En su primera aparición pública después de que en la noche del martes en el Congreso no prosperara la PEC (propuesta de enmienda a la Constitución) que pretendía reimplantar el voto impreso en el país, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no cambió su discurso. Durante un encuentro con simpatizantes en el acceso al Palacio de la Alvorada, nuevamente cuestionó la cristalinidad de las elecciones.
Al igual que lo ha hecho en ocasiones anteriores, el mandatario ultraderechista de 65 años dijo que no aceptará el resultado de los comicios que se llevarán a cabo en octubre del año que viene. “Nosotros no podemos dejar que media docena de funcionarios en una sala oscura cuenten los votos y decidan el resultado de las elecciones”, expresó.
De acuerdo a lo que informó O Globo, el mandatario les comentó a sus seguidores que la mitad del Parlamento votó en favor del voto impreso y que muchos de los 218 que votaron en contra y los 65 que no acudieron a la votación actuaron de esa forma porque fueron chantajeados. “En números redondos, 450 diputados votaron ayer y la votación fue dividida: 229 a favor y 219 en contra. Entonces la señal es que la mitad no cree al 100% en la cristalinidad del Tribunal Supremo Electoral, no cree que el resultado final sea confiable. Además, de esa mitad que votó en contra hay que sacar al Partido de los Trabajadores, al Partido Comunista de Brasil y al Partido Socialismo y Libertad, porque para ellos está bien el voto electrónico”, dijo Bolsonaro.
En realidad, la iniciativa del mandatario, que fue presentada por la diputada Bia Kicis, del derechista Partido Social Liberal, quedó bastante lejos de ser aprobada en el Congreso. Al tratarse de una PEC, la propuesta debía contar con el apoyo de 60% de los legisladores, 308, pero únicamente obtuvo 229 adhesiones, por lo que fue archivada. Por otra parte, Bolsonaro con su prédica rompió un compromiso que había asumido con el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, del partido derechista Demócratas, a quien le había asegurado que aceptaría los resultados en caso de que su propuesta no tuviera éxito en el Parlamento.
Además, informó el portal Carta Capital, Bolsonaro volvió a hacer acusaciones sin prueba alguna al mencionar un informe de la Policía Federal sobre una posible intervención en las elecciones de 2018 y asegurar que el TSE sabía del tema pero no hizo nada al respecto. El mandatario brasileño dijo también que un hacker contratado por el Partido de los Trabajadores habría desviado 12 millones de votos para el candidato de dicho sector, Fernando Haddad.