Al escuchar la palabra “epidemia” en estos días es inevitable no pensar en la covid-19, pero hay otras epidemias que azotan el mundo desde mucho antes, como la desnutrición y la obesidad, que van en incremento y amenazan la salud humana. La obesidad, tanto en la vida adulta como en la infancia, es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, y por ese motivo constituye una de las principales preocupaciones nutricionales, sobre todo en la niñez.
Con el objetivo de conocer los determinantes detrás del aumento de la obesidad y el sobrepeso en la infancia en Uruguay, un grupo de investigadores uruguayos y chilenos trabajó en el estudio “Peso al nacimiento, ganancia de peso y obesidad en niños de Uruguay: un estudio prospectivo desde el nacimiento”, que se publicó recientemente. Los investigadores utilizaron las dos primeras mediciones de la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud (Endis), un estudio longitudinal que se desarrolla a nivel gubernamental desde 2013. Se basaron en los datos de “la primera ola”, que se aplicó entre 2013 y 2014, y encuestó a los referentes de 3.077 niños y niñas que tenían menos de tres años y 11 meses, y los de la segunda medición, hecha en 2015 y 2016, cuando se volvió a los mismos hogares que se habían visitado dos años atrás, y se conversó con los referentes de 2.833 niños, que a esa altura tenían entre dos y seis años. En diálogo con la diaria Isabel Pereyra, magíster en Nutrición y en Salud Pública que dirigió el estudio, comentó que la muestra poblacional se conformó, finalmente, por 2.331 niños y niñas, porque descartaron casos para asegurarse que los datos fueran robustos.
Entre los principales resultados encontrados, los investigadores destacan que el 7,3% de los niños nacieron con un peso igual o superior a cuatro kilos. Ese fenómeno se conoce como macrosomía y representa un factor de riesgo para la salud infantil. Encontraron un aumento en la prevalencia de obesidad de 70% para los bebés macrosómicos en comparación con los bebés no macrosómicos. Si bien los autores, señalan que en la primera medición no se encontró una asociación entre la incidencia de sobrepeso y obesidad con la macrosomía, en la segunda medición la correlación entre variables fue más evidente: “los niños que habían nacido con macrosomía tenían más probabilidades de ser clasificados como obesos en comparación con los que habían nacido con menor peso al nacer”. A su vez, los varones macrosómicos, que habían nacido por cesárea y pertenecían a hogares de mayores ingresos, tenían más probabilidad de ser obesos.
Pereyra manifestó que el porcentaje de macrosomía encontrado es “un problema de salud pública” porque “no es un peso que consideramos ideal al nacimiento”. La experta señaló que en muestras poblacionales 2,3% de exceso o déficit de peso puede considerarse como una variante normal, pero que por encima de ese valor, ya se considera un problema de nutrición. Agregó que como ese 7,3% de bebés macrosómicos tendrán más probabilidades de tener obesidad, se tendrá que implementar “una mirada diferente en los controles de salud para evitar que [esos niños] sean obesos”. En el documento los autores establecen que estos niveles de macrosomía se corresponden con los de otros países de América Latina, como Argentina, Cuba y Perú, pero en el caso de Brasil, Ecuador, México y Nicaragua, datos recientes muestran una prevalencia más baja, y sólo Paraguay tiene un índice más alto.
“No se sabe por qué los bebés uruguayos nacen con más peso. La mayoría de los estudios en todo el mundo muestran que los nacimientos de bebés macrosómicos son cada vez más frecuentes”, dicen los investigadores. El peso medio al nacer de los niños encuestados en las primeras dos mediciones de la Endis fue de 3.277 gramos. Según datos que aportan en el artículo, la tendencia de la macrosomía no es clara en Uruguay. En 1999 la proporción de nacimientos de bebés que pesaban cuatro kilos o más era de 6,6%, pero en 2011 había disminuido a 6,1%. En tanto, en los últimos dos años cerca de 8% de los recién nacidos era macrosómico. Pereyra explica que el aumento de nacimientos de bebés macrosómicos puede estar relacionado con una mayor prevalencia de diabetes y obesidad en mujeres en edad reproductiva.
La macrosomía se asocia con un mayor riesgo de resultados adversos en el parto. Los bebés que al nacer pesan cuatro kilos o más tienen un mayor riesgo de traumatismo al nacer, asfixia y aspiración de meconio, y sus madres tienen un alto riesgo de hemorragia anormal, atonía uterina y trabajo de parto prolongado.
Obesidad, sobrepeso y otras variables
El sobrepeso y la obesidad se ubicaron en 12% en la primera medición de la Endis, y en la segunda aumentaron a 13%. Los nacimientos prematuros se ubicaron en 10,7%. Los investigadores agregan que la condición educativa y la edad materna no mostraron valores con diferencias estadísticamente significativas para la obesidad infantil. “La obesidad es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer e hipertensión”, advirtió Pereyra, que recordó que esas enfermedades “son la principal causa de muerte en el país”. La experta explicó que Uruguay es un país en “transición posnutricional”, porque a la vez que tiene una prevalencia de obesidad también existe, sobre todo en la población infantil, anemia y déficit de talla con origen nutricional. Una de las diferencias entre ambas problemáticas es que la obesidad infantil es “un problema relativamente nuevo en la humanidad”, explicó.
En un principio la obesidad en la niñez se asociaba con la presencia de enfermedades durante la adultez, pero cada vez hay más evidencia de asociaciones con dificultades en la salud en todas las etapas de la vida, sostuvo la nutricionista. Por lo tanto, el exceso de grasa en la infancia es un factor de riesgo de enfermedad adulta tardía y se asocia con problemas de salud durante la infancia, incluido un mayor riesgo de hipertensión, resistencia a la insulina, enfermedad del hígado graso, disfunción ortopédica, angustia psicosocial, dificultades de adaptación al medio, problemas con los pares y fenómenos como el bullying, detalló Pereyra. Además, señaló que una vez establecida, la obesidad en los niños (como en los adultos) es difícil de revertir.
La encuesta indica que la lactancia materna exclusiva tuvo una duración promedio de 5,2 meses; los autores explican que esa duración “no fue significativa en el análisis de regresión logística” y explican que eso puede deberse a la pérdida de casos en esta variable (492 casos). De todas formas, con base en estudios anteriores, sostienen que “cuanto mayor sea la duración, menor será el IMC [índice de masa corporal] para la edad”. Pereyra completó esta información: “La tendencia que nosotros observamos es que cuánto más prolongada es la lactancia materna, menos se altera el crecimiento. El niño tiene un crecimiento dentro de los parámetros normales”, es decir que la lactancia exclusiva actúa “como un protector” del exceso de peso porque “el niño autorregula mejor la ingesta y no hay una sobrealimentación”. El problema al trabajar con poblaciones es que se hace más difícil demostrar esa asociación por la pérdida de datos; a veces porque quien da los datos no es la madre del niño o la niña, y otras veces puede serlo pero no recordar exactamente el período de lactancia exclusiva.
El análisis de ganancia de peso condicional en los períodos de nacimiento y durante la primera y la segunda medición demostró que los niños que nacen con un peso normal tienen mayor ganancia de peso en los primeros años de vida. Pereyra comentó que eso “es natural”, porque “se trata de que los niños que nacen con menos peso vayan ganando peso en la vida extrauterina”. Pero agregó que, al analizar la ganancia de peso como variable independiente del peso al nacer, vieron que los niños que nacen con un peso normal tienen mayor ganancia y “mayor riesgo de ser obesos”. Por eso, hizo hincapié en que es importante observar el peso con que nace el niño, pero también el proceso de aumento de peso.
Políticas de prevención
“Los resultados apoyan firmemente el argumento de que el alto peso al nacer y el aumento de peso son factores de riesgo importantes para la obesidad infantil”, afirman los autores, y agregan que “la epidemia mundial de obesidad continúa sin cesar. La obesidad es muy difícil de tratar y, por lo tanto, la prevención es fundamental. La implicación de esta investigación para la práctica actual de salud pública es que debemos comprender que los factores ambientales en el útero pueden influir en la salud de por vida”. En ese sentido, la nutricionista apunta que uno de los puntos más importantes es el diseño de políticas de prevención en nutrición y desde cuándo comenzar a aplicarlas. Para la experta, las medidas de acción deberían comenzar con la mujer embarazada o incluso “un poco antes”, para evitar que las mujeres lleguen al embarazo con sobrepeso u obesidad, en conocimiento de las implicancias que el exceso de grasa tiene para el desarrollo del feto, las condiciones de embarazo y el momento del parto. Otra acción es trabajar en “que se pueda planificar el embarazo”, sostuvo la nutricionista, y “que se conozca que si la madre aumenta mucho de peso en el embarazo tiene más riesgo de tener un bebé macrosómico, y si bien la macrosomía no es una enfermedad, no es deseable”. Una vez que el bebé nazca, explicó que se debe empezar por promover la “lactancia materna por lo menos por seis meses de forma exclusiva y después complementada, y mirar la asociación que existe con la ganancia de peso”; conviene “tratar de que el crecimiento sea dentro de la zona de peso normal”, y “cuando se empiece la alimentación, que sea la adecuada y no exponer al bebé a alimentos con excesos de grasas y azúcares”. En resumen, Pereyra insistió en que se debe mejorar el “entorno alimentario” y señaló que esa es una obligación del Estado. Para la nutricionista, el Estado debe generar campañas de información, políticas de prevención y “modificar el entorno alimentario, que incluye los alimentos a los que estamos expuestos”.
Artículo: “Birth weight, weight gain and obesity among children in Uruguay: a prospective study since birth”
Publicación: _Revista Paulista de Pediatría- (febrero de 2021)
Autores: Isabel Pereyra, Andrea Gómez, Karina Jaramillo, Augusto Ferreira.