Kabul, la capital de Afganistán, podría quedar aislada del resto del país en aproximadamente un mes, y en tres los talibanes harían caer al gobierno, expresaron funcionarios de la inteligencia estadounidense a medios de su país. “Pero esta no es una conclusión inevitable”, dijo un funcionario que pidió no ser identificado a la agencia de noticias Reuters, quien agregó que las fuerzas de seguridad afganas podrían revertir la situación si organizan mejor la resistencia contra los insurgentes.
Mientras se hacen conjeturas, el avance de la organización fundamentalista islámica en el terreno no se detiene. Este miércoles ya controlaba o estaba cerca de quedarse con el dominio de 11 de las 34 capitales provinciales del país, entre ellas la ciudad de Kandahar, considerada una de las más importantes de la nación asiática.
Fuentes de la Unión Europea informaron que aproximadamente 65% del territorio afgano está bajo administración de los talibanes, que ahora, antes de lanzar su ofensiva sobre Kabul, están apuntando en el frente del norte a la conquista de Mazari Sharif, la capital de la provincia de Balj, uno de los polos comerciales más importantes del país. Precisamente esta ciudad recibió este miércoles la visita del presidente afgano, Ashraf Ghani, quien se reunió con autoridades locales y con militares para coordinar acciones de defensa.
La situación en Mazari Sharif es grave. Prueba de ello es que este miércoles el gobierno de India anunció que ordenó la evacuación de su personal consular en esa ciudad, de acuerdo a lo que informó el diario inglés The Guardian. Lo mismo están haciendo otras delegaciones diplomáticas, que discretamente también empiezan a organizar sus eventuales retiradas del país ante la posibilidad de que los talibanes vuelvan al poder después de haberlo detentado entre 1996 y 2001.
“No me sorprende que los talibanes estén ejerciendo mucha presión sobre las fuerzas afganas, especialmente tras nuestra partida, y también sobre la mayoría de las fuerzas de la coalición. Lo que me sorprende es lo rápido que se están moviendo”, dijo al medio británico el general retirado Joseph Votel, excomandante del Comando Central estadounidense.
En medio de la debacle militar, el presidente Ghani removió en las últimas horas al jefe de las Fuerzas Armadas, Wali Ahmadzai, quien fue sustituido en el cargo por Hibatulá Alizai.
Si bien, al igual que Votel, manifestó sorpresa por la rapidez con que están avanzando los talibanes, el martes el presidente estadounidense, Joe Biden, expresó que no se arrepentía de su decisión de sacar a las tropas norteamericanas del país asiático e instó a los dirigentes afganos a “aunar esfuerzos” y a “luchar por su nación”. El mandatario demócrata afirmó durante una conferencia de prensa que Afganistán “debe defenderse por sus propios medios”, luego de recordar que Estados Unidos gastó más de 1.000 millones de dólares desde que invadió el país en 2001 y que “miles” de ciudadanos estadounidenses murieron o resultaron heridos en los combates en territorio afgano.
El avance de los talibanes está generando una migración de población hacia Kabul, donde están llegando diariamente familias que huyen de las zonas de combate. Se estima que son aproximadamente 400.000 las personas que se vieron desplazadas de sus hogares a raíz del enfrentamiento interno en el país. Los campos de refugiados siguen proliferando en la capital y desde el gobierno se pidió solidaridad por la situación a naciones extranjeras, en particular a las que integran la Unión Europea.
En este sentido, los gobiernos de Alemania y Países Bajos anunciaron este miércoles mediante comunicados de sus respectivas cancillerías que detendrán por un tiempo las expulsiones de inmigrantes afganos cuyas demandas de asilo fueron rechazadas, ya que no están dadas las condiciones mínimas de seguridad para que estas personas puedan retornar a su país. El anuncio resultó en cierta medida sorpresivo, porque hace apenas una semana Alemania y Países Bajos, además de Bélgica, Austria, Dinamarca y Grecia, le solicitaron a la Comisión Europea que se mantuvieran las expulsiones de inmigrantes afganos, a pesar de los pedidos del gobierno de Ghani para detenerlas. Se estima que desde 2015 aproximadamente 570.000 afganos solicitaron asilo en varios países del bloque comunitario.