Cada año se registran en Uruguay alrededor de 6.400 eventos de accidentes cerebrovasculares (ACV), que se estima que provocan la muerte de cerca de 1.700 personas, según datos que presentó el jueves Ignacio Amorín, coordinador del Programa de Salud Cerebral del Ministerio de Salud Pública (MSP). Para evitar las muertes y minimizar las secuelas de la lesión, el MSP presentó un plan para la prevención y la atención de ACV, junto con un Protocolo Nacional de ACV (según se explicó en la presentación, hasta ahora cada institución de salud tenía su propio protocolo).
Prevención
Al presentar el plan, Amorín comentó que se tomaron las líneas estratégicas de los Objetivos Sanitarios Nacionales creados en 2015 y que se continuará trabajando para cumplir con las metas que no se alcanzaron. El ministro Daniel Salinas y el director general de la Salud, Miguel Asqueta, expresaron que es necesario disminuir los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles en general y de las cardiovasculares en particular, como el tabaquismo, el alto consumo de alcohol, la obesidad, el sedentarismo.
Amorín subrayó la importancia de la alimentación: dijo que 90% de los uruguayos no consumen las cinco frutas o verduras indicadas por día, y advirtió sobre el problema del consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas, cuyas ventas crecieron 146% entre 2000 y 2013. Señaló, también, la incidencia de las inequidades sociales: mencionó un estudio prospectivo que se publicó en 2019, en el que docentes de la Facultad de Medicina del Claeh y la mutualista Camcel (Cerro Largo) detectaron que la incidencia de ACV entre quienes se atendían en el sector público en ese departamento era más del doble de los que lo hacían en mutualistas (231,1 casos y 100,2 casos cada 100.000 habitantes, respectivamente), porque las personas con menores recursos tienen más factores de riesgo y asisten a menos controles de salud.
El MSP hará campañas a nivel nacional para reforzar la prevención y promoverá la capacitación del personal de salud.
Tratamientos y rehabilitación
Amorín anunció que se difundirán las pautas para que la población reconozca rápidamente los síntomas de un ACV: si a la persona se le tuerce la boca, si tiene debilidad en un brazo o en una pierna y si tiene dificultades para hablar, debe llamar rápidamente a la emergencia o a un centro de salud para recibir asistencia. Salinas anunció que se reforzará la educación a trabajadores de la salud de emergencias y remarcó que los llamados por ACV son de tipo “clave 1”, es decir, de asistencia inmediata. Dijo que cuando el paciente ingrese al centro de salud se hará “un rápido deslizamiento por la emergencia sin retener innecesariamente” y que se lo llevará al área de imagenología para valorar si se trata de un ACV hemorrágico o isquémico. Si es isquémico (85% de los casos), podrá aplicársele alguna de las dos técnicas que contiene el protocolo para reperfundir –destapar– la arteria afectada: el uso de trombolisis intravenosa –fármaco para disolver el coágulo, que ya está incluido en el sistema de salud– o la trombectomía mecánica –un procedimiento intervencionista por el cual, por medio de catéteres, se navega en las arterias que van al cerebro hasta hallar el trombo–, que hasta ahora no está cubierta por el sistema de salud y debe ser paga por la persona (supera los 7.000 dólares). Hasta ahora en el sector público ha desarrollado experiencias el Hospital de Clínicas mediante proyectos de investigación. Según anunció Salinas, a partir de marzo la trombectomía mecánica va a ser cubierta por el FNR. Amorín dijo que entre 20% y 25% de los ACV pueden ser tratados con trombolisis y entre 5% y 10% con trombectomía mecánica.
Salinas y Amorín insistieron en que el tiempo es fundamental: para que sea eficaz, un trombolítico debe darse dentro de las cuatro horas y media desde que ocurrió el ACV, y la trombectomía mecánica debe hacerse entra las seis y ocho horas del ACV. Esto no se resuelve en cualquier centro de salud, sino en una unidad de ACV, que es lo que el MSP pretende instalar en cada departamento y que servirán también para la atención de personas con ACV que no puedan ser tratadas con ninguna de las dos técnicas mencionadas. Estas unidades podrán ser básicas o integrales; las integrales deben tener angiógrafo, aparato necesario para hacer las trombectomías mecánicas.
El MSP hará un mapa de derivaciones de casos y recurrirá a la complementariedad de instituciones de salud: Amorín informó que en el interior del país habrá una sola unidad ACV por departamento y que en ella recibirán asistencia todas las personas que lo requieran (el prestador recibirá un pago por la atención a usuarios de otras instituciones, como ocurre con la ley de urgencia y emergencia). Se crearán unidades ACV integrales en Tacuarembó, Maldonado, Salto y Montevideo, y Amorín dijo que podrán ser centros de referencia. Para la reorganización de los servicios, Salinas dijo que probablemente se recurra al pago de metas sanitarias.
La telemedicina se aplicará para asesorar a los técnicos que asistan previo al ingreso hospitalario y también en la rehabilitación. Amorín señaló la importancia del tratamiento con fisioterapia, fisiatra, fonoaudiólogo y terapista ocupacional para disminuir las secuelas. Los resultados del plan serán evaluados a nivel nacional y colectivizados con centros de investigación internacional en ACV.