El Instituto Cuesta Duarte presentó este jueves un informe sobre el estado de situación de los ingresos percibidos por una parte de los trabajadores a nivel nacional durante el año 2024. Una de las primeras conclusiones del trabajo es que “en 2024 disminuyó la proporción de trabajadores con ingresos laborales sumergidos respecto al año anterior pero aún sigue siendo superior a los niveles de 2019”.
El informe indica que, en 2024, aproximadamente 503.000 ocupados percibieron ingresos líquidos inferiores a 25.000 pesos mensuales por 40 horas de trabajo semanales, “lo que representa el 30% del total de ocupados”.
En ese sentido, sostiene: “Esto se da en una economía que, más allá de su lento crecimiento, hoy es más rica que 5 años atrás. Los bajos ingresos por el trabajo son un flagelo de larga data del mercado laboral, el que se debe atender de manera prioritaria en pos de mejorar la calidad del empleo y por su vínculo con otras problemáticas sociales como la pobreza y la vulnerabilidad”.
Por franjas de ingresos, explica el Cuesta Duarte, se estima que 153.000 personas percibieron menos de 15.000 pesos líquidos mensuales; unas 350.000 tuvieron ingresos entre 15.000 y 25.000 pesos al mes; 358.000 entre 25.000 y 35.000 pesos; otras 339.000 ganaron entre 35.000 y 50.000 pesos, y finalmente unos 445.000 ocupados recibieron ingresos superiores a los 50.000 pesos mensuales.
En el caso de los trabajadores dependientes (asalariados), alrededor de 293.000 percibieron salarios sumergidos (25% del total), mientras en el extremo opuesto, 331.000 superaron los 50.000 pesos líquidos mensuales.
“Estas cifras implican una leve mejora respecto a 2023, aunque en términos relativos todavía representan un aumento en comparación con 2019. Tanto entre ocupados como entre asalariados, las mujeres se ven más afectadas por los salarios sumergidos”, sostiene el estudio, y afirma que, entre los asalariados, los grupos más afectados son: los trabajadores informales, los del sector privado, los jóvenes y los del interior del país.
Se destaca también que, proporcionalmente, los sectores de actividad más afectados por los salarios sumergidos son el sector rural, el servicio doméstico, los restaurantes y hoteles, y el comercio.
“Si bien la elevada proporción de trabajadores con ingresos laborales sumergidos es un rasgo estructural del mercado laboral uruguayo, resulta preocupante el retroceso registrado en los últimos años”, dice el Cuesta Duarte, y agrega que reducir de manera significativa el porcentaje de trabajadores con salarios sumergidos “requiere de un impulso más fuerte de la política salarial que, a través de la negociación colectiva, garantice incrementos reales significativos, con especial atención al salario mínimo nacional y a las categorías más sumergidas en cada rama de actividad”.
Una mirada sobre la pobreza
Por otra parte, resalta que la situación de los trabajadores pobres “es especialmente preocupante”, dado que el 68% de los ocupados pobres perciben salarios sumergidos. Esto afecta aproximadamente a unas 123.000 personas.
El Instituto destaca que “los salarios sumergidos y la pobreza están relacionados”, pero, aún así, “se trata de fenómenos distintos”. Desde el Cuesta Duarte se considera que el primero “refiere solamente a ingresos laborales, definido a partir de un umbral subjetivo (se estableció el umbral en los 25.000 pesos líquidos a noviembre de 2022)”.
Por su parte, con relación a la pobreza, dice el Instituto que “se calcula comparando los ingresos per cápita totales del hogar con la línea de pobreza monetaria, que se establece a partir del costo de adquirir una canasta básica de bienes alimentarios y no alimentarios”.
“Los ingresos en este caso no solo provienen del trabajo o involucran únicamente el cobro de salarios, sino que incluyen además otras partidas, como transferencias y rentas de capital. En diciembre de 2024, la línea de pobreza se ubicó en alrededor de 21.400 pesos líquidos para un hogar unipersonal inquilino de Montevideo y de 17.200 pesos para un hogar unipersonal inquilino del Interior (a precios de noviembre de 2022)”, sostiene un fragmento del estudio.
En esa línea, explica también que, “aún considerando estas diferencias, la proporción de salarios sumergidos es mayor entre los trabajadores que viven por debajo de la línea de pobreza”.
Dentro de los datos que aporta el trabajo, sobresale que, del total de ocupados, unas 179.500 personas viven en hogares pobres. Entre los ocupados pobres, el 68% percibe ingresos laborales menores a los 25.000 pesos líquidos mensuales, y el 29% ni siquiera alcanza los 15.000.
“Este patrón se observa también entre los asalariados y los asalariados formales. En este último grupo, el 57% de los trabajadores pobres cobra salarios sumergidos mientras que entre los asalariados formales no pobres la cifra es de 19%. Esto evidencia que, en el marco de los Consejos de Salarios, todavía existe un amplio margen para mejorar la remuneración de los trabajadores más vulnerables y afectar por esta vía los índices de pobreza monetaria”, concluye el análisis.