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Rodrigo Mora, ayer, tras convertir el segundo gol de Cerro ante Deportivo Quito, en el estadio Centenario.

Foto: Victoria Rodríguez

Ésa es la blanca y celeste

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Cerro obtuvo una gran victoria en su vuelta a la Libertadores al vencer a Deportivo Quito por 2 a 0 en el Centenario.

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El camión salió tosiendo. La caja repleta, banderas ondeando y sonrisas anchas como tajadas de sandía. Allá fueron los muchachos de Cerro, hacia el oeste, rumbo al barrio pletórico, bañados en sudor, con las gargantas secas y el corazón en cada esquina, en cada rincón, en las cantinas.

Todo empezó temprano, con un sol de fuego pegando de pleno en el cemento ardiente de la Olímpica. Entre banderas celestes y blancas y pasión de locos. Enredados entre bombas de humo, batiendo palmas y cantando siempre.

En un gran debut copero, Cerro levantó triunfal los brazos al derrotar por la Libertadores al conjunto visitante. Fue un 2-0 sólido y casi perfecto.

El Quito es bicampeón de Ecuador, con algunos buenos exponentes, con jugadores que han jugado en el combinado ecuatoriano y con dos puntas argentinos que casi no la tocaron.

En el comienzo Cerro arrancó apurado, nervioso por cumplir con la gente. Los ecuatorianos metieron tres arriba, tocaron y giraron en una calesita boba.

A los 15 minutos de juego, tuvo lugar la primera jugada de peligro con un centro de Mora que el zaguero Escobar despejó al córner de cabeza. Al ratito explotó el estadio.

Sobre el minuto 19, el arquero Ibarra tapó un zurdazo de Dadomo y el Chancho, ni lerdo ni perezoso, volvió a encajar otro zurdazo potente, esquinado, por afuera, y la clavó arriba. Golazo. Fue el 1 a 0.

A la media hora de juego hubo dos comprobaciones claras: Cerro dominaba con claridad y los ecuatorianos no pasaban de la mitad de la cancha.

En el equipo albiceleste se destacaban el zaguero Melo, bien sólido, Pellejero y Suárez, muy atentos, y arriba Mora movedizo.

Cerro más cerca del segundo que de un posible empate. A los 45, otro bombazo de Dadomo que manoteó el golero y casi enseguida, otra chance para aumentar el marcador.

En el segundo acto, Cerro salió decidido a rematar el pleito. A los 62 de juego volvió a subir la euforia grupal con el 2-0 favorable a la escuadra cerrense. Marcó mal el zaguero Caicedo, para peor el golero Ibarra la embarró terriblemente, y apareció Mora para definir de pierna derecha, mandó la sandía jugosa rastrera contra un palo.

Pero no hay tregua, falta oxígeno. El accionar levanta hervor. A los 81 minutos de juego se picó todo: montonera, sensación de rosca, en el pretil de los galletazos, Melo se quiso comer al Negro Arroyo pero el juez chileno desestimó todo.

Cerro ganó bien, controló el partido todo el tiempo, generó fútbol y administró el esférico con carpeta. Cumplieron gran tarea en mitad de cancha Pellejero, Suárez y Dadomo; Mora redondeó una gran perfomance colocando, además, el segundo y definitivo gol cerrense. Como siempre, igual que toda la vida, hay puños como martillos y emoción intensa. No es para menos, un debut internacional con sólida victoria.

Los gritos ganaron el final de la tarde y la consigna-pasión “Cerro-Cerro, Cerro-Cerro!” retumbó un largo rato en varios puntos de la ciudad. Todo quedó más celeste que nunca, igual que un cielo, un techo azul, bien de verano. Señores, Cerro se tomó en serio la Copa.

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