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Vecinos denuncian proyecto de megabasurero en la localidad de Empalme Olmos, Canelones.

Foto: Alessandro Maradei

Alertan que basurero en Empalme Olmos podría dañar fuente de abastecimiento de agua potable clave en momentos de crisis

2 minutos de lectura
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El docente del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales Daniel Panario indicó que el arroyo Pando, curso de agua lindero donde busca instalarse el emprendimiento, funciona como embalse, por lo que es vulnerable frente a la contaminación.

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La construcción de un sitio de disposición final de residuos en Empalme Olmos, que almacenará 75 toneladas diarias -aproximadamente el 15% del total generado en Canelones- y que también irá acompañado de una planta de “valorización de residuos domiciliarios”, continúa generando repercusiones. Hace unas semanas se conoció que la idea promovida por la compañía Morseloy SA fue fuertemente resistida por vecinos y vecinas de la zona debido a su proximidad con el arroyo Pando, viviendas, emprendimientos productivos, escuelas y pozos desde donde se extrae agua subterránea para abastecimiento humano. Los vecinos sostuvieron que de instalarse el emprendimiento traería impactos negativos para la comunidad y la salud socioambiental. En los últimos días se sumó una nueva voz crítica: se trata de Daniel Panario, docente del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Basurero industrial ¨Cañada Grande¨ en zona de Empalme Olmos.

Foto: Alessandro Maradei

“El arroyo Pando funciona como un embalse. Fue usado para abastecimiento de agua potable hasta que OSE decidió mandar el agua a Pando desde Montevideo. Tuvimos muchos problemas de desabastecimiento en la ciudad por esta medida. Lo que ocurre es que, al funcionar como un embalse, la contaminación termina pudriéndolo. Las personas no se acuerdan, pero en 1970 el arroyo Sauce, que es el principal afluente del arroyo Pando, estaba muy contaminado por empresas de envasados de alimentos y frigoríficos. En un momento hubo precipitaciones fuertes en su cuenca, pero no en la del Pando. Esto generó que toda la contaminación se trasladara al embalse. Murieron todos los peces, se notó la presencia de un olor impresionante en el arroyo Pando. Por esta razón, poner una planta de este tipo al lado de un embalse es catastrófico”, alertó Panario en diálogo con la diaria.

Mapa de la zona del megabasurero, en la localidad de Empalme Olmos.

Foto: Alessandro Maradei

El docente del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales también destacó que el arroyo Pando podría ser una salvaguarda en momentos de crisis de abastecimiento de agua potable, como la que se vivió hasta hace unos pocos meses. “En el manifiesto que elaboramos los científicos del agua con medidas presentado en noviembre de 2022 propusimos que, en lugar de centralizar las fuentes de abastecimiento de agua potable, se descentralicen. La contracara es que cuando un arroyo se empieza a contaminar, la OSE lo abandona. La OSE va abandonando aquello que no le sirve y eso no puede seguir así. Al abandonarlo no pelea por mantener la calidad del agua, cuando es uno de los cometidos establecidos en la carta orgánica del organismo”, reafirmó. Por esta razón, la posibilidad de que los lixiviados del sitio de disposición final de residuos lleguen al arroyo Pando representa uno de los problemas del emprendimiento: podríamos estar comprometiendo una posible fuente de abastecimiento de agua potable a futuro.

Arroyo Pando y terreno lindero donde se instalaría el megabasurero en la localidad de Empalme Olmos..

Foto: Alessandro Maradei

Al igual que los vecinos y vecinas, Panario destacó que el informe elaborado por la empresa -que luego fue presentado ante el Ministerio de Ambiente para conseguir la autorización ambiental- presenta imprecisiones. Por ejemplo, “niega a la gente que se abastece de los pozos y que puede que no estén registrados”. “Está lleno de casitas en la zona, cada cual con su pozo. ¿Qué van a hacer? ¿Quién les va a dar el agua después? ¿Van a entrar bidones? Es brutal”, enfatizó, haciendo referencia a la posibilidad de que los lixiviados también podrían contaminar el agua subterránea.

Barrrio Nuevo, frente al futuro megabasurero.

Foto: Alessandro Maradei

Asimismo, calificó de “bestialidad” que la cartera ambiental haya categorizado el proyecto como A, es decir, que presentaría “impactos ambientales negativos no significativos” y “dentro de lo tolerado”. De reafirmarse esta situación, la empresa proponente no tendría que presentar un estudio de impacto ambiental ni realizar audiencias públicas con la comunidad. “Ha habido mucha resistencia en la zona, se sabe que la gente es guerrera y no se deja pasar por arriba fácil. Si no fuera por esto, Empalme Olmos sería una zona de sacrificio absoluta”, finalizó el académico.

Venta de terrenos en la zona.

Foto: Alessandro Maradei

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