Durante la pandemia por la covid-19 las personas mayores fueron uno de los grupos más afectados, sobre todo, por las condiciones de encierro a las que se expusieron o fueron expuestos durante casi dos años. Además, el período contribuyó a una mirada social que se basa en la exclusión de las personas mayores en la toma de decisiones en cuanto a lo propio y lo colectivo.
El proyecto El cuidado de los Elepem (establecimientos de larga estadía para personas mayores) en tiempos de pandemia, a cargo de investigadores que integran el Centro Interdisciplinario de Envejecimiento (CIEN) de la Universidad de la República (Udelar), conformado por profesionales integrantes de varias facultades de la universidad y el Movimiento de Familiares y Residentes de Centros Elepem, estudió las principales consecuencias del aislamiento en esta población y el impacto sanitario y psicosocial.
El estudio se financió a través del Fondo universitario para la comprensión pública de temas de interés generales de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) y tuvo tres líneas de trabajo: la síntesis del conocimiento reciente sobre el tema, la intervención a través de talleres para reflexionar sobre los cuidados a las personas mayores en este tipo de centros, y una campaña de difusión pública para informar a la población sobre el cuidado en general y a largo plazo.
La presentación de los resultados estuvo a cargo de Carolina Guidotti, docente e investigadora de la Facultad de Psicología.
“Visión prejuiciosa sobre las personas mayores”
Algunas de las medidas implementadas en estos centros desde marzo de 2020 fueron el control de las visitas, la restricción de las salidas, la supresión o disminución de actividades con personas ajenas a los lugares de residencia, cuarentenas preventivas y vestimentas particulares, y protecciones para el personal, los usuarios y las visitas. Según el estudio, todas fueron producto de 12 recomendaciones de diferentes organismos especializados, entre ellos, el Ministerio de Salud Pública (MSP) y la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría (SUGG). Si bien al comienzo de la pandemia todas fueron recomendaciones, en agosto de 2020 el MSP emitió una ordenanza en la que dispuso que las medidas se tomaran con carácter obligatorio por todos los centros Elepem.
Según la revisión, las medidas tomadas tanto a nivel nacional como internacional “fueron efectivas” para detener los contagios del virus, pero fueron tomadas “sin cuestionamientos” con “una visión prejuiciosa sobre las personas mayores”, que se explica, por ejemplo, en “la escasa participación e incidencia de quienes viven en los Elepem en la toma de decisiones sobre su propia vida”.
Por otra parte, concluye que todas las restricciones pusieron el foco exclusivamente “en el aspecto biológico” y en evitar el contagio de la covid-19, “sin tener en cuenta los efectos negativos en el bienestar y en la salud mental” de las personas mayores.
Además, según datos que el Movimiento Elepem aportó a la investigación, “gran parte de los establecimientos prohibió las salidas” y mantuvo la pauta a lo largo de un año y medio. Por otra parte, las visitas de los familiares se redujeron y se realizaron en condiciones “muy exigentes” para la realidad y las condiciones de los establecimientos. De hecho, en algunos casos, debido a las condiciones del lugar, las visitas pasaron a estar prohibidas y sólo se mantuvo un contacto virtual “a través de medios electrónicos o desde la vereda”. Si bien a partir de julio de 2020 las visitas se retomaron “con normalidad”, se suspendieron cada vez que hubo un brote de casos.
Asimismo, el contexto de restricciones y aislamiento se dio en un panorama poco favorable en cuanto a las condiciones edilicias de los centros. El estudio recogió que, según los últimos datos del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), de 1.200 centros Elepem, en 2020, 109 presentaban irregularidades a nivel estructural, sanitario o social, 537 “algunas irregularidades”, y sólo 230 estaban “en condiciones de lograr la habilitación”.
Esas calificaciones significan que la mayoría de los centros, por lo menos durante el primer año de la pandemia, no contaban con normativas municipales y de higiene actualizadas, no tenían contacto con el exterior del establecimiento, tampoco espacios verdes y espacios que permitieran el desarrollo de “buenas prácticas”.
El impacto de las medidas
Tanto en Uruguay como en otros países donde las medidas fueron muy similares, no se “respetaron algunos puntos” de la Convención Interamericana de Protección de los Derechos Humanos para Personas Mayores y, en algunos casos, en Uruguay tampoco se respetó el Decreto 356/016 que define las condiciones de funcionamiento que deben cumplir los centros Elepem.
Según bibliografía reciente citada por el estudio, los principales efectos negativos en las personas mayores a raíz de las medidas implementadas por la pandemia fueron: incremento de la ansiedad, la tristeza y la depresión, desarrollo de sarcopenia (pérdida de masa y fuerza muscular) y un rápido deterioro físico, cognitivo y mental.
Por lo que se expuso sobre las consecuencias de las acciones aplicadas durante aproximadamente un año y medio, los investigadores plantearon que “las medidas debieron manejarse de manera personalizada”, que “un Elepem no es una institución de encarcelamiento” y que el vínculo entre cuidadores, residentes, y familiares “debería reajustarse”.
A partir de la experiencia vivida en este período se sugiere enfrentar “las carencias y los aprendizajes visibles” en cuanto a los espacios arquitectónicos, las prácticas de cuidado y el manejo del duelo. Por último, el equipo consideró que se debe “analizar y acompañar un retorno a la normalidad”, que en este momento, a meses de finalizado el período de pandemia, aún no es claro.