La afasia es un trastorno del lenguaje que se produce luego de sufrir un daño neurológico, por ejemplo, un accidente cerebrovascular (ACV), y puede comprometer la comprensión o producción oral de mensajes lingüísticos. En paralelo, también pueden aparecer “otras dificultades” adjuntas, como trastornos en la lectura o escritura, según explicó a la diaria Lucía Marroco, una de las licenciadas en Lingüística que trabajan en la Unidad Académica de Fonoaudiología del Hospital de Clínicas y en el programa de neurorrehabilitación del centro.
En el marco del mes de concientización sobre la afasia, la diaria conversó con Marroco sobre el trabajo de la unidad, que funciona desde 2023 y se especializa en audiología, lenguaje, comunicación y tratamiento de la voz. La lingüística interviene en el tratamiento de los pacientes para complementar el trabajo de la fonoaudiología, por ejemplo, mediante el análisis de corpus (textos).
“Las personas ingresan al programa de neurorrehabilitación si tienen dos o más dominios afectados”, explicó Marroco; por ejemplo, si además de un compromiso lingüístico presentan un compromiso en los miembros superiores. En el programa de neurorrehabilitación, los profesionales de todas las áreas trabajan con la persona mientras está internada y luego siguen en tratamiento ambulatorio. Durante la pandemia se implementaron las consultas virtuales, que aún se mantienen debido a la dificultad de los pacientes para trasladarse.
En el marco del trabajo de la unidad, también se generaron talleres de conversación entre personas con afasia, algo “muy importante”, marcó Marroco, ya que quienes sufren de estas dificultades tienden a quedarse aislados. “Sufren, porque son personas adultas que tenían una competencia lingüística ya la pierden, sienten que no son las mismas de antes”, explicó.
Por su parte, Florencia Barberan, fonoaudióloga integrante del equipo, explicó que los motivos más frecuentes de la afasia, además del ACV, son los traumatismos de cráneo y los tumores cerebrales. Las primeras etapas del trastorno “son críticas” y la evolución de cada paciente “depende de la evolución del impacto del daño neurológico”, también de factores premórbidos y de la red de contención familiar con la que cuente.
Los síntomas “son variados”: puede afectar la comprensión, la producción, el lenguaje escrito, la comprensión lectora y la posibilidad de escribir. En cuanto al tratamiento, Barberan sostuvo que no hay medicamento asociado a la afasia y que lo más oportuno es que el paciente reciba un plan de tratamiento acorde “a cada persona y a su dificultad”. El daño neurológico “no se revierte”, pero sí se mejora la capacidad comunicativa, por lo tanto, el nivel de recuperación puede ser “muy bueno”. Lo importante “es que la persona vuelva a comunicarse en su vida diaria”, resumió.
El área recibe pacientes de todas las edades, desde neonatos hasta adultos que se atienden en el hospital universitario. Dependiendo de la demanda que haya en el servicio, la unidad recibe consultas en el marco del servicio de segunda opinión, que atiende a pacientes externos al hospital. Por el momento, entre mayo de 2023 y el mismo mes de este año, en la unidad se atendieron 623 pacientes.
La importancia del acompañamiento
Martín sufrió un ACV en 2015, cuando tenía 20 años y era estudiante de Derecho. Una de las secuelas que le dejó fue la afasia. En diálogo con la diaria, detalló que en su caso le afectó el lenguaje, por eso comenzó tratamientos con fonoaudiólogos y neurólogos, que lo ayudaron a recuperar el habla y a volver a la facultad un año después de empezar los tratamientos.
“En un primer momento no hablaba, luego sí, pero mal. Las personas no me entendían y eso me frustraba”, recordó. A su vez, dijo que evitaba salir a la calle porque no se sentía cómodo a la hora de comunicarse con personas desconocidas. “Sólo hablaba con familia y amigos. Abrirme cada vez más me costó mucho tiempo”, aseguró.
Martín dijo que para quienes están sufriendo el trastorno, desde su experiencia, lo más importante es la compañía, porque “es más llevadero con la compañía de familiares y amigos”, sobre todo cuando “hay que enfrentarse a situaciones difíciles”. Sus mejoras son notorias: logró terminar de estudiar y actualmente está por iniciarse en el mercado laboral.
Si bien en Uruguay no hay registros estadísticos sobre la enfermedad, a nivel mundial hay dos millones de casos nuevos por año.