La Copa América en Argentina llegó justo en un momento en el que los futbolistas uruguayos se transformaron a escala local en estrellas de rock sanas, pero capaces de provocar gritos de histeria beatle en la platea femenina tras el desempeño en el Mundial Sudáfrica 2010. El culebrón de Diego Forlán con Zaira Nara, los continuos aullidos de jóvenes ante cada pelota que tocan los seleccionados aun jugando un amistoso contra Boston River y una nueva oleada de libros sobre el fútbol uruguayo son reflejos de esa singular euforia por cualquier mortal que luzca el glorioso satén celeste.
En esa línea, Saeta puso en el aire, antes del arranque del torneo, un especial de Noche de locura, animado por Jorge Piñeyrúa y Sebastián Abreu en su debut como conductor. El programa funcionó como una excelente excusa para despedir al plantel desde el pabellón A del Parque de Exposiciones del Latu, donde se grabaron los dos primeros capítulos del envío.
Sobre el formato vale destacar sus semejanzas respecto al recordado envío argentino La noche del 10 -animado por Diego Maradona y el ex arquero Sergio Goycochea durante el segundo semestre de 2005-, desde el leitmotiv, que se concentra en un show de la emoción, pasando por su estructura formal y la sección estrella: el partido de fútbol tenis.
Entre lo más destacable puede señalarse el clima distendido que prevaleció durante la entrevista a los jugadores, que narraron algunas anécdotas sobre la convivencia del plantel. Más allá de esos pasajes, durante este primer capítulo se tendió alevosamente al efectismo lacrimógeno canalizado desde diversos clips que homenajeaban a Abreu con testimonios de su familia y las clásicas imágenes a las que se apela para ilustrar su trayectoria futbolística. Es tan así que hacia el final del primer bloque ya habían logrado que el minuano deslizara algunas lágrimas tras ver los tapes con opiniones de sus seres queridos.
Claro que los golpes de efecto a ritmo de Teletón no se agotaron en el ámbito deportivo sino que también sumaron un video grabado especialmente por el presidente, José Mujica, quien aprovechaba la ocasión para preguntar retóricamente: “¿Qué sería del mundo sin la locura quijotesca?”. Si bien cabe destacar la habilidad de la producción del programa al tiempo de lograr un video con el saludo presidencial para el debut, tampoco sorprende que Mujica haya accedido a mimetizarse con momentos de euforia deportiva, tal como ocurrió el año pasado previo a la partida a Sudáfrica, al regreso del equipo, cuando los recibió en el Palacio Legislativo, y las cenas con el plantel aurinegro mientras concentraba para disputar las semifinal y final de la Copa Libertadores.
Este momento de alta visibilidad del fútbol uruguayo a nivel internacional brinda la mejor coyuntura para un programa como Noche de locos, en las decisiones éticas y estéticas que tome la producción de aquí en más estará cifrada su suerte. Así como también deberá prepararse para lidiar con el exitismo instalado una vez que los resultados deportivos no sean los esperables y la sobreexposición de los futbolistas sature la atención del público.