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Nacional – Tacuarembó, el sábado en el estadio Centenario.

Foto: Agustín Fernández

El vuelo de Jonathan

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Con goles de Ramírez y Regueiro empataron Nacional y Tacuarembó.

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El botija apareció como Perico por su cancha. Petiso, elástico, algo desgarbado. Metió el sprint terrible, un rayo rojo quemando el pasto, encarador fiero, definidor nato.

Los clásicos remolones de siempre aún no se habían acomodado en los escalones calientes del cemento del templo mayor. El chasquido del murmullo creció con algo de asombro. Igual que una ola espumosa que indefectiblemente morirá en la orilla. Recién empezaba todo y Jonathan Ramírez (19 años), el juvenil artillero de Tacuarembó, a pura velocidad y clase anotó el 1 a 0 parcial dejando al golero Muñoz en falsa escuadra. Todo fue rápido. Capaz que impensado. Rodó el esférico y en menos de lo que canta un gallo o el eterno Mago -que también nació en Tacuarembó- la guinda, brillante tembló en la red alba.

En fin, así es el fútbol en el quiebre de la lógica y los pizarrones previos. La escuadra del batallador Almada dominó en la primera parte y bien pudo aumentar el marcador. Nacional sufrió esa pesadilla llamada Jonathan -que también gritó goles frente a Danubio y sumó cuatro en dos partidos- al cual el corpulento zaguero Lembo le miró el número de la blusa dos o tres veces correteándolo de atrás. Tacuarembó se paró firme y las geometrías de Matute fueron controladas, con buenas actuaciones de Dutra e Inella. El circuito de fútbol tricolor quedó empantanado. El equipo de Acevedo empezó a remar en la segunda parte. El juvenil volante Mauricio Pereyra (que tiene la pesada mochila de hacer olvidar a Lodeiro) movió veloz un tiro libre hacia Regueiro y Mario, sin perder la sonrisa de párroco, giró como un trompo y encajó un zurdazo cruzado para gritar el 1 a 1 que finalmente cerró los formularios. Después metió una chilena que si entraba se caían todas las estanterías. Y a poco del final Regueiro pegó un zurdazo en un caño con sensación sólida de gol. Nacional ensayó las ricas variantes debido a un plantel de grandes individualidades.

Allá fueron Balsas y Chapa Blanco para aumentar el poder de fuego sin suerte.

Gran faena del conjunto norteño, que fue protagonista y tiene valores que van a dar que hablar. Nacional empató y también pudo ganar, aunque le faltó ese punch de red al que está acostumbrado el hincha bolso.

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