“Es como estar jugando un partido en La Paz a 4.000 metros y estamos aguantando el 0-0, estamos bastante contentos, pero nos pueden golear en tres minutos”. Esa metáfora usó Rafael Radi, coordinador general del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), quien desde el 16 de abril asesora a Presidencia de la República en el camino hacia “la nueva normalidad”. Radi usó esa idea para expresar que “la mentalidad que tenemos que tener” es la de “no aflojar a las medidas” recomendadas para evitar los contagios del nuevo coronavirus, el SARS-Cov-2, que causa la enfermedad covid-19.
Radi, Henry Cohen y Fernando Paganini lideran el GACH y dieron este jueves su primera conferencia de prensa; lo hicieron al salir de una entrevista que mantuvieron en Torre Ejecutiva con el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, horas antes de que el mandatario anunciara la reanudación de clases en la mayoría de las escuelas urbanas.
“La situación actual de la pandemia tiene en Uruguay un relativo control sobre el fenómeno biológico y epidemiológico al momento. El valor de R, que es un valor que indica el nivel de contagiosidad que está teniendo la enfermedad, en Uruguay está por debajo de 1, y ese es un elemento fundamental para el control de infección”, informó Radi, que agregó que “por primera vez desde el inicio de la pandemia tenemos una serie de 12 días seguidos, desde el 9 al 20 de mayo, con menos de diez casos activos reportados”. Sostuvo que “eso indica que la enfermedad, desde el punto de vista de su transmisión, está en una zona de relativo control”, pero advirtió que “se puede descontrolar rápidamente por la alta contagiosidad que tiene”.
Cohen, que coordina el área de planificación de salud del GACH, detalló que hasta ahora se ha visto un bajo nivel de infectividad, que en estos dos meses han sido pocos los pacientes, que ha habido pocas personas internadas y un número bajo de fallecidos. Especificó que alrededor de 14 o 15 niños han tenido covid-19 en Uruguay –todos mayores de cinco años– y que todos han sido casos leves, que no requirieron internación. La especificación venía a cuenta de que la reanudación de clases fue uno de los principales temas de conversación. Tanto Cohen como Radi reafirmaron que, si bien hay datos que faltan, la evidencia internacional muestra que la transmisión de covid-19 en niños “no es igual a otras enfermedades altamente contagiosas en niños como puede ser la influenza”. Por eso, dijo que se está ante “un escenario posible y de relativa seguridad para hacer una reapertura de los espacios educativos” con base en los cuatro pilares con que trabaja el GACH: progresividad, capacidad de regulación, capacidad de monitoreo y evidencia científica.
Riesgo y estrategias
El “relativo control” habilitó la “apertura progresiva del funcionamiento de la sociedad”, como le llamó Radi, pero aclaró que eso “conlleva a un riesgo inherente del riesgo de los contagios”. “Cada apertura implica una posibilidad de riesgo porque hay un virus circulando a nivel comunitario; si bien la circulación comunitaria hoy es baja, la salida de colectivos a la interacción social eventualmente genera escenarios de posibles contagios; entonces, una situación que hoy está controlada se puede descontrolar, como ya ha pasado en países cercanos y también en Europa, en cuestión de días o semanas”, sostuvo. En un escenario en que no hay vacunas ni tratamientos específicos para combatir la covid-19, Radi dijo que “la única estrategia sustentable” para mantener la epidemia bajo control “es evitar los contagios, y para esto la herramienta más potente es el distanciamiento físico sostenido”. Agregó que ese distanciamiento es parte de un conjunto de estrategias que incluye “el uso correcto de tapabocas, la higiene personal y ambiental, la buena ventilación de los espacios, y tiempos de exposición lo más acotados posible”. Explicó que “el contagio es una función del número de partículas virales multiplicado por el tiempo, por lo tanto, espacios ventilados, volúmenes grandes, bajos tiempos de exposición disminuyen el riesgo de contagio”. Detalló que el virus se transmite predominantemente a través de microgotas y que por eso se recomienda mantener una distancia de dos metros si no se está en movimiento, que deberá ser de cinco metros si se está caminando y de diez a 20 metros con un movimiento mayor, como andar en bicicleta. En particular, dijo que hoy se sabe que a nivel mundial “más de 99,5% de los clusters de infección se ha dado en lugares cerrados”, y dijo que muchos fueron originados por personas que tenían una gran carga viral y con las cuales se compartieron tiempos largos de exposición, “como fiestas, reuniones y en domicilios”, ejemplificó. En contraposición, dijo que “es muy poca la infección que se da en lugares abiertos”. Por eso, resaltó que el GACH estimula a hacer un “buen uso responsable de los espacios abiertos y del espacio público” y valoró la iniciativa de la Intendencia de Montevideo –con la cual están trabajando en conjunto– para hacer peatonal un tramo de la rambla y de 18 de Julio. “Cuanto más volumen hay, más dispersión y más dilución de las posibles partículas virales que puedan salir de un paciente sintomático o asintomático”, dijo. Remarcó, además, que “el distanciamiento físico sostenido conjuntamente con un mejor aprovechamiento de los espacios abiertos o bien ventilados es la estrategia más potente para impedir el contagio y mantener los niveles de infección bajos”, y que este distanciamiento “seguramente podrá confirmar a Uruguay como uno de los países de mayor solvencia en el proceso de salida de esta emergencia sanitaria mundial”.
Monitoreo
La apertura de actividades estará respaldada por un monitoreo estricto, desarrollado desde el área de modelos y ciencia de datos, que proporciona datos para la vigilancia epidemiológica, desarrolla herramientas de monitoreo de movilidad de personas y de niveles de contacto (fundamentalmente a través de celulares), elabora modelos, y hace proyecciones de la epidemia y el análisis estadístico.
Radi comentó que “los test focalizados o aleatorios deberán ir acompañados de los modelos predictivos que apuntan a entender cómo avanzaría la enfermedad en distintas partes del territorio” para resguardar el sistema sanitario, y especificó que “siempre hay una inercia entre el momento de contagio y el momento en que un paciente eventualmente tenga que requerir el nivel de atención más sofisticado”.
Aclaró que el GACH es un grupo asesor y que no toma decisiones de gobierno, que sólo proveen evidencia y que, por lo tanto, no definen qué actividades abrir. Lo que sí detalló es la forma en cómo hacer esa apertura: “no puede darse todo a la vez porque no tengo forma de medir”, dijo, y adelantó que, respecto al retorno a clases, la sugerencia era hacer “acoplamientos” que quizás se dieran cada 15 días, algo que fue confirmado luego por las autoridades. “Son los tiempos que nos permiten medir el proceso de posible infección y monitoreo; esa sería una cadencia razonable para empezar a pensar en la reapertura de actividades; difícilmente haya escenarios de corto plazo de abrir todo a la vez”, sostuvo.
En cuanto al número de personas asintomáticas, Paganini, que coordina el área de modelos y ciencia de datos, dijo que los datos del Ministerio de Salud Pública indican que hay aproximadamente 15%, y que fueron detectados luego de ser testeados por haber tenido contacto con alguien con covid-19. Comentó que esa proporción es relativamente baja respecto de la cantidad de sintomáticos, y que a nivel mundial “se especula mucho acerca de cuál es la relación, si es 50% y 50%”. Agregó, en cuanto al nivel de penetración de la enfermedad en Uruguay, que “es difícil” estimarlo con precisión, pero que grupos de estadística que están asesorando al GACH han hecho algunas estimaciones de subreporte que son superiores al 15%, “pero no mucho más grande”, y acotó que “cuando uno hace muestreos aleatorios, como se hizo en la construcción, lo único que permite descartar es que la prevalencia de asintomáticos no sea diez veces más de lo que estamos viendo en sintomáticos”. “Hay una fracción de asintomáticos, pero no es gigantesca, a la fecha, en Uruguay, dado que la epidemia se empezó a controlar en las etapas iniciales”.
Consultado acerca de qué valor de expansión de la enfermedad podría obligar a dar marcha atrás en la apertura de actividades, Paganini respondió: “no estamos manejando un número mágico. Se trata de ver la evolución, la secuencia de casos, estimar la tendencia y realizar proyecciones hacia adelante de número de casos o camas de terapia intensiva”. Afirmó, además, que están trabajando para “mejorar esos modelos con más datos” y que tendrían esos modelos en el correr de estas semanas.
Aciertos y debilidades
Radi respondió que seguramente parte del “relativo control” que se tiene de la enfermedad tiene que ver “con que hubo una detección precoz de un foco y un apagamiento de ese foco, que fueron los casos iniciales”. Señaló que “esa es una de las estrategias, que demuestran los países que han sido exitosos, que tienen un efecto más potente”, es decir, la identificación de cada caso, el control de los contactos y el aislamiento de los que son positivos. Agregó que también ha ayudado el buen clima que ha habido hasta ahora, “el comportamiento de la población, que ha sido globalmente muy correcto”, el buen nivel en general de alimentación –“con los micronutrientes y oligoelementos que facilitan la respuesta inmune”, dijo, aunque aclaró que eso no es exclusivo de Uruguay–, la “cultura del lavado de manos” que hay en el país, así como el sistema de salud. Dijo que se está estudiando a nivel mundial si “los países que tienen BCG obligatoria tengan una inmunidad entrenada que ayude a algunas virosis”, y que un grupo de científicos uruguayos participa de un estudio multicéntrico, pero que por ahora sólo “forma parte del terreno de las hipótesis”.
Los científicos manifestaron preocupación respecto de la situación en la frontera con Brasil –“es un punto muy débil que tenemos desde el punto de vista del control epidemiológico”, dijo Radi–, y que se está monitoreando diariamente, en comunicación con el área de epidemiología de Rio Grande do Sul. Agregó que ese riesgo estará también cuando se abran las fronteras: “va a haber asuntos que van a requerir adaptaciones en forma sostenida”, adelantó.
El otro gran desafío es el invierno, que, según Radi, “abre un paréntesis de tres meses que son potencialmente muy duros”. Dijo que la gran tarea que tienen en el mediano plazo es “superar el invierno con la pandemia controlada. El gran esfuerzo nuestro tiene que ser lo que resta de mayo, junio, julio entero, y ver cómo estamos en agosto. Cuando empiecen a alargarse los días, cuando la vida al aire libre se pueda retomar con mayor intensidad, veremos cómo están los números y qué cosas se pueden proponer para mejorar la calidad del funcionamiento social”, concluyó.
Grupo asesor científico honorario
Su objetivo es dar “asesoramiento científico de calidad y conectado con la experiencia internacional para asistir a la toma de decisiones gubernamentales”. Cuenta con 55 expertos colaboradores, entre los que hay integrantes de las academias nacionales de Ciencias y de Medicina de la Universidad de la República, de la Universidad ORT, de los institutos Pasteur y Clemente Estable. Se vincula, además, con organismos estatales, como la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, los ministerios de Salud y Educación, AGESIC, el Instituto Nacional de Estadística y la Intendencia de Montevideo.
Hasta ahora han elaborado más de 20 informes con recomendaciones y sugerencias, con una frecuencia semanal o quincenal. La integración puede verse en el sitio web de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología.