En 2020 las imágenes filmadas con drones de fosas comunes en Manaos recorrieron el mundo. La pandemia hizo colapsar dos veces el sistema de salud en esa ciudad situada en medio de la selva amazónica, donde nace el río más caudaloso del planeta. Manaos fue dos veces “epicentro” mundial de la covid-19. Experimentó dos oleadas de crecimiento exponencial a principios y finales de 2020. En febrero de 2021, debido a la falta de tanques de oxígeno, un centenar de pacientes infectados de coronavirus morían cada día de asfixia en esta ciudad de clima húmedo y caliente, capital del estado de Amazonas, que con 90% de su superficie cubierto de selva es el más extenso y el segundo menos poblado del país. Más de 13.600 personas murieron en este estado de 3,9 millones de habitantes desde inicios de la pandemia.
Gracias a una intensa campaña de vacunación, la situación se había calmado cuando aterrizamos en Manaos en agosto de 2021. En un barrio privado y amurallado, en una casa con jardín custodiada por media docena de agentes de seguridad, nos recibe un hombre que está hoy en la mira de todo Brasil. El senador Omar José Abdel Aziz, del partido Partido Social Democrático (PSD), quien fue gobernador del estado de Amazonas de 2010 a 2014, preside la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre la responsabilidad del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en la desastrosa gestión de la pandemia y la pérdida de más de medio millón de vidas.
¿Como ha vivido usted esta pandemia a nivel personal y cómo la está viviendo desde que preside la CPI?
Perdí muchos amigos y perdí a un hermano diez años mayor que yo. Fue algo muy rápido: en cinco días murió. Si Bolsonaro hubiese comprado la vacuna en el momento justo, tal vez estaría vivo hoy. Otros gobernantes cuando se equivocaron pidieron disculpas, como lo hizo el primer ministro británico. Pero Bolsonaro no hace autocrítica, no aprende, sigue con el mismo discurso de principios de 2020. Según una investigación de la Universidad de Rio Grande do Sul, podríamos haber salvado la vida de 200.000 personas si hubiésemos comprado la vacuna a tiempo y si el presidente no se hubiera dedicado a hacer propaganda falsa, mediante fake news, a favor del uso de fármacos que no servían para nada. Fueron muchos los crímenes que cometió y va a pagar por ellos. No queremos venganza, vamos a hacer justicia, y la mayor justicia para el pueblo es el suministro de dos vacunas a cada brasileño. Aquellos que contribuyeron al desastre, que obstaculizaron la vacunación, que prevaricaron, serán castigados, primero por la ley de los hombres, después por la ley de Dios.
“La covid entró a Manaos por la población de mayor nivel adquisitivo. Algunos brasileños que fueron de vacaciones a Miami, que nos queda más cerca que San Pablo, la trajeron a su regreso”.
¿Cuáles son las causas, según su opinión, de que precisamente Manaos, una ciudad aislada de 2,2 millones de habitantes, a la que sólo se llega por vía aérea o fluvial, porque carece de accesos terrestres, se convirtiera dos veces en epicentro mundial de la pandemia?
La covid impactó aquí más que en otros lados por culpa de un gobierno que no hizo ninguna barrera sanitaria. El virus llegó en enero y febrero de 2020 de Estados Unidos. Estamos a unas cuatro horas y media de distancia de Miami, nos queda más cerca que San Pablo. Manaos tiene alta frecuencia de vuelos internacionales por causa de nuestra enorme zona franca, en la que se destacan una industria electrónica muy fuerte y otros ramos industriales. Desde Manaos se exporta a todo Brasil, el producto interno bruto nuestro es uno de los más altos de Brasil y es mayor que el de Uruguay. Gracias a la industria y a un sector de comercio muy amplio, podemos mantener “la selva en pie”. Es una ciudad de contrastes, con estratos de población de poder adquisitivo muy alto y otros de poder adquisitivo muy bajo. La covid entró por la población de mayor nivel adquisitivo. Algunos brasileños que fueron de vacaciones a Miami lo trajeron a su regreso. Los primeros pacientes se trataron en hospitales particulares. Como era una enfermedad que nadie conocía y nadie pensaba que llegaría a ser muy grave, se propagó con rapidez. No era fácil escapar. Manaos es una urbe aislada en medio de la selva. Al no tener accesos terrestres, el transporte regional es básicamente fluvial y se aglomera mucha gente en las embarcaciones. Además, en Amazonas carecemos de una buena estructura para cuidados intensivos, no disponemos de suficientes médicos ni de enfermeros intensivistas. Así llegó la primera ola. En enero de 2020 se produjo un colapso del sistema sanitario y en 2021 fue peor. Con la aparición de la variante P1 llegaron a morir en Manaos más de 200 personas por día.
“La falta de oxígeno no fue por la corrupción. Fue por razones ideológicas que no quisieron pedir a Venezuela que nos enviara oxígeno en un convoy”.
¿La falta de respiradores que provocó una gran cantidad de muertes por asfixias a principios de 2021 está vinculada a prácticas de corrupción?
La falta de oxígeno no fue por la corrupción. Fue por razones ideológicas que no quisieron pedir a Venezuela que nos enviara oxígeno en un convoy. Las razones ideológicas prevalecieron en esta pandemia en Brasil: había fondos suficientes para comprar oxígeno, pero Bolsonaro no tenía dónde comprar. Con su negacionismo extremo, acorde a las ideas de [Donald] Trump, este gobierno pensó antes en la economía que en la vida, pero la economía se recupera, mientras que las vidas perdidas no. Por todo esto tenemos ahora una comisión parlamentaria investigando a un presidente que no hizo lo que tenía que hacer y fomentó tratamientos ineficaces, mandó a la gente a contaminarse y apostó sin ninguna base científica por la inmunización de rebaño. Propagó que los fuertes se salvarían y los más débiles perecerían. Eso es propaganda nazi. Es un gobierno de extrema derecha. El otro día Jair Bolsonaro se sacó fotos sonriendo con una diputada neonazi. ¡Recibe a una neonazi! No hay nada peor en su especie; esa foto simboliza la forma en que gobierna Brasil, escuchando a grupos de personas que no entienden nada. Bolsonaro es agresivo y mentalmente pequeño. Nunca se mostró solidario, nunca lamentó las 550.000 muertes en Brasil. Imagine, esta cantidad sería la de la población de ciudades enteras. Por irresponsabilidad del gobierno federal, por no creer en la ciencia, por ser negacionista, por recetar tratamientos científicamente no avalados. Nosotros tendríamos 50% de población vacunada si hubiésemos aceptado los 200 millones de vacunas que nos ofrecía el consorcio Covax Facilities. En diciembre hubiéramos adquirido 70 millones de Pfizer y 60 millones de Coronavac. ¿Sabe lo que hizo Brasil? Sólo adquirió 10% de la vacuna.
¿Hay posibilidades de un impeachment contra Bolsonaro? ¿Conducirá la CPI a una sentencia antes de las próximas elecciones presidenciales?
Creo que el presidente tendrá que responder a varios procesos judiciales que conducirán en algún momento a una condena, pero no creo que se llegue a un impeachment porque en este tipo de proceso de destitución no es una cuestión sólo jurídica sino política, y con la actual composición la Cámara de Diputados difícilmente lo aprobaría.
“El presidente tuvo conocimiento de irregularidades y no tomó las medidas necesarias para impedirlas”.
Entonces, ¿cuándo calcula que finalizará el trabajo de la CPI y cuáles serán las consecuencias del informe final?
Creo que a fines de setiembre tendremos el informe pronto. Llevaremos la causa a todas las instancias competentes en Brasil y en el exterior, algunas personas tendrán que comparecer por crímenes internacionales ante los tribunales de La Haya y Roma. En el relatorio final se confirmará que omitieron recursos y fueron incompetentes, y se les acusará de crimen contra la vida y crimen sanitario. El crimen contra la vida fue la prescripción de medicamentos sin ninguna comprobación científica, como cloroquina, ivermectina y otros fármacos. La Organización Mundial de la Salud dijo que esa medicación no valía nada y Bolsonaro no hizo caso. ¿Y quién ganó dinero con eso? Hubo laboratorios brasileños que lucraron mucho, que pagaron a asociaciones de médicos para dar publicidad a la ivermentina y cloroquina en numerosas páginas de grandes periódicos. Aquí en Amazonas se usa contra la malaria mucha cloroquina, que tiene base de quinina. Pero sus efectos secundarios son nocivos para el hígado. Hasta hubo médicos que recetaron a sus pacientes aspirar cloroquina. Es un crimen contra la vida. Se instó a la población a confiar en algo que no existe, en remedios que en lugar de hacer bien hacen mal, que no iban a salvar vidas. Lo que salva vidas es el distanciamiento, el aislamiento. Pero el presidente de la República incentivaba a las personas a infectarse. Se mostraba sin tapabocas; recordemos que delante de las cámaras alzó de forma demostrativa a un niño en brazos y le sacó el tapabocas. El crimen sanitario lo detectamos en su insistencia a favor de la inmunización de rebaño. También hemos constatado el delito de prevaricación: el presidente tuvo conocimiento de irregularidades y no tomó las medidas necesarias para impedirlas. Fueron el diputado Luis Carlos Miranda y un hermano suyo, funcionario del Ministerio de Salud, quienes llevaron la denuncia de irregularidades al presidente. Pero Bolsonaro no tomó ninguna medida al enterarse de una operación de 300 millones de dólares vinculada a la compra de la vacuna de fabricación india, Covaxin, que no tenía ningún registro en Brasil. Se desistió de comprar la Pfizer y Coronavac para dar prioridad a la adquisición de esa vacuna mucho peor, que cuesta 15 dólares. Cuando un presidente, un gobernante o un funcionario de servicio público es advertido acerca de irregularidades de este tipo, está obligado a reaccionar. Si no lo hace está prevaricando, está dejando de hacer lo que la ley ordena. Y ante el delito de prevaricación no hay inmunidad parlamentaria.
¿Por qué prolongó la CPI su labor por tres meses más de lo previsto?
Porque hicimos muchos nuevos descubrimientos y surgieron otros siete frentes de investigación que tenemos abiertos. Tres asuntos ya los tenemos cerrados, hemos comprobado que existe crimen sanitario y crimen contra la vida. Y delito de prevaricación. Estamos ahora profundizando en otros asuntos, como la implicación del presidente en la publicación de fake news, en las causas de la falta de recursos en hospitales y en otras irregularidades que afectan a planes de compra de vacunas por parte del Ministerio de Salud. Una de las presuntas involucradas en pagos de coimas es la empresa de logística VTGlog.
Algunos grupos defensores de la población indígena acusan a Bolsonaro de genocidio. ¿La CPI observa este tema también?
Genocidio no hubo. Lo podemos constatar viviendo en el Estado con mayor población indígena de Brasil. La gran mayoría de las tribus viven aisladas, por eso no murieron. Además, el programa de inmunización mediante vacunas dio prioridad a la vacunación de indígenas.
¿Cómo se explica que bajo un gobierno como el de Bolsonaro, que muestra actitudes cínicas ante la población originaria, haya dado prioridad a la inmunización de las poblaciones indígenas?
Algo había que hacer porque tenían miedo de ser acusados de genocidio. Muchas etnias tienen menos de 1.000 integrantes, las hay de no más de 300 o 400 personas. Si los alcanza, el virus puede llegar a matar en un día a una tribu y en otro día a otra. El resultado sería la aniquilación de culturas y etnias, lo que se caracterizaría como genocidio, algo que ellos [el gobierno de Bolsonaro] saben muy bien. Y una cosa es que muera un blanco o un negro. El indígena es diferente. Tenemos muchos problemas internacionales por esta causa, lo mismo que en la cuestión ambiental.
“A aquel a quien se idolatra no se le ven defectos. Comete un crimen ante tus ojos y no ves sus defectos. [Jair] Bolsonaro es un criminal que tiene algunos que lo idolatran”.
Usted, que votó a favor del impeachment, de la destitución de la expresidenta Dilma Rousseff, ¿se considera de centro?
Tengo principios de izquierdas, fui comunista, luché contra la dictadura, el otro día insultaron a mi hija diciéndole que soy un subversivo. Soy de la opinión de que no hay nada mejor que la democracia: ninguna dictadura es buena, ni de derecha ni de izquierda. Lo peor del mundo es idolatrar a alguien. A aquel a quien se idolatra no se le ven defectos. Comete un crimen ante tus ojos y no ves sus defectos. Bolsonaro es un criminal que tiene algunos que lo idolatran. Lo sigue hoy de 20% a 25% del electorado, la derecha. No olvidemos que también fue votado en las elecciones por el “antipetismo” o “antilulismo” –los que dieron su voto a Bolsonaro sólo por rechazo al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y al Partido de los Trabajadores–, pero ahora nos encontramos en otro momento político. El centro ya no está con Bolsonaro, lo ha perdido. Pero no quiero entrar ahora en polémicas partidistas ni en ecuaciones electorales. No es el momento. La prioridad ahora es concluir la investigación.
Julieta Rudich, desde Brasil.