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Foto: Mariana Greif

Depresión, ansiedad, soledad y necesidad de escucha fueron los principales motivos de consulta a la línea de apoyo emocional

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El GACH presentó informe sobre respuestas iniciales de asistencia en salud mental durante los primeros cinco meses de la pandemia por coronavirus.

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Leído por Abril Mederos
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Las publicaciones científicas publicadas a nivel mundial en los primeros meses de la pandemia de coronavirus determinaron “efectos psicológicos negativos”: las personas manifestaron síntomas de “estrés postraumático, confusión e ira”, “temores a la infección”, miedo a “pérdida financiera” y a no “poder contar con suministros”, expresa un informe que publicó la semana pasada el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) sobre la atención en salud mental en este contexto. La referencia internacional se completa con la mención a un estudio multicéntrico realizado en China durante los primeros meses posteriores al primer brote de covid-19, en el que “53% de los encuestados catalogó la repercusión en salud mental de moderada a severa”, 16,5% “reportó síntomas depresivos de moderados a severos y 28,8% reportó síntomas de ansiedad de moderados a severos”. Los autores del informe –Nicolás Baggatini, de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica; Ricardo Bernardi, de la Academia Nacional de Medicina (ANM) y del GACH; Denisse Dogmanas, asesora del área de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública (MSP), y Luis Villalba, presidente de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay– señalan los “posibles efectos a largo plazo” del confinamiento, que hacen prever “una mayor prevalencia de problemas de salud mental, incluyendo los desórdenes mentales más comunes, el consumo de sustancias y en última instancia, la conducta suicida”, así como una intensificación de los trastornos mentales previos.

El informe se enfocó en las principales respuestas del sistema de atención en salud mental en Uruguay entre el 13 de marzo, cuando se declaró la emergencia sanitaria, y el 13 de agosto de 2020, momento en que los mayores impactos de la pandemia eran sociales y económicos (la mayoría de casos de covid-19 se registraron después, en diciembre y enero de 2021).

Los investigadores destacaron la “rápida y estrecha colaboración entre el sector sanitario y el académico”. A fines de marzo, la ANM se puso a disposición del MSP y emitió un comunicado con recomendaciones para mitigar los “efectos negativos del confinamiento” y propuso “desarrollar estrategias como la apertura de una línea telefónica para los sectores más vulnerables” y “prestar atención a la salud mental del personal de salud, en especial el que actúa en la primera línea de asistencia”, entre otras acciones. Más tarde, el Área Programática de Salud Mental del MSP convocó a una comisión asesora permanente que comenzó a funcionar el 26 de marzo e incluyó a representantes de las facultades de Medicina, Psicología, Enfermería y Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar) y secciones de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE).

Caída de consultas en el sector privado

Uno de los puntos más importantes fueron los cambios en la modalidad de atención de las consultas psicológicas y psiquiátricas, que comenzó a hacerse por teleasistencia (llamadas telefónicas o videollamadas), algo que, según los investigadores, se dio de manera bastante generalizada en los servicios de salud estatales y en la práctica privada.

De acuerdo a un relevamiento del MSP sobre la asistencia ambulatoria en el subsector privado del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), entre el 13 de marzo y el 30 de mayo, 58% de las 31 instituciones privadas que respondieron tuvieron una disminución en la demanda de los abordajes psicoterapéuticos y cayó 29% la demanda de la consulta psiquiátrica. Sólo 7% de las instituciones reportó un aumento en la demanda de los abordajes psicoterapéuticos y 16% en la atención psiquiátrica.

La principal modalidad de atención de las instituciones privadas fue la telefónica (77,4% en el caso de la atención psiquiátrica y 58% en la atención psicoterapéutica). Un número significativo de instituciones reportó haber utilizado la videollamada como recurso, 12,9% en la atención psiquiátrica y 32,2% en abordajes psicoterapéuticos. En ambos casos las consultas presenciales representaron 6,5%.

“La atención se desarrolló con relativamente pocos problemas referidos”, afirmaron los investigadores, pero acotaron que la teleasistencia fue útil para el seguimiento de pacientes crónicos, aunque presentó “mayores dificultades” en las primeras consultas de evaluación y diagnóstico. Con el paso de los meses el uso de la tecnología se incorporó con mayor facilidad, al tiempo que se impulsó el retorno a las consultas presenciales.

Línea telefónica de apoyo emocional

El establecimiento de la línea telefónica de apoyo emocional frente a la covid-19 (0800-1920) fue otra de las principales medidas destacadas en el informe. Comenzó a funcionar el 14 de abril de 2020 y la implementación del proyecto estuvo a cargo del MSP, ASSE y la organización Voluntariado Juntos. El servicio estuvo –y continúa estando– disponible de manera gratuita las 24 horas todos los días, para asistir a la población que se sintiera afectada por la situación de la covid-19, dice el informe. La atención fue realizada por 150 licenciados en Psicología y 16 supervisores profesionales de mayor experiencia clínica que trabajaron de forma voluntaria.

Se implementó un software para derivar las llamadas al 911 en el caso de ser necesario y a otras líneas de ayuda como la Línea VIDA (0800-0767), para riesgo de suicidio, y la Línea de atención a usuarios de drogas y familiares (0800-1020). Un dato que resaltaron los autores del informe es que entre marzo y junio de 2020 la Línea VIDA tuvo un aumento de 321% de llamadas con respecto al mismo período de 2019.

En sus tres primeros meses de funcionamiento, desde el 14 de abril al 12 de agosto, la línea de apoyo emocional atendió más de 10.000 llamadas. A partir de una muestra de 1.363 llamadas atendidas en los primeros dos meses y sistematizadas por la línea, los investigadores cuentan que la mayoría de las consultas (74%) fueron realizadas por personas que se identificaron con el género femenino, 22% se identificaron con el género masculino y 2% como LGBT.

Los adultos entre 61 y 70 años fueron quienes hicieron mayor uso de la línea (286 consultas), seguidos por personas de entre 51 y 60 años (212), de 41 a 50 años (205) y mayores de 71 a 80 años (183). Quienes menos consultaron fueron los más jóvenes: casi no se registraron consultas de niños (sólo hubo cinco consultas de niños de entre cuatro y 12 años), entre 13 y 19 años se realizaron 29 consultas y en el grupo entre 20 y 30 años se registraron 124 llamadas. Los usuarios eran en su mayoría de Montevideo (62%). Con respecto a la cobertura de salud, un porcentaje ligeramente superior era de ASSE, y el resto del sector privado.

Entre los principales motivos de consultas un gran número de usuarios llamó por “síntomas depresivos, síntomas de ansiedad, de soledad y aislamiento, necesidad de escucha y orientación” y también manifestaron síntomas de “miedo por covid-19”. Los investigadores destacan que no todos los motivos de la llamada expuestos estuvieron relacionados con la pandemia y sus consecuencias, sino que “muchos de los usuarios presentaron una agudización de problemas previos por los que nunca habían consultado, así como dificultades de acceso a su prestador de salud” y “problemas de convivencia familiar”.

Para orientar a los profesionales que atendían las llamadas se les pidió que las clasificaran con tres colores: el verde correspondía a aquellas en las que la impresión clínica del profesional sugería “un problema actual de carácter focal en el que no existían antecedentes previos que trajeran preocupación adicional y en el que el desarrollo de la conversación sugería que la persona podría manejar la situación”. En el otro extremo, las llamadas clasificadas como rojas correspondían a aquellos casos en los que “existía peligro de desenlaces desafortunados y que por lo tanto requerían ser derivados sin demora a servicios asistenciales capacitados para atender emergencias”. En medio se encontraban los casos considerados amarillos, en los que “si bien la persona mostraba recursos para poder manejar la situación persistían dudas que hacían aconsejable sugerirle que volviera a llamar a la línea si surgían dificultades”. El porcentaje de llamadas de carácter severo fue de 11% en el período estudiado, un tercio fueron moderadas (33%) y 43% leves (de 13% no se obtuvo información).

Otras iniciativas

De acuerdo a datos del MSP sobre la atención en salud mental en 31 instituciones privadas del SNIS, 74% reportó haber ofrecido algún tipo de acción para sus funcionarios; por ejemplo, “atención a través de una línea telefónica o videollamada específica para los profesionales, la difusión de material escrito y/o audiovisual, grupos o talleres vía Zoom, prioridad en las consultas, intervenciones psicoterapéuticas en crisis, entre otras”. Además, el Servicio de Atención Psicológica Preventivo-Asistencial, de ASSE y la Facultad de Psicología de la Udelar, propuso ofrecer un dispositivo de atención en crisis para dar respuesta inmediata a todos los trabajadores de la salud y sus núcleos familiares, establece el informe.

Con el propósito de aumentar la oferta asistencial en salud mental, el MSP solicitó a los prestadores del SNIS que sumaran a las prestaciones de salud mental (de abordaje grupal y con una duración de hasta ocho sesiones) a poblaciones priorizadas por el MSP: “familias con niños y niñas en edad preescolar o escolar con afectación por el coronavirus o distanciamiento social, los adolescentes, los usuarios y/o familiares que cursan o cursaron coronavirus, las personas mayores con afectación emocional por sentimiento de soledad y aislamiento, los adultos con afectación emocional por los cambios, inestabilidad y pérdidas en su situación socio-económica-laboral”, entre otras.

Existieron otras iniciativas de atención psicológica de carácter gratuito para los sectores de menores recursos, desarrolladas por estudiantes de grado y posgrado de la Facultad de Psicología de la Udelar y la Maestría en Psicología Clínica de la Universidad Católica del Uruguay, con el asesoramiento de docentes. También el Proyecto ECHO, de la Universidad de la República, liderado por el académico Henry Cohen, brindó una serie de “teleclínicas ad hoc” para fortalecer las capacidades del personal de la salud.

Multiplicidad de respuestas y buena coordinación

En las conclusiones del estudio los investigadores destacan “la multiplicidad de las respuestas, su coordinación y el valor que tiene la colaboración de la población como indicador de resiliencia en el área de la salud mental”. Subrayan, además, el trabajo de los equipos de salud y el trabajo honorario de muchos profesionales.

Sobre la disminución en la demanda de salud mental durante los primeros meses de la pandemia en instituciones privadas de salud, los autores explican que “es posible que esto forme parte de la retracción general de las consultas, secundaria al temor a concurrir a instituciones de salud”, y que el dato contrasta con “el alto número de llamadas a la línea telefónica, lo que sugiere que esta última se ajustaba más a las necesidades del momento”.

En relación a la línea de apoyo emocional de 24 horas, indican que resultó un recurso de “importante nivel de uso” para la población. “La naturaleza de los pedidos de ayuda relevados en esta refleja el impacto psicológico inicial de la covid-19 y de las medidas de reclusión en nuestro país”, agrega el documento. Apuntan que la preponderancia de menos graves (código verde) sugiere el predominio de los factores situacionales frente a las patologías más severas; sin embargo, expresan que un porcentaje significativo requirió ayuda urgente y plantean que este punto requiere mayor investigación. Asimismo, sugieren que debería hacerse un seguimiento de los casos atendidos para comprobar la efectividad de la ayuda brindada.

Los investigadores también señalan que “no se dispone de información sobre el número de suicidios en este período” y que “es posible que el incremento de llamadas a la línea de prevención del suicidio pueda estar influido por las derivaciones desde la línea de apoyo psicológico, pero, de todos modos, este aumento marcado obliga a una especial atención a este tema”.

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