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El presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, Tabaré Aguerre, ayer durante la presentación del manual de buenas prácticas agrícolas.

Foto: Javier Calvelo

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Publican guía para agregar valor al cultivo de arroz y mejorar su competitividad.

La guía de buenas prácticas en el cultivo de arroz es un instructivo con “principios y recomendaciones técnicas” para mejorar la calidad del grano e incorporarle valor mediante un proceso de certificación. El presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) y futuro ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, explicó que el mundo está aumentando las trabas “paraarancelarias”, exigiendo aplicación de pautas ambientales y de calidad del producto, y que la guía “busca dar un paso adelante” en ese sentido. El actual ministro, Andrés Berterreche, destacó la iniciativa y la participación de instituciones públicas y privadas en su concreción.

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Aguerre evaluó que la guía es “un primer paso” para incorporar “valor agregado ambiental” a un producto que se exporta en un 95% y cuya calidad es diferenciada positivamente a nivel internacional. Pero advirtió que el mundo va hacia una tendencia “paraarancelaria” de trabas comerciales, no tributarias sino de requerimientos ambientales y de calidad. Por ello se busca orientar la producción hacia la utilización de agroquímicos, la rotación del suelo y la trazabilidad del grano. El instructivo contiene “un conjunto de principios y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, que permiten alcanzar altos niveles productivos y generan valor agregado al producto final”.

Esos principios se dividen en dos capítulos: “Cumplimiento mayor”, que incluye prácticas de carácter legal y aplicación obligatoria, y “Se recomienda”, donde se describen procedimientos de “alta productividad, que cuidan el medio ambiente y mejoran la competitividad”. “Son prácticas recomendadas de buen manejo agronómico y ambiental, que deben constituir en adelante la hoja de ruta por la cual se va a procesar el ciclo de producción del arroz del Uruguay”, ponderó.

La guía se enmarca en un conjunto de políticas generales y propone, entre otras, un proceso de “ecocertificación” que se complemente con un sello de calidad y un certificado de origen. “No se trata sólo de hacerlo sino de demostrarlo, para que los mercados que reciben nuestros productos puedan constatar que nuestro arroz, que es reconocido en el mundo por su calidad, [...] además se reconozca por aquellos productos intangibles, y eso requiere de un proceso de certificación de inocuidad ambiental, de buen manejo del ambiente, de los trabajadores y de todos los aspectos del proceso de producción”, detalló.

Extendente

Aguerre también sugirió el cultivo por rotación entre pasturas y arroz, un “concepto clave” de la competitividad del grano uruguayo. Asimismo, se deben “medir las emisiones de gases de efecto invernadero que producen los sistemas productivos de arroz y pasturas”, con lo que los productores “podrán certificar niveles de emisión menores a los de nuestros competidores”. Es que “en un mundo cada vez más preocupado por el calentamiento global”, ese elemento puede “transformarse en una ventaja comparativa a los efectos de seguir vendiendo cada vez más y mejor arroz uruguayo”.

Además, “el agregado de valor que se obtenga por la certificación o por el acceso a un mercado diferencial debe ser recibido por el productor”, de modo de generarle “un estímulo en su compromiso con este modelo de producción”.

Berterreche, en tanto, valoró como “particularmente importante” la iniciativa y resaltó el trabajo conjunto entre los sectores privado y público. “Éstas son las cosas que dan un cimiento para lanzarnos a ser un país productivo a nivel agropecuario y competitivo desde todo punto de vista”, celebró el ministro.

Alertó que las no arancelarias “son las trabas a futuro más fuertes”, destacando que el instructivo “se está adelantando a ello y nos permite vislumbrar un futuro bastante promisorio”.

Si bien la guía se orienta específicamente al sector arrocero, el jerarca valoró que debería ser “extensiva para toda la agricultura”, aunque contemplando las diferentes particularidades.

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