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Trabajador rural en uno de los galpones de la Exposición Rural del Prado, el miércoles.

Foto: Nicolás Celaya

Mediocampo

3 minutos de lectura
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Expo Prado 2010: un escenario rural en medio de la ciudad.

Cada setiembre el Prado se transforma con la llegada de la Rural. En medio de la ciudad se monta una gran escenografía que permite a los ciudadanos de la capital conocer un poco más sobre la vida y la rutina del campo.

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Ayer de tarde, por la entrada de la calle Lucas Obes, la Rural del Prado daba la bienvenida a los visitantes al ritmo de “I know you want me”, tema con el que se identifica la figura argentina Ricardo Fort. El folclore y la música típica del medio rural no abundaron durante la jornada. Reggaetón y cumbia eran lo más escuchado en los pasajes al aire libre. Sin embargo, al ingresar a los diversos stands, principalmente a los de los organismos y empresas del Estado, sí estaba más presente el folclore nacional.

La Expo Prado comenzó el 8 de setiembre y se extenderá hasta el 19. Hasta ahora el clima viene acompañando bastante bien y unas 99.260 personas han pasado por la Rural desde su apertura. Dos de los visitantes más destacados fueron el presidente José Mujica y su esposa, la senadora Lucía Topolansky. Ayer ambos recorrieron el predio a las 7.30 de la mañana, antes de que se abriera la exposición al público.

Ganado modelo

En los galpones donde se encuentra el ganado es común ver ingresar a la gente con celular o cámara de foto en mano para fotografiar todo a su paso. El peso y el tamaño son lo que más impresiona a los visitantes, más aun a los de la ciudad, puesto que los que provienen del campo están acostumbrados a ver animales de esas dimensiones.

Ángel Bello, peón de La Cabaña, que se encontraba mateando en el pabellón de bovinos, sentado al lado de un toro de dos años y 1.080 kilos, comentó a la diaria: “Lo que más le llama la atención a la gente es el inmenso tamaño y la gordura de los animales”. Contó que estos animalitos comen en promedio 20 kilos de ración por día.

Sin duda los niños son quienes más se fascinan con la muestra de ganado. Muchos se esfuerzan por acariciar el lomo de los bovinos u ovinos, pero siempre lo hacen bajo la supervisión de los padres u otros adultos.

Néstor López, quien estaba al frente de la cabaña Curupy del Salvador de Villa García, Soriano, dijo que en general los animales son “mansitos”, pero reconoció que en el ámbito de la Rural algunos se sienten un poco más nerviosos. Explicó que el toro Angus que estaba ubicado más cerca del público fue puesto ahí por ser el más manso; contó eso mientras un niño acariciaba su pelaje negro con gran entusiasmo. Asimismo explicó sobre los animales: “No están acostumbrados a este movimiento, muchos se estresan, los nuestros empezaron a comer bien y a tomar agua ahora. Cuando recién llegamos, los primeros días estaban tímidos y asustados, no querían comer ni tomar agua, recién ahora empezaron a desenvolverse”.

Para los peones encargados del ganado tampoco es fácil adaptarse a la jornada de trabajo en la Expo Prado. López detalló a la diaria: “Los primeros días está lindo pero después es agotador; la rutina es muy cansadora porque hay que madrugar mucho, trabajamos más que en la estancia”. Durante la exposición descansan en el Pabellón de Cabañeros, se levantan entre las 3.00 y las 3.30 para llegar temprano a los galpones a limpiar las camas de paja donde permanecen los animales. Si bien las limpian a lo largo del día, en horas de la noche el espacio no se higieniza, por lo que es necesario hacerlo de mañana para mantener en condiciones apropiadas el lugar.

En cambio, en el campo comienzan a trabajar a las seis de la mañana, por lo que el madrugón es menor. Además las jornadas en el Prado son más extensas que en el campo, porque en la ciudad recién liquidan a eso de las diez de la noche. López aclaró que el trabajo es mayor en horas pero no en actividad; ¡fijate, a esta hora en la estancia no podemos estar sentados tomando mate!”, reconoció a mitad de la tarde.

En cuanto a la movida nocturna de los peones, contó que hay muchos jóvenes que los primeros días salen a los boliches que hay dentro de la Rural en Plaza Prado. “Van a los bailes sí, pero después ya los ves que no pueden salir porque no les da el cuerpo ni el bolsillo, porque es todo muy caro acá. No sé por qué el vaso de cerveza sale 45 pesos y en el interior 45 pesos sale el litro. No da el sueldo, menos cuando uno no viene sobrado de dinero”. Más allá de los gastos extra y del cansancio que se siente, para los peones de campo la Rural significa un ingreso extra a fin de mes porque trabajan más horas; la ganancia es mayor aun si alguno de los animales expuestos resulta ganador.

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