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Participantes de la actividad “Nunca es tarde para aprender”, el sábado en la Cátedra Alicia Goyena.

Foto: Victoria Rodríguez

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Evaluación del Programa Uruguay Estudia que se desarrolla en el Liceo 61 del Cerro.

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El sábado pasado un grupo de personas vinculadas a Secundaria se encontró en la Cátedra Alicia Goyena para hablar en positivo de la educación pública nacional. Compartir cómo se está desarrollando la experiencia del Programa Uruguay Estudia en el Liceo 61 del Cerro de Montevideo fue lo que motivó la reunión entre alumnos, docentes, autoridades del Liceo 61 e inspectores del Consejo de Educación Secundaria (CES).

El programa, que permite a mujeres y varones, mayores de 21 años, culminar ciclo básico en un solo año, es implementado desde 2009. En la actualidad hay 21 grupos con un máximo de 15 alumnos, funcionando en distintos departamentos del país. En Montevideo hay dos experiencias, una es la del Cerro, implementada por primera vez este año, y la otra tiene lugar en la sede de la Dirección Sectorial de Educación de Adultos.

Durante el encuentro, tanto alumnos como docentes, demostraron que disfrutan de la experiencia educativa y que representa una posibilidad de crecimiento para ambos.

Recuperar el tiempo

La actividad comenzó con la proyección de un video que registraba distintas instancias educativas del curso, que se basa en un sistema de tutorías, en el que cada docente debe agendar un mínimo de 15 encuentros y un máximo de 30 durante el semestre. Allí se los podía ver a los estudiantes, cuyas edades iban de los veintipico a los casi 60 años, intentando expresarse en ingles, riéndose de ellos mismos y dejando a un lado miedos y vergüenza. Tras el video, hablaron representantes de la Inspección de Programas Educativos Especiales del CES, luego integrantes de la dirección del liceo y finalmente docentes y estudiantes.

Rodolfo, profesor de matemáticas, fue el primero en expresarse. Contó que su jornada laboral arranca muy temprano y que algunos días termina sobre las 23.00. “Si me preguntan si estoy cansado, yo digo que estoy descansado. ¿Cómo no voy a estar descansado? Si al terminar dos clases ellos me aplaudieron enseñando matemáticas. Entonces yo, que he soñando toda mi vida con un sistema educativo que ayude a mejorar la situación de todo el país, ¿cómo no voy a vibrar con una cosa como ésta?”, enfatizó. Y resumió: “A mí esta experiencia me ha abierto la cabeza para poder volver a creer en la educación”. Sentimientos similares compartieron Laura y Juan, los docentes de inglés, quienes también expresaron satisfacción y gusto al enseñar.

Por su parte, Silvana, estudiante de 25 años, madre de dos hijas, no pudo contener las lágrimas al agradecer la posibilidad de terminar ciclo básico. Dijo que ahora puede hablar “de igual a igual” con otras personas con las que antes no se animaba a interactuar, además, ayuda a sus hijas con los deberes y sueña con aspirar a un trabajo mejor. Sentada al lado, Blanca, igual de emocionada, contó que nunca pensó poder terminar ciclo básico a los casi 60 años: “Cuando me anoté pensé que iba a ser imposible porque no sabía nada de física, no tenía idea de qué era un vector, ¡ni mucho menos que existían números positivos y negativos!”, recordó.

Algunos de los estudiantes adelantaron que piensan cursar 4º de liceo el año próximo, y más de uno tiene pensando hacer bachillerato. Reconocieron que pueden introducirse mejoras pero destacaron que “a pesar de las críticas que recibe el programa, vale la pena”.

Consultado por la diaria, Emiliano Mandase, presidente de la Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria, dijo que el gremio no cuestiona el programa en sí mismo, sino “la serie de parches que le han puesto a la estructura del sistema educacional”. Critican “la falta de planificación, discusión profunda sobre para qué queremos educar”, dando dos opciones: “Un país productivo o uno económicamente dependiente”.

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