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Un partidario del partido islamista Ennahda resulta herido por una piedra durante una protesta frente al edificio del parlamento, ayer, en la capital, Túnez.

Foto: Fethi Belaid, AFP

El presidente de Túnez destituyó al primer ministro y suspendió la actividad del Parlamento

4 minutos de lectura
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Para la oposición se trata de un golpe de Estado en medio de la crisis política, económica y sanitaria que vive el país africano.

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Leído por Abril Mederos.
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Después de una jornada de manifestaciones masivas, el domingo, el presidente de Túnez, Kaïes Saied, anunció la destitución del primer ministro, Hichem Mechichi, y la “suspensión” de la actividad del Parlamento durante 30 días. También fue suspendida la inmunidad parlamentaria de todos los legisladores. Según el presidente, de este modo busca “recuperar la paz social y salvar al Estado y la sociedad de Túnez”. El anuncio dio lugar a nuevas protestas y a denuncias de la oposición de que en Túnez se está llevando adelante un golpe de Estado.

Las manifestaciones ya habían tenido otro momento alto en febrero, cuando miles de personas desoyeron las restricciones dispuestas en el marco del estado de emergencia y salieron a las calles, y lo mismo ocurrió el mes pasado. En Túnez el estado de emergencia no fue una respuesta a la pandemia. Se comenzó a aplicar en 2015, después de una serie de atentados yihadistas que dejaron decenas de muertos.

Cuando Saïed llegó a la presidencia, a fines de 2019, dijo que el estado de emergencia era una medida “anticonstitucional” y que se aplicaría de forma tal que se limitara sólo a las medidas antiterroristas, informó la agencia de noticias Efe. Sin embargo, dispuso varias prórrogas a ese régimen, la última de las cuales fue aprobada el viernes por seis meses más.

Según sus críticos, los poderes excepcionales que tienen las fuerzas de seguridad bajo ese régimen no se dirigieron sólo a políticas contra el terrorismo sino también a impedir manifestaciones y medidas sindicales, y dieron lugar también a otros abusos, desde registros domiciliarios injustificados hasta vigilancia y control de medios de comunicación.

Las manifestaciones del domingo expresaban el malestar por el modo en que el gobierno manejó la crisis económica y sanitaria. Hasta el fin de semana en Túnez, un país de unos 12 millones de habitantes, se habían registrado 558.000 casos positivos de covid-19 y más de 18.000 muertes por esta causa, cifras que en las últimas semanas lo ubicaron en los primeros lugares de muertes por coronavirus en el mundo. Debido a la profunda crisis económica, el país norafricano recurrió a donaciones internacionales para llevar adelante una campaña de vacunación.

A una década de la primavera

Durante meses se ha arrastrado una tensión política entre el presidente Saïed, el primer ministro Mechichi, ahora destituido, y el presidente del Parlamento, Rachid Ghannouchi, del partido islamista moderado Ennhada, el más votado en Túnez y que ha sido aliado del gobierno. “Esto es un golpe contra la democracia tunecina y su Constitución. Túnez es la única historia de éxito de la primavera árabe y esta historia no termina aquí”, manifestó Ennhada en un comunicado. También difundió un video para mostrar que el Ejército impidió a varios legisladores, entre ellos a Ghannouchi, acceder al Parlamento.

El presidente del Parlamento se refería a que Túnez, el país que inició la llamada Primavera Árabe, fue el que más ha avanzado hacia una transición democrática entre los que protagonizaron esas revueltas. A fines de diciembre de 2010 los tunecinos se levantaron contra el gobierno de Zine el Abidine ben Ali, que llevaba 20 años en el poder. En 2011 fue seguido por países vecinos que enfrentaban una situación política similar y que hicieron caer a varios gobernantes autoritarios, aunque no siempre lograron avanzar hacia una democracia.

En Túnez aquellas revueltas, que terminaron con más de 300 muertos, dieron paso a su transición democrática, que empezó ese mismo año, después de la caída de Ben Ali. En octubre de 2011 hubo elecciones, en las que Ennahda fue el partido más votado y obtuvo 90 de los 217 escaños del Parlamento, y se comenzó a elaborar una nueva constitución. Desde entonces se sucedieron cerca de una decena de gobernantes.

Nuevas protestas

Este lunes, cerca de la sede del Poder Legislativo, seguidores de Saïed salieron a manifestarle su apoyo, a celebrar que el presidente tome el control e impidieron que simpatizantes de Ennahda se acercaran a Ghannouchi, que estaba en un auto estacionado cerca de allí, informó AFP. Partidarios del presidente y del primer ministro se enfrentaron y se lanzaron piedras en áreas cercanas a la sede del Legislativo.

Por su parte, la oposición reclama que el Parlamento vuelva a sesionar y que destituya al presidente. “¡Queremos entrar al Parlamento!”, pedía la vicepresidenta de Diputados, Samira Chaowachi, del partido Qalb Tounes, uno de los varios que han apoyado al presidente, pero que se oponen a sus últimas decisiones.

Hasta este lunes las medidas aplicadas por el gobierno incluían despliegue militar frente al edificio del Poder Legislativo y el cierre del espacio aéreo y de las fronteras marítimas. Además, el presidente destituyó a los ministros de Defensa y de Justicia, según informó en un comunicado.

También este lunes la cadena de noticias qatarí Al Jazeera denunció en su cuenta de Twitter que su sede en Túnez fue allanada por funcionarios vestidos de civil, sin autorización judicial. Informó que estos funcionarios hicieron salir a los trabajadores, los obligaron a apagar los teléfonos y computadoras, y confiscaron las llaves del lugar. “Condenamos el asalto de la oficina de Al Jazeera en Túnez y la implicación de los medios de comunicación en los conflictos políticos”, manifestó la cadena panárabe.

Uno de los focos de tensión entre Ghannouchi y Saïed fue la decisión del Parlamento de aprobar una remodelación del Poder Ejecutivo, a la que el presidente se opone. El presidente argumenta que no fue consultado y que no están claros los intereses de algunos parlamentarios en estas modificaciones. Saïed manifestó que las decisiones que tomó se enmarcan en un artículo de la Constitución que le otorga al presidente la posibilidad de tomar medidas “excepcionales” ante un “peligro inminente”.

Mechichi, por su parte, seguía este lunes al frente del gobierno, pese a su destitución, y tenía previsto convocar pronto a un consejo de ministros, informó un consejero político de Ennahda, Riadh Chaïbi.

La Organización de las Naciones Unidas llamó este lunes a “todas las partes a ejercer moderación, evitar la violencia y asegurar que la situación se mantenga en calma”. Su portavoz para la región, Farhan Haq, dijo que “todas las disputas y desacuerdos deben resolverse con el diálogo”.

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