Esos dirigentes, el presidente de River Plate, Juan José Tudurí, el delegado desde hace varios años de Miramar Misiones, Enrique Moreira, y el presidente y delegado de El Tanque, Freddy Varela, entre otros, han sido muy alentados a salir a dar pelea por sus afectos de tanto tiempo y propiciar la continuidad del contrato con la empresa agregando varios años a su favor.
Hay clubes que dependen del poder económico establecido. Se trata de una situación muy conocida en cerca de 75% de los miembros de la AUF. En los momentos en que una negociación peligra -no es segura la continuidad del contrato con Tenfield, al menos en las condiciones que desea la empresa, y los dirigentes neutrales de la AUF han dado pasos serios en otras direcciones- los ánimos se exaltan y todas las armas apuntan en la misma dirección. Entonces todos los soldados son llamados a actuar. De los dirigentes de los clubes menos poderosos han salido, históricamente, en la ya larga relación comercial entre el fútbol y el casalismo, los impulsores de la empresa. Una larga cadena de favores y perdones, de salvatajes y ayudas menores, ata a mucha gente para que el matrimonio AUF-Tenfield no se rompa.
Hay otras influencias que ayudan en la batalla
Días pasados, Tenfield salió con forma de artículo periodístico pero con aroma a “solicitada”, con un ataque público muy virulento al ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lescano (ver edición de El País del 16/5/11). Cualquiera lo puede hacer y en este caso quien puso la música fue el segundo del casalismo, el ex futbolista Nelson Gutiérrez. Quizá la letra era de otro funcionario de Tenfield con más formación periodística y política. “Es difícil que el Tano tenga valoraciones tan firmes y sonoras sobre el desarrollo del deporte nacional”, le comentó a la diaria un hombre que ocupa un cargo gerencial en Tenfield.
Las palabras de Lescano que sacaron de control a quien escribió lo que trasladó Gutiérrez a El País fueron bastante tibias. La respuesta fue crispada: “No está claro lo que propone ni a quién defiende Lescano”; “¿Cómo puede darle consejos a alguien?”. El ministro había dicho que “la AUF tiene un formidable instrumento, potestad de su condición de sector privado, que tiene que ver con los derechos de televisación”, “la retoma de la soberanía [de la AUF] no es contra nadie en particular, sino a favor de razones de competencia y posibilidades de apertura que garanticen los recursos necesarios para una camiseta que no tiene dueño, que es de todos”.
Otras reuniones, otros personajes de la historia
Lo que ha causado más sorpresa pública y ha sido objeto de menos explicaciones fue la reunión registrada el viernes pasado en el restaurante Pistacho. A ese lugar concurrieron -lo ha confirmado públicamente Juan Pedro Damiani y lo informó a su directiva Ricardo Alarcón- los presidentes de Peñarol y de Nacional, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, Gustavo Torena (el Pato Celeste), el directivo de Tenfield Nelson Gutiérrez y el presidente de la República, José Mujica. ¿Esto significa el aval del Pepe al acuerdo AUF-Tenfield? ¿Por qué esa actitud cuando hay una discusión que está en proceso y abierta entre instituciones privadas?
Hubo otras comidas, por ejemplo la que organizó Paco Casal al día siguiente, invitando a los presidentes de los clubes “chicos” de Primera División, excepto Liverpool. Allí concurrió la mayoría, salvo Bella Vista (el club del presidente de la AUF, Sebastián Bauzá) y el presidente de Wanderers, Guillermo Raggio, quien desistió al recibir la invitación del peón de brega Juan José Tudurí con dos argumentos sólidos: por un lado, no le parecía correcto realizar esa reunión fuera del ámbito de la AUF; por otro, recordó que la conducción de la negociación la debía llevar adelante, tal como habían acordado todos los clubes, el Consejo Ejecutivo de la AUF.