¿A qué te dedicás y desde cuándo?
Soy bailaora desde muy pequeña, ahora tengo 50 años, y me dedico a la docencia hace más de 30 años.
¿Cómo afecta la pandemia tu trabajo?
En lo emocional me ha afectado muchísimo, es muy difícil. En lo laboral nos han quitado, nos han cerrado nuestras fuentes de trabajo: los teatros, los restaurantes, en los que no podemos hacer espectáculos de baile, que es parte de nuestro ingreso. En el tema de los alumnos que toman las clases, con los más pequeños no es posible trabajar por Zoom, se ha propuesto mucho el trabajo en línea, pero eso tiene varias contradicciones. En el caso de nuestra disciplina, se necesita un piso específico, un espacio y un dispositivo con el cual trasmitir, y no todo el mundo lo tiene. Muchos colegas no pueden trabajar en sus casas, y ahora mismo el decreto dice que los gimnasios y las escuelas de danza deben permanecer cerradas.
El alumno también se ha visto afectado emocionalmente. Nuestra escuela, aparte de enseñar danza, es un espacio donde vienen a buscar dónde dejar el afuera, buscar una contención, cómo poder manifestarse a través de la danza, y eso de manera virtual no está resultando.
¿Las medidas del gobierno son adecuadas?
No creo que hayan sido las adecuadas para nuestro sector y para la educación en general.
¿Te vas a vacunar?
No quiero vacunarme, pero tengo que vacunarme.
¿Qué cosas habría que hacer para mejorar tu rubro?
Para mí habría que convocar a representantes y buscar soluciones en conjunto y no que el gobierno busque soluciones por separado, sin saber las necesidades exactas que tiene el sector artístico.
¿Qué te parece que va a pasar con el coronavirus?
No tengo una visión real de lo que puede llegar a pasar en este momento. Esperemos que, como todo en Uruguay llega tarde, pero llega, la aparente paz que está llegando a algunos países pueda llegar pronto al nuestro.
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