Alexandre de Moraes, juez integrante del Supremo Tribunal Federal de Brasil, dio este lunes un plazo de 48 horas al expresidente Jair Bolsonaro para que explique por qué permaneció dos días en la embajada de Hungría en febrero, después de que le fuera confiscado su pasaporte.

De Moraes está a cargo de investigar si Bolsonaro formó parte de una trama golpista para mantenerse en el poder después de perder las elecciones de octubre de 2022, en las que ganó el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Fue en el marco de este caso judicial que se le incautó al expresidente el documento para evitar que dejara el país.

La estadía de Bolsonaro en la embajada magiar, que se extendió del 12 al 14 de febrero y levantó las sospechas de un intento de refugiarse para evitar a la Justicia y una eventual detención, fue revelada por el diario estadounidense The New York Times] y confirmada por el propio expresidente.

Cuatro días antes de su ingreso en la sede diplomática, la Policía Federal había lanzado una operación para investigar a Bolsonaro y a varios de sus colaboradores más cercanos, después de que se conocieran testimonios acerca de un supuesto intento de convencer a las Fuerzas Armadas de apoyar un golpe de Estado.

Dos de los testigos fueron los excomandantes del Ejército Marco António Freire Gomes y de la Fuerza Aérea Carlos Baptista Júnior. Ambos dijeron que mantuvieron a fines de 2022 varias reuniones con el entonces presidente de Brasil y con sus colaboradores en las que se les planteó que apoyaran un plan de Bolsonaro para mantenerse en el poder, decretar un estado de sitio u otra figura similar, intervenir el Tribunal Superior Electoral y detener al juez De Moraes.

Este martes Bolsonaro volvió a referirse a su estadía en la embajada, consultado por periodistas en San Pablo. “Dormir en una embajada y hablar con el embajador... ¿Hay algún delito en eso? Dejen de perseguir”, expresó lacónicamente el exgobernante.

Días antes había argumentado que estuvo allí como “invitado” y que mantiene “un círculo de amistades con algunos jefes de Estado del mundo”, dando a entender que fue hospedado por su cercanía con el ultraderechista Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría.

“Muchas veces esos jefes de Estado me llaman para que yo pueda prestarles informaciones precisas de lo que sucede en nuestro Brasil. Frecuento embajadas también aquí, en Brasil, converso con los embajadores. No tengo pasaporte, está retenido, si no estaría con Tarcísio [Freitas, gobernador de San Pablo] y con Ronaldo Caiado [gobernador de Goiás] en ese viaje [que ambos hicieron] a Israel, un país hermano, un país fantástico en todos los aspectos”, agregó Bolsonaro, según citó Agencia Brasil.

El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, llamó a consultas al embajador húngaro en Brasilia, Miklós Halmai, para pedirle explicaciones sobre lo ocurrido. La cancillería del gobierno de Lula informó que su secretaria para Europa y América del Norte, María Luisa Escorel, se reunió con Halmai durante unos 20 minutos. De acuerdo con el portal Metrópoles, el embajador evitó responder muchas de las preguntas que se le plantearon y presentó la estadía de Bolsonaro en la embajada como un hecho habitual, tal como lo hizo el expresidente.

Escorel le recordó a Halmai que Bolsonaro tiene varios procesos penales abiertos por los cuales se dispusieron diversas medidas precautorias, entre ellas, la retención de su pasaporte.

Según informó Brasil 247, integrantes del Supremo Tribunal Federal dijeron a CNN Brasil que sospechan que Bolsonaro quiso transmitir a Hungría un relato acerca de que es perseguido por la Justicia, en un intento de buscar apoyo internacional contra las investigaciones penales que lo involucran.

“Si Bolsonaro le pide ayuda a Orbán, la respuesta será positiva”, dijo a O Globo el analista político Sándor Gyula Nagy, profesor de la Universidad de Corvinus, en Budapest, y especializado en América Latina, aludiendo a un posible pedido de asilo.

El académico comentó además que, en Hungría, la noticia de que se divulgaron imágenes de Bolsonaro entrando a la embajada de ese país fue enfocada por algunos medios de prensa como un problema de seguridad de los servicios diplomáticos húngaros, más que como un asunto político internacional.

Acerca de la respuesta del gobierno de Orbán que Brasil reclama, Nagy dijo que “el embajador sólo hablará si tiene autorización para hacer comentarios” y que “el gobierno húngaro todavía está pensando en cómo reaccionar”.