Organizada por la Unesco, la Universidad Claeh y la diaria, se desarrolló en el Palacio Legislativo la actividad “Educación y cultura de paz. Educar para comprender, comprender para convivir”.
Luis Carrizo, coordinador de la Cátedra Unesco de Transformaciones Sociales y Condición Humana de la Universidad Claeh, hizo referencia al origen de la organización que tuvo como misión “conseguir la paz y construir baluartes de paz en las mentes de hombres y mujeres del mundo”, y destacó que “lamentablemente [la paz] no puede ser más vigente y oportuna”.
A su vez, en el marco de la conferencia denominada “Ciencia para la paz”, Germán Gutiérrez, presidente de la IUPsyS (International Union of Psychological Science), recordó el propósito original de la Unesco, que es “prevenir una tercera guerra mundial”. También mencionó el esfuerzo de “internacionalización” de la IUPsyS, que hoy en día se convirtió en la “globalización” del reconocimiento mutuo entre “el sur y el norte global” y de promoción de la cooperación.
En segunda instancia expusieron cinco panelistas con trayectoria sobre la temática: Rafael Radi, presidente de la Academia Nacional de Ciencias; Zelmira May, especialista del Programa de Educación de la Oficina Regional de Ciencias de Unesco; el actual director de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, Gabriel Quirici, y el salesiano Mateo Méndez, director de la Fundación Esperanza Joven (Movimiento Minga). El cierre estuvo a cargo de la vicepresidenta, Carolina Cosse.
Quirici analizó el rol que tiene la ciencia y los científicos en la prevención y resolución de conflictos, que pone el foco en la paz: “¿Qué puede hacer la ciencia y los científicos en su contacto con la sociedad para construir confianza y comunicar con esperanza posibles resoluciones?”.
Como docente y científico, asumió la responsabilidad que tienen tanto el sistema científico como el educativo, para “construir confianza”, “comunicar con esperanza” y buscar minimizar todos los movimientos que ponen en disputa las bases de la “convivencia pacífica”, tomando como definición de paz un proceso dinámico.
May recordó el histórico informe “La educación encierra un tesoro”, que sigue teniendo elementos fundamentales para abordar el vínculo entre ciencia, educación y paz. La especialista convocó a pensar en cuestiones que tienen larga data, pero que siguen teniendo validez, y el reto actual implicaría buscar la manera de convertir lo conceptual en aprendizajes. Reconoció a la educación como la herramienta “más valiosa” para hacerlo.
Quirici también habló sobre el rol de la educación en la era de los medios de comunicación, expresó que “tiene como rol principal la reconstrucción de la esperanza”, y propuso desde la ciencia desmitificar las “supuestas diferencias predestinadas”, como la raza, la clase y el género.
Agregó que es necesario “recuperar la urgencia de que la dignidad de todos y todas sea la base para la aplicación de la ciencia, la enseñanza y la transmisión de conceptos”. Reivindicó la “militancia” que implica hacer ciencia de forma comprometida con la paz, y exigió que “los de arriba” se responsabilicen también.
Foto: Natalia Rovira
En tanto, Méndez señaló que hablar de paz en contextos de carencia resulta un desafío enorme, porque muchas veces los derechos de las personas no sólo “no son reconocidos”, sino también se ven “violentados”.
En ese escenario, destacó que el primer paso no puede ser imponer soluciones externas, sino “cultivar una actitud de escucha” real hacia el otro. Esto implicaría reconocer que el otro posee saberes y experiencias que enriquecen y transforman, y no partir de la idea de que “las instituciones tienen todas las respuestas”.
En esa línea, sostuvo que la clave es dar vuelta la lógica habitual, y esto significa que antes de ofrecer programas o recursos, la pregunta central debería ser: “¿Qué querés hacer con tu vida?”.
Borrar la frontera de lo político
Radi mencionó el concepto de “ciencia y datos abiertos”, y destacó que actualmente hay un acceso en tiempo real, y que a través de portales como Timbó se busca que el acceso no se limite únicamente al campo académico. Según él, esto hace a una sociedad “más justa: la justicia y la paz están íntimamente relacionadas”. “La ciencia también permite romper fronteras” y destacó “nosotros los científicos circulamos el planeta casi borrando las fronteras de los límites políticos de los países”.
Subrayó la importancia de “no bajar los brazos” en el fortalecimiento del sistema educativo, con foco en quienes más lo necesitan. “La apuesta tiene que seguir siendo por la educación pública y para todos”, afirmó, al tiempo que destacó que la convivencia se construye en el respeto y en la capacidad de resolver conflictos sin violencia.
Añadió que también los adultos deben “reeducarse” para acompañar estos procesos y repensar cómo transmitir aprendizajes a las nuevas generaciones. Recordó, como ejemplo, que hablar con adolescentes sobre la violencia en el fútbol puede convertirse en una oportunidad pedagógica para promover valores de respeto y cooperación.
La vicepresidenta Carolina Cosse cerró el encuentro subrayando la importancia de vincular educación, cultura y paz. Planteó que “vivimos en mundos paralelos que avanzan al mismo tiempo” y que la política debe atender a la realidad concreta, recordando la suspensión durante dos años, del gobierno anterior de los planes de realojo y de las ollas populares.
Cosse reivindicó la educación pública como “la joya de Uruguay” y a la universidad pública como motor de la mayor parte de la investigación nacional. Destacó además programas que acercan a mujeres científicas a niñas, niños y adolescentes.