Con disparos al aire, los talibanes celebraron la partida de las tropas estadounidenses de Afganistán y su toma de control de buena parte del país. Sólo una de las 34 provincias, Panjshir, en el norte, todavía no se encuentra bajo su poder.
En Kabul, la capital del país, los festejos duraron cerca de una hora durante la madrugada, después de la partida de los últimos militares estadounidenses del aeropuerto. En ese lugar, los talibanes declararon la “completa independencia” del país.
Zabihullah Mujahid, que ha actuado como portavoz de la organización fundamentalista islámica, felicitó a los combatientes en una conferencia de prensa. “Es por sus sacrificios [...] que hoy hemos logrado la independencia”, dijo. “Esperamos que Afganistán nunca vuelva a ser ocupado y siga siendo independiente, próspero y el hogar de los afganos bajo un sistema islámico”, afirmó Mujahid.
En esta nueva etapa, los talibanes manifestaron su voluntad de mantener vínculos con otros estados. “Le prometemos al mundo y a los países vecinos que el suelo de Afganistán no será utilizado en su contra”. Este punto fue el principal en el acuerdo que los talibanes establecieron con Estados Unidos en 2020, cuando se acordó la retirada de las tropas. A cambio, se comprometieron a que no permitirían que en su territorio se organicen ataques contra Washington y sus aliados.
“El mundo debe reconocer al gobierno afgano y cooperar con su reconstrucción y sus inversiones”, dijo Ahmadullah Wasiq, miembro de la comisión cultural del Talibán, según citó el sitio web informativo afgano Tolo News. Ese medio recordó que durante la ocupación, 36 países abrieron embajadas en Afganistán, y que se pusieron en marcha 71 sedes diplomáticas y consulados afganos en el extranjero. Pero luego, con el avance de los talibanes, la mayoría de los países suspendieron sus misiones diplomáticas.
Por eso, Maulvi Shahabuddin Delawar, uno de los dirigentes políticos talibanes en Catar, agradeció a los países que mantuvieron abiertas sus embajadas. Lo hizo en un encuentro organizado en Kabul para celebrar que las tropas extranjeras dejaron el país, informó el medio afgano Pajhwok. “Agradecemos a los países que no cerraron sus embajadas en Kabul, y urge que otros estados también abran sus embajadas”, manifestó Delawar.
Por su parte, Mujahid afirmó que Afganistán todavía necesita alcanzar su “independencia económica”, y para eso se requiere la “unidad nacional”, el apoyo de todos los profesionales del país, y también el respaldo externo. “Cierto número de países me contactó y me transmitió su interés en invertir en Afganistán”, dijo el vocero, que invitó a afganos y a extranjeros a hacer inversiones en su país, del que dijo que ahora “será estable y seguro”.
Para Afganistán, la ayuda externa representa 40% de su PIB, señaló AFP, y el reconocimiento internacional supone desbloquear fondos que le permitan al país pagar a los empleados estatales y mantener en funcionamiento el suministro de agua, energía y comunicaciones.
Ataques en Panjshir
Para la región en la que los talibanes todavía no lograron tomar el poder, Panjshir, este martes fue un día de violencia. Los talibanes lanzaron ataques que fueron respondidos por el Frente Nacional de Resistencia de Panjshir, que tomó a varios milicianos como prisioneros, según un comunicado emitido por el portavoz de esta organización, Fahim Dashti. Por su parte, los ahora gobernantes afirman que cuentan con las fuerzas necesarias para derrotar a ese frente, pero que planean insistir en un intento de dialogar.
En Panjshir permanece el vicepresidente afgano derrocado, Amrullah Saleh, y el territorio está controlado por Ahmad Massoud, hijo de un líder regional histórico, Ahmad Shah Massoud, conocido por haber enfrentado al ejército soviético y a los talibanes. Además de negociar, los talibanes también han hablado de incorporar a Massoud a su gobierno, que ha calificado como “inclusivo”.
En distintas zonas del país, medios internacionales recogen testimonios de ciudadanos que manifiestan su temor a que el nuevo régimen persiga y castigue a quienes no se comporten de acuerdo con las reglas de los gobernantes. Entre ellos, aparecen los de mujeres que perdieron su trabajo y pasaron a cubrirse con el velo integral islámico, la burka, un símbolo del anterior gobierno talibán, que se extendió de 1996 a 2001.