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Acto de entrega de viviendas a jubilados, en un complejo de tres pisos y 20 viviendas de un dormitorio en las calles Contucci y Darwin, en Montevideo. (archivo, mayo de 2007)

Foto: Javier Calvelo

Cambiar la pisada

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Planteos para reformular soluciones habitacionales de jubilados y pensionistas.

El modelo de soluciones habitacionales para adultos mayores aplicado desde la década de 1990 presenta grandes fisuras. Además de inconvenientes de orden físico, se cuestiona el lugar desde el que se toma en cuenta al adulto mayor al momento de elaborar las políticas habitacionales. El tema fue discutido ayer en el “Primer taller interdisciplinario de la Universidad de la República (Udelar) para la innovación en soluciones habitacionales de las personas adultas mayores”. Los aportes de este taller servirán de insumo para los organismos gubernamentales, dispuestos a reformar el modelo vetusto.

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Radiografía

El grupo de investigadores del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales presentó los resultados del “Estudio nacional sobre beneficiarios y potenciales beneficiarios del programa ‘Soluciones habitacionales para jubilados y pensionistas’”, elaborado a base de datos recopilados entre noviembre y diciembre de 2009. El programa del BPS tenía en ese momento 5.679 residentes, distribuidos en 197 complejos. El equipo trabajó sobre una muestra de 985 casos. Es interesante destacar algunos de los resultados: 75% de la población beneficiaria son mujeres y casi 50% tienen entre 71 y 80 años. El 70% de los hogares que habitan los complejos son unipersonales, 89% tiene ingresos totales inferiores a los 6.000 pesos (se incluye aquí, además de la pensión, ayuda de familiares o ingresos por trabajos, en general, precarios). El equipo relevó que 77% de los adultos mayores tenía una opinión satisfactoria respecto del complejo habitacional, notando un mayor grado en el interior del país que en Montevideo, así como una mayor satisfacción en los complejos de dimensiones pequeñas. La evaluación fue buena con relación a temas como limpieza y tranquilidad, y 70% evaluó positivamente la seguridad. Un 75% consideró “bueno o muy bueno” el barrio en que estaba ubicado el complejo, pero resulta importante la lectura inversa, es decir, comprobar que 25% lo considera “malo”. El 50% afirmó que los comercios en el barrio eran pocos, y se detectó un reducido menú de servicios comunitarios. Los problemas de infraestructura de la vivienda fueron mencionados por 13,8%, y los deterioros por 8,9%. Un 44% indicó que el BPS se ocupa “mucho o bastante” en resolver las problemáticas del complejo. Se notó que la falta de regulación para uso de espacios comunes genera problemas de convivencia. Detectaron conflictos también a raíz de hogares extendidos con niños. ■

La iniciativa se llama Innovaciones Habitacionales 2010 y forma parte de un proyecto de las Naciones Unidas (Unidos en la Acción, 2007). En el ámbito local es desarrollada por el Banco de Previsión Social (BPS), en conjunto con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).

Las soluciones habitacionales en cuestión son las que están bajo la administración del BPS, dirigidas a jubilados y pensionistas de bajos ingresos (inferiores a 5.500 pesos). Éstas fueron creadas a partir del fondo de vivienda consolidado en 1988, y durante algunos períodos estuvo a cargo del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA).

Ayer, como parte del proyecto Innovaciones Habitacionales se realizó un taller interdisciplinario en el que participaron docentes de las facultades de Arquitectura, Ciencias Sociales y Psicología de la Udelar. Armando Cuervo, director del BPS, explicó a la diaria que el taller es “preparatorio de un seminario interinstitucional que se va a hacer a fines de mayo, con la participación de los ministerios de Vivienda y de Desarrollo Social, del BPS, la ONAJPU [Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay] y el PIT-CNT”.

Otra casa es otra cosa

En la apertura del taller participaron representantes gubernamentales y decanos de las facultades involucradas. Allí fue planteada la necesidad de entender el problema habitacional como un todo complejo, que indica “la manera en que una sociedad entiende la inclusión y la articulación social”. Se cuestionó el término “beneficiario” de una vivienda digna, en contraposición al de “titular de derecho”. Y se insistió en la sustitución del concepto “vivienda” por el de “solución habitacional”.

Geza Stari, director del BPS en representación del sector de los pasivos, dijo que hay más de 5.600 viviendas habitadas por jubilados del BPS y que falta resolver la situación de otros miles. Stari concluyó su exposición diciendo: “Los que tienen vivienda tienen tantos o más problemas que los que no la tienen”, en alusión a que las casas construidas en la década de 1990 no se adaptan a los características físicas y mentales que presenta, o puede presentar, la población destinataria. Asimismo, señaló que muchos complejos fueron construidos “frente a cementerios, alejados de la ciudad y en condiciones absolutamente inadecuadas”.

Además de intercambiar ideas sobre el diseño que deberían tener las viviendas, plantearon la inquietud de si es necesario construir más, o si es preferible acudir a otras soluciones, como puede ser el arrendamiento. Esta idea es compatible con algo que se remarcó, que es la inconveniencia de construir edificaciones sólo para adultos mayores, que terminan significando una guetización, es decir, que causan un segundo problema, el de la segregación socioterritorial.

Enfoque integracionista

El arquitecto Raúl Vallés, quien también participó en el taller, explicó a la diaria que “una de las líneas principales es desmarcar la concepción tradicional de la vivienda como un objeto, como cuatro paredes y un techo, una visión más viviendista, más productivista, más economicista, en el entendido de que es bueno reflexionar sobre una batería de posibilidades que refleje más claramente la heterogeneidad, la complejidad que tiene el sistema habitacional en sí y, en particular, el del adulto mayor”.

El Servicio de Psicología de la Vejez de la Facultad de Psicología aborda la temática del adulto mayor. En la exposición matinal, el equipo mencionó que se considera que la vivienda es “un lugar en el mundo”, en el entendido de que es un bien afectivo, un “proyecto personal identitario”, que porta una historia y un sentido, además de ser un derecho humano básico.

Mónica Lladó, una de las docentes del servicio, dijo a la diaria que la intención es “poder salir de soluciones segregacionistas, tratar de apostar a soluciones que impliquen una mayor integración y más protagonismo de los adultos mayores, porque se considera a los adultos mayores como si fueran simplemente objeto de las políticas y no como sujetos políticos”. Adriana Rovira, docente de Psicología, explicó que el objetivo del taller consiste en “tratar de transformar las propuestas con un enfoque de derechos, a partir de las necesidades que la población presenta. Históricamente, en Uruguay la población se ha acomodado a la propuesta que el Estado brinda en materia de soluciones habitacionales [en referencia a la oferta pública], pero esas ofertas muchas veces son discriminatorias de la población vieja. La idea es apuntar a una mirada más integracionista en la que el adulto mayor participe junto con otros actores de la comunidad, definiendo cuáles son sus necesidades de vivienda”.

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