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Pablo Hein (archivo, abril de 2022)

Foto: Federico Gutiérrez

Según especialista, para intentar atenuar las cifras de suicidio es necesario crear políticas públicas sin patologizar la problemática

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Según datos preliminares del MSP, hubo 13 casos más en 2021 respecto de 2020; el diputado nacionalista Rodrigo Goñi propondrá convocar al Parlamento a organismos relacionados a la salud mental.

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Leído por Abril Mederos.
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En 2021 murieron 731 personas a causa de lesiones autoinfligidas –13 casos más que en 2020–, informó el sábado el diario El País, en base a cifras sobre suicidio que el Ministerio de Salud Pública (MSP) publicará en julio. La cartera califica los suicidios como “causas externas de morbilidad y mortalidad” y los rotula como “lesiones autoinfligidas intencionalmente”.

Según la información publicada, los suicidios aumentaron en noviembre y diciembre de 2021; algo esperable, según lo analizado por los especialistas en los últimos años. También que los hombres se suicidan más que las mujeres y que los departamentos del este del país son los que tienen las cifras más altas del territorio.

“Para hablar de suicidio hay que entender y considerar una serie de aspectos con un tinte social muy amplio”, explicó a la diaria Pablo Hein, magíster en Sociología e integrante del Grupo para la Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República. Agregó que para hacer referencia a los suicidios en un contexto de pospandemia es conveniente considerar por lo menos “desde 2020 y hasta 2023 inclusive, porque la mirada detallista de un año no aporta del todo”.

Por otra parte, resaltó que el aumento que pudo haber generado la pandemia en los suicidios de Uruguay –aunque aún no se conoce porque estamos en el período que sería conveniente incluir en el análisis– “no es un aumento significativo y tampoco del todo atribuible a la pandemia”. En Uruguay, “si ese aumento se confirma puede ser 5%”, según Hein. Acotó que a nivel global los últimos años las cifras de suicidio bajaron en todo el mundo salvo en las Américas, principalmente en Estados Unidos, Canadá y Uruguay.

Además, consideró que lo importante es “revisar qué hemos hecho, qué estamos haciendo y qué vamos a hacer por atenuar las cifras de suicidio” que tiene el país, que desde 2018 rondan los 700 casos por año. “Las cifras vienen creciendo desde el 2000; ese aumento sobrepasó la crisis de aquel año porque se mantuvo incluso hasta la actualidad”, expresó.

Específicamente en cuanto a los últimos dos años de pandemia, para Hein lo que seguramente sucedió es un comportamiento habitual de este tipo de períodos. “Durante el confinamiento la gente se preocupa por los demás, eso se llama ‘efecto guerra’; el suicidio tiende a descender porque las personas piensan en los otros”, explicó. Agregó que cuando un suceso de la magnitud de la pandemia finaliza se empiezan a notar las consecuencias individuales. Según la explicación, en este momento se puede empezar a notar los “daños de todo tipo”, por ejemplo, económicos, que sí podrían influir en las cifras de suicidio.

Para el sociólogo, más allá de los últimos años, “la salud mental está en una crisis de incomprensión, en la que se tiende a patologizar cosas que son propias de la vida cotidiana”. También consideró que hay muchos mitos o malas interpretaciones en cuanto al suicidio, por ejemplo, la idea de que los intentos de suicidio son una “señal” o “indicio”. “80% de los suicidios consumados no tuvieron un intento, porque el suicidio no necesariamente da señales, también son cosas que se acumulan en todos los niveles de la vida”, señaló.

Por último, consideró que lo más conveniente para intentar atenuar las cifras de suicidio que hace varios años se sostienen en Uruguay y que duplican otras causas de muerte, por ejemplo, las muertes por siniestros de tránsito y los homicidios, habría que “desencapsular el fenómeno de la salud mental” y aplicar modalidades que han adquirido otros países, como Argentina, Chile o España –que con buenos resultados han logrado atenuar sus cifras–. “Es importante diferenciar las etapas de prevención e intervención, también diferenciar las iniciativas por sexo y franjas etarias, por ejemplo”.

Como propuestas que puedan integrar nuevas políticas públicas, además de las que ya existen en Uruguay y tomando como ejemplo los países que obtuvieron buenos resultados, acotó que lo que se hizo y además funcionó en esas comunidades fue “incorporar al tratamiento del suicidio médicos, sindicatos, sacerdotes, vecinos, y generar un abordaje que sostenga la sociabilidad antes que la individualidad”. También espacios de diálogo, cartelería y un trabajo que comience en etapas tempranas de la vida. “Que un niño vaya a un lugar de recreación con sus padres y pregunte qué dicen carteles que hablen de suicidio contribuye”, ejemplificó.

Revisión

“Debemos abordar el suicidio con especial hincapié en la incidencia que tuvo la pandemia en la problemática” y debemos priorizarlo “antes que cualquier otra discusión”, dijo a la diaria el diputado nacionalista Rodrigo Goñi, quien este miércoles propondrá a la Comisión de Salud y Asistencia Social de Diputados convocar al MSP, la Sociedad de Psiquiatría, la Asociación de Psicólogos y el sistema mutual para dialogar acerca del suicidio.

Para Goñi, “no se está tratando el tema con la importancia que tiene”, sobre todo “en un contexto pospandemia en el que estudios de otros países demostraron que incide en la cantidad de casos”. Agregó que “hay que abordar el problema integralmente” y que la situación “no es culpa de nadie en específico” por eso convocará a varios entes. Comentó que a pesar de que siempre se habla de faltantes en psiquiatría o psicología, los profesionales que sí hay, “¿realmente están preparados para tratar el fenómeno?”, se preguntó.

Por otra parte, llamó a priorizar el tema antes que cualquier otra discusión, por ejemplo, la de la eutanasia y el suicidio asistido. “En cuanto a la legalización del suicidio, hay un apresuramiento inadmisible por aprobarlo este año, y esa legalización debilita las campañas de prevención de suicidio”, consideró Goñi. Agregó que los dos proyectos a estudio no son del todo claros en algunos conceptos, y que por ejemplo, al plantear el caso del sufrimiento insoportable la definición también “abarca a los enfermos crónicos”, mientras que “para quienes se plantean morir [al legalizar el suicidio asistido] les estamos diciendo ‘si usted quiere suicidarse el Estado colabora'”. Concluyó que priorizar la eutanasia antes que el suicidio es “un mensaje contradictorio y por eso primero hay que abordar el suicidio, con especial hincapié en la incidencia de la pandemia”.

Artigas Pouy, el presidente de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, una de las instituciones a las que pretende convocar Goñi a comisión, dijo a la diaria que el suicidio “es un tema muy complejo que siempre fue muy preocupante”, y que “la multifactorialidad del suicidio abarca, entre otras cosas, la situación de crisis que pasa el país, en algunos aspectos, vinculado a la emergencia sanitaria por la covid-19”. Para Pouy, habría que mejorar y ampliar el abordaje del fenómeno, “aunque hace muchos años que se viene trabajando”. Ante la convocatoria, consideró que participar en la revisión de las políticas es un aporte en sí mismo y que se convoque a los especialistas ya es algo positivo. En esa línea, valoró que se llame a la Sociedad de Psiquiatría para dialogar sobre los posibles cambios en las políticas que se han implementado hasta el momento.

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