Nelson Mandela visitó Palestina e Israel hace pocos años y dijo que la situación en los territorios ocupados era peor que en la Sudáfrica del régimen del apartheid”.

¿Esto tiene relación con que el Estado se haya declarado como Estado judío, hace un par de años, y con el debate sobre cómo esto afecta a la democracia?

Por un lado está la declaración de Israel como Estado judío [en su fundación], que es una declaración simbólica, que no tiene fuerza legal. Pero las partes que defienden las características judías del país se pueden sentir todos los días, y se sienten menos las que defienden las características democráticas. Lo más importante en el sistema democrático es la igualdad. Quizás no era así en la democracia de la Grecia antigua, pero en la democracia moderna el principio más importante es la igualdad. No hay igualdad en Israel. Claro que no hay igualdad social, pero tampoco hay igualdad civil. Hay grados de ciudadanos. Los judíos occidentales son la primera clase, después están los judíos orientales, después los judíos que vinieron de Etiopía, después los drusos, después los palestinos drusos, después los palestinos cristianos y después los palestinos musulmanes. No hay igualdad. Y la mayoría de las leyes que se aprobaron en los últimos años, bajo el gobierno de Netanyahu, son las peores en 73 años. Una de estas es la ley del Estado de Israel como el Estado del pueblo judío, que es una ley de apartheid, que dice que este es el país del pueblo judío y solamente del pueblo judío. Como dije antes, lo más importante es que la gente entienda lo que es la ocupación. Cinco millones de palestinos viven en los territorios ocupados sin derechos, sin ciudadanía, con mucha pobreza y casi sin comodidades, sin buenas condiciones laborales. Es una situación de apartheid. El nieto de Nelson Mandela visitó Palestina e Israel hace pocos años y dijo que la situación en los territorios ocupados era peor que en la Sudáfrica del régimen del apartheid. El nieto de Mandela lo dijo, no yo. La situación es cada día peor, y la única razón para esta guerra, que es responsabilidad de Netanyahu, es que él quería la guerra porque tenía miedo de perder el gobierno. Es la única razón para esta situación que es tan mala para los palestinos y también para los israelíes.

Si es así, ¿los milicianos de Hamas no le hacen más fáciles las cosas a Netanyahu al lanzar cohetes a Israel?

Para mí hay un pacto –que no es formal, claro que no, sino un pacto implícito– entre el gobierno de Israel y Hamas, dos fanáticos que quieren la guerra. Hamas quiere algo de la guerra porque ahora quiere más poder en la Autoridad Palestina. Igual que Netanyahu. Los dos quieren algo de las guerras. Los dos son criminales de las guerras. Los dos tiran misiles a la población civil. En Gaza hay gente que quiere vivir normalmente, hay niños, hay viejos, y no pueden vivir normalmente. Tenemos que hacer un pacto de paz y que los palestinos tengan su independencia, un país palestino en todos los territorios ocupados, y puedan vivir como un pueblo normal. No hay solución militar. No había, no la hay ni la va a haber. La única solución es por la vía de las negociaciones, con la paz y la independencia de los palestinos, con un país junto a Israel.

El artista palestino Bilal Khaled pinta un misil que no explotó, el 20 de mayo, en Gaza. Foto: Mohammed Abed, AFP

¿Qué posibilidades de expresarse tiene la izquierda en Israel? Le pregunto porque hace unos años a usted casi no lo dejan postularse a las elecciones.

Eso fue en 2019. En Israel hay una ley de 1985 que –es muy irónico– dice que aquellas listas que son racistas o están en contra del carácter judío de Israel no pueden participar en las elecciones. Es complicado de explicar. Casi siempre, antes de las elecciones, se conforma un comité de la Knesset, en el que hay delegaciones de todos los partidos y cuyos integrantes pueden decir que hay gente o listas que no pueden participar por la ley de 1985. Lo que pasó conmigo fue que la mayoría de los miembros de ese comité votaron en mi contra, pero después la Justicia se pronunció y dijo que sí. Muchas veces pasaron cosas como esas. Pero la ley de 1985 también está muy cerca del apartheid, porque si querés hablar a favor de la democracia, necesariamente hablás de la igualdad, y apoyar el carácter judío del país es como reconocer una supremacía. Claro que yo y mis compañeros en el partido estamos en contra de cualquier supremacía, sea judía, árabe o de cualquiera. Nosotros apoyamos la igualdad, y esa ley de 1985 claramente está en contra de la igualdad. Nuestras manifestaciones no son contra los judíos ni contra los palestinos, son contra la discriminación, contra el racismo. Es defender la igualdad y la justicia.

“Estados Unidos es un poder imperialista, pero dentro de los imperialistas hay también diferencias. Y hay una diferencia muy grande entre Trump y Biden”.

¿El cambio de gobierno en Estados Unidos, con el final de la presidencia de Donald Trump y la llegada de Joe Biden, marcó alguna diferencia?

Claro. Para nosotros, el Partido Comunista, Estados Unidos es identificado con el imperialismo, es un poder imperialista, y en ese sentido no hay diferencias entre Trump o Biden, Barack Obama o George Bush. Pero Biden es mucho mejor que Trump. Trump era racista, violento y también estúpido. Biden es inteligente. Y ahora parece que mañana [por el viernes] vamos a tener un cese del fuego y es por presión de Biden, de Estados Unidos. Hay una diferencia muy grande entre Trump y Biden. Estados Unidos es imperialista, pero dentro de los imperialistas también hay diferencias. Hay sectores más violentos y otros que lo son menos. Ahora los senadores más radicales, como Bernie Sanders, por ejemplo, tienen más fuerza en el Partido Demócrata y pueden tener más influencia, por eso es que Biden necesita escucharlos, y creo que por eso impulsó ese cese del fuego que vamos a tener mañana. Ojalá.

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