Danilo Astori murió como vivió. Políticos cercanos a su figura, familiares, amigos, adversarios e incluso detractores destacaron un punto en común: el exministro de Economía, líder indiscutido de Asamblea Uruguay y figura omnipresente de la política local, priorizó siempre la unidad y la noción de lo que concebía como lo mejor para el país y los uruguayos en su conjunto. De esa forma construyó en política, dijeron a la diaria los principales referentes de su sector. Y de esa forma murió: por un día, aun en tiempos de polarización y fragmentación, de crisis política y en la previa del año electoral, la muerte de Astori le dio a Uruguay un día de unidad; son escasas las muertes que convocan e interpelan a todos.
Consultados por su legado, sus compañeros de Asamblea Uruguay, el senador José Carlos Mahía y el director por la oposición en la Corporación Nacional para el Desarrollo, Alfredo Asti, pero también sus compañeros de Convocatoria Seregnista, el senador Mario Bergara y la senadora Liliam Kechichian, no dudaron en ponderar ante todo ese símbolo de unidad. Astori, dicen, priorizó al país, luego al Frente Amplio (FA) y, recién después, a su sector, a las personas que estaban en ese espacio.
Cómo definir el astorismo y su legado es una pregunta pertinente ante la ausencia. Si el apotegma que la política ha tomado de la física es cierto, y todo vacío tiende a ser llenado, la pregunta por el astorismo es también la pregunta por las figuras que llevarán adelante su legado.
Aún conmovido y con la sensación de haber sido “un privilegiado” durante estos años compartidos hasta hace 15 días nomás, Mahía dijo a la diaria que deben “continuar el camino de las ideas y la acción política” que les ha sido legado. “No imagino alguien que intente imitar, porque en política no es así. Son las corrientes ideológicas las que se expresan a través de liderazgos. No vamos a pretender sustituir a Danilo con un nuevo Danilo. Debemos trabajar en interpretar toda una parte de la izquierda y la sociedad que tiene una concepción. Así como Danilo no imitó al general Seregni, sino que siguió sus lineamientos. Será por ahí que la gente irá encontrando nuevos liderazgos”, añadió.
Ese legado que menciona, y con el que coinciden los demás consultados, es el de la renovación de la izquierda. “Astorismo significa honestidad intelectual, coraje, valores. Y sobre todo un legado de modernización de la izquierda y de la necesidad permanente de mirar la realidad”, señaló el senador Mario Bergara, que recibió el espaldarazo de Astori hasta hace pocas semanas como el precandidato presidencial de Convocatoria Seregnista.
Y consultado sobre el futuro, agregó: “Haber trabajado con él cotidianamente fue un privilegio y ese apoyo implica orgullo y compromiso de seguir el legado seregnista y astorista. Implica tender puentes. La sintonía política que teníamos era casi total. Tuve el privilegio de hablar en los últimos momentos. Tres o cuatro charlas. Evaluábamos la marcha de gobierno y la perspectiva de regreso. Y cómo abordar los desafíos, que son bien diferentes a los de 2005. Primero mirar la realidad, el país y el FA. Asumir los cambios del mundo y la región, del mundo del trabajo y de las formas de comunicación. La honestidad intelectual es una de las banderas que ha dejado bien en alto”.
Por su destacado rol, el astorismo ha sido ligado muchas veces a un universo estrictamente económico. Para Mahía es un error, y destaca que la idea de “renovar la izquierda en unidad” interpeló a compañeros y los cuestionó, incluso a las bases programáticas, y pudo haberle costado una candidatura presidencial. Asti destaca que esa forma de ser le ocasionó costos políticos, pero que dejó un legado “de ética, de no perderse en los atajos, de ser responsable y fortalecer al FA en la diversidad”. Mahía añade: “Ligó mal, entre comillas, porque fue contemporáneo de dos pop stars del FA, como Tabaré Vázquez y [José] Pepe Mujica. Pero era un líder político más allá de sus conocimientos en economía; el astorismo va más allá de una visión económica y su legado no queda restringido ahí”.
La tenacidad, casi obstinada, ha sido su marca registrada. Pero no se agotaba allí. “Era capaz de defender su idea hasta las últimas consecuencias, pero también de articular. Fue muy seregnista, en eso de decir siempre lo que pensaba y hacer lo que decía. Su legado es el de la honestidad, la ética, y el de un hombre muy vinculado a la cultura. Y el legado de la responsabilidad, de siempre pensar en la mañana siguiente”, señala Kechichian.
Entre su legado aparecen sus ideas y convicciones. Y sus seguidores. Y sus hijos. Y sus nietos. Florencia Astori, una de sus hijas, que milita y tiene un rol activo en el FA, aunque en otro sector diferente al de su padre, también mencionó el legado “de anteponer las necesidades de la gente por sobre cualquier aspiración o rédito partidario, sectorial o personal”.
“Una forma de hablar del legado de mi papá es desde dos grandes dimensiones: lo privado y lo público, el padre y el estadista, inseparables y complementarias siempre. En torno a la primera, siento que su forma paciente y esperanzadora de mirar lo cotidiano ha sido una marca muy fuerte para mí como hija, una constante a lo largo de los años que crecimos y compartimos juntos. Hubo algo que lo acompañó hasta el final que también me gustaría mencionar y es la capacidad de emocionarse. Emocionarse con lo más trascendente, como la llegada de su nieto que multiplicó su ternura, así como con algo tan simple como una visita, una llamada de teléfono o una canción”, señaló.
Sobre su militancia, “una forma de estar en el mundo como me enseñó mi papá”, agrega: “Me parece clave construir hacia la renovación tomando como punto de partida mis convicciones personales como mujer feminista, pero al mismo tiempo abrazando los principios más valiosos que nos ha dejado su legado: la justicia social, la búsqueda de equilibrio en la construcción colectiva, la evidencia y la ciencia como base para tomar decisiones que conduzcan a Uruguay hacia un rumbo de crecimiento sólido y sostenible. Tuve la suerte de poder hablar sobre esto con mi papá en muchas oportunidades previo a decidirlo, y conté siempre con su apoyo incondicional”.
“Se fue alguien irremplazable, Danilo es insustituible, pero dejó un legado para las nuevas generaciones que podrán continuar con eso que él siempre pretendió: un Uruguay mejor para todos”, cerró Asti.