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Héctor Cancela en su despacho en la Facultad de Ingeniería.

Foto: Santiago Mazzarovich

¿Lo atamos con alambre?

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Con el decano de Ingeniería, Héctor Cancela.

Joseph Schumpeter decía que la innovación es un hecho esencial del capitalismo. Cada vez más personas comparten esa visión, así como la necesidad de apostar a la inversión en ciencia y tecnología para participar en los mercados globales. Con la excusa de la exposición Ingeniería deMuestra, que se desarrolla hoy por cuarto año consecutivo, dialogamos con el decano de la Facultad de Ingeniería, Héctor Cancela.

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-¿Cómo nace la idea de Ingeniería deMuestra y a qué apunta?

-La facultad siempre ha querido tener una buena vinculación con la sociedad. En los 80 y 90 tuvimos un vínculo muy fuerte por medio de los convenios con los sectores productivos, pero nos dimos cuenta de que era importante llegar no sólo a los empresarios y al Estado. Hace cuatro años se decidió dar un paso grande que fue una muestra de proyectos de fin de carrera, hacer un festival de la ingeniería en general. En 2011 asistieron unas 2.000 personas y la repercusión en los medios hizo que vinieran propuestas desde el medio, estudiantes que eligieron entrar a la facultad. Ha sido una herramienta de comunicación importante.

-Siempre se ha dicho que existe escasa vinculación entre la comunidad académica y el sector privado ¿cómo viene siendo la repercusión de la muestra en cuanto a actores económicos?

-Sin dudas que ése es un debe del país. Hemos visto cómo a partir de la muestra han aparecido iniciativas concretas; empresas del sector automotriz que luego de la muestra han venido a la facultad o a la Fundación Ricaldoni para ver cómo aprovechar los laboratorios y el know how, o incorporar equipos de la facultad para generar nuevas ideas. Es un camino en construcción. Hace poco la fundación firmó un convenio con la Cámara de Industrias [del Uruguay] que busca insertar estudiantes por medio de pasantías y también detectar sectores de la industria en los que es posible hacer un esfuerzo de transferencia. Necesitamos conocer la demanda para poder generar la oferta, no sólo se trata de mostrar lo que acá se hace sino de escuchar.

-¿Detectan un interés de parte del sector empresarial en desarrollar sus propios departamentos de investigación y desarrollo [I+D]?

-Creo que es algo que empieza a estar en el radar de algunas empresas. Hace poco tuvimos contacto con una que como forma de crecimiento está pensando en generar un spin off (empresa o unidad productiva que surge de otra preexistente) vinculada a I+D en proyectos que pueden ser anexos a su rubro. Es un camino difícil, requiere inversión de mediano y largo plazo, y recursos humanos muy formados.

Coordenadas

Ingeniería deMuestra: evento anual en el que se exponen prototipos y desarrollos para ilustrar su aplicación en la resolución de problemas del país. Estará abierta a todo público hoy entre las 17.00 y las 21.30 en el edificio polifuncional de la Facultad de Ingeniería.

-Usted está al frente de la institución que forma esos recursos humanos, ¿qué cambios se han producido recientemente en esa área?

-Primero ha habido una conciencia de la necesidad de diversificar opciones. Por un lado, tener mayor amplitud, generando nuevas carreras, y por otro, distintas opciones en profundidad: opciones de tres años, de cinco, posgrados, de forma de ir armando un ecosistema con profesionales, técnicos y posgraduados que puedan liderar equipos. En una facultad que entiende que la formación conceptual es esencial, también trabajamos en acercar al estudiante a la realidad del país, ya sea mediante la extensión, las pasantías, generando proyectos de grado o de vinculación con las empresas.

-Se suele decir que hay un sesgo “anticonocimiento básico” en el financiamiento. ¿Qué realidad percibe hoy?

-Hay un impulso de que el conocimiento que se genera se vuelque rápidamente. En los países del norte hay fuerte financiamiento para la investigación básica. Son situaciones bastante distintas de las que tenemos acá, donde los montos de los proyectos son menores y los plazos más cortos. Un gran problema que Uruguay tuvo en la financiación de la I+D ha sido su irregularidad. Eso luego repercute en una falta de continuidad en la formación de los recursos humanos, se pierde gente, que se va al exterior o cambia de área. En estos últimos años ha habido un cambio de política en la materia que es importante, hay financiamiento bastante estable, con llamados relativamente regulares, que da la posibilidad de prever el trabajo. El aparato más tecnológico sin duda tiene huecos: hay áreas en las que en el país no hay una sola persona formada a nivel de doctorado. Para estar en la situación de Brasil, por ejemplo, tendríamos que tener seis u 8.000 investigadores y éstos no surgen de abajo de las piedras, hay que tener planes de largo plazo y apostar a la formación. El país para desarrollarse necesita crecer en recursos humanos capacitados, incluso para incorporar tecnología uno tiene que dominarla.

-¿Qué actor debe liderar una estrategia en innovación?

-El Estado tiene que dar señales, no puede dejar todo en manos del mercado. Si queremos tener una visión país del desarrollo no podemos esperar que ésta surja del tironeo de cada sector. Es necesaria una articulación que dé esa visión de largo plazo. Ese actor debe buscar las sinergias, los proyectos que se articulen mejor, y creo que eso lo tiene que hacer el Estado. Y no lo tiene que hacer aislado.

-¿Es posible que tengamos un país más innovador, con una sociedad más creativa?

-Nosotros creemos profundamente en eso. En el uruguayo hay un potencial emprendedor disfrazado de supervivencia, eso de “lo atamos con alambre”. La gente ha encontrado un ámbito para llevar adelante su creatividad que no ha sido aprovechado; me refiero a esos microemprendimientos de supervivencia que no han tenido un contexto en el que crecer. Es necesario posibilitar que la gente tenga su propio emprendimiento, que le llegue el conocimiento para agregar valor, que acceda a redes que le generen planes de negocios, buscar sinergias, generar ese ecosistema emprendedor. La tecnología es una actividad humana que involucra la creatividad, que permite a su vez un retorno a la persona como a la sociedad en su conjunto.

-¿Cuál es el principal desafío de política en materia de innovación?

-Los vinculados a la educación. Hay que integrar aún más a los jóvenes en los procesos educativos, incrementar los egresos en secundaria para ensanchar la educación terciaria. Tenemos que formar a las personas que van a ser actores de los procesos productivos. Esto es algo importante en el mediano plazo, pero ya hoy es una limitación. Muchas empresas que piensan radicarse en Uruguay a veces no lo hacen por falta de recursos humanos.

-¿Qué opinión le ha generado el reciente debate humanidades versus ciencias duras?

-El conocimiento es uno solo, pero los seres humanos no podemos ver la totalidad y entonces tendemos a “cortarlo”. Entrar en contradicciones sobre si son más importantes las humanidades que las ciencias duras o la tecnología versus ciencias básicas o matemáticas es ignorar que el conocimiento se nutre de esa globalidad y que un desafío central de la ciencia y la sociedad misma es cómo integrar el conocimiento. La interdisciplina y la transdisciplina son paradigmas reconocidos como esenciales para superar esas barreras. Por ejemplo, si se quiere diseñar un sistema de información sobre salud en poblaciones carenciadas, ¿qué es lo que importa? La tecnología está, pero es esencial una mirada desde el área social para entender esas necesidades y lograr que a esa herramienta la sientan como propia y los empodere. Entonces queda claro que no es un tema de tecnología versus humanidades.

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