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Arte como medio de inclusión y desarrollo.

Una escuela de educación no formal de arte inclusivo abrió sus puertas recientemente en Malvín Norte, en Montevideo. Allí se realizan instancias semanales de capacitación en arte e inserción laboral para personas con y sin discapacidad. la diaria visitó Frida Kahlo, donde dialogó con las talleristas y con integrantes de la Red Especial Uruguaya para la Educación y la Tecnología (Redesuy).

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Van a hacer dos meses desde que la escuela que pertenece al Centro Nacional de Servicios Inclusivos (Cenasi) brinda talleres de recreación y creación artística, arte proinserción laboral y comunicación visual. Según Humberto Demarco, presidente de Redesuy, representa una apuesta “audaz” ya que “apostamos a la inclusión social y a que no sea un gueto de personas con discapacidad” sino un espacio de creación personal y colectiva para cualquier persona en situación de vulnerabilidad.

La propuesta educativa apunta principalmente a dos elementos: el arte como elemento de expresión y al mismo tiempo la inserción laboral y el aprendizaje de un oficio por medio de capacitación. Esos dos componentes acompañan todo el proceso de formación, ya que según contó Demarco “es una instancia de tener tu espacio y tu tiempo”, pero en la que además hay una exigencia y búsqueda de calidad en las producciones artísticas.

“Casi todas las posibilidades de oferta laboral para personas con discapacidad se dan con los llamados públicos, en los que quizás hay cupo para dos personas, cada determinada cantidad de años, y casi siempre es un empleo de administrativo. Justamente, el arte es fundamental como forma rehabilitadora y de inserción laboral para todas aquellas personas que no están capacitadas o no quieren ser administrativos”, explicó el presidente de la red.

Con respecto a la elección del nombre del o la artista que llevaría la escuela, Demarco expresó: “Tenía que ser mujer”. Para él, la mujer con discapacidad es doblemente discriminada y más aún en el ámbito artístico, en el que “cuesta creer que una persona con discapacidad pueda tener capacidad creadora”.

Por el contrario, asegura que “el arte posibilita sacar lo que tenés en el interior”. “Yo lo que no puedo es ver, pero si trabajo con otro tipo de materiales puedo trabajar toda la fortaleza del tacto como lo hago en la escultura”, aseguró. Ésta es una de las técnicas sobre las que se trabaja, pero también se crea en la pintura, la poesía, el tejido con pretelares, o se confeccionan, por ejemplo, carteras con telas recicladas, y la lista sigue abierta.

María Teresa Pagola, artista y tallerista del centro, opinó que la comunicación entre los participantes y la satisfacción de la concreción de una obra son elementos fundamentales en el proceso creativo de las personas que asisten a estos talleres. “Ver que lograste algo, mientras en tu casa estuviste años sin que te dieran una oportunidad -no porque no pudieras- es lo que produce gran parte de esa satisfacción”.

El momento y el lugar

Redesuy es una asociación civil sin fines de lucro que trabaja en la temática de la discapacidad desde hace 12 años. La casa donde funciona actualmente fue cedida en comodato por un particular en 2011, y a partir de eso, los integrantes de la red entendieron conveniente, como una estrategia de visibilidad, que el proyecto tomara el nombre de Centro Nacional de Servicios Inclusivos. Hoy, contar con una sede permite la realización de proyectos como la Escuela de Arte Inclusivo Frida Kahlo. Mantenerla es un desafío que llevan a cabo con el apoyo de voluntarios y sin contar con personal rentado.

Los fuertes tonos de amarillo y violeta con los que están pintadas las paredes interiores de la casa no son casuales. Soledad Fontela, coordinadora general del Cenasi, explicó en diálogo con la diaria que deben utilizarse colores contrastantes, por ejemplo, para diferenciar un arco que se encuentra cerca y una pared de fondo más alejada, así como para distinguir más fácilmente las aberturas y marcos de las puertas respecto de las paredes. Estos aspectos que pueden parecer detalles decorativos son en realidad elementos nada difíciles de aplicar y a la vez especialmente facilitadores para una persona con baja visión que se desplaza dentro del local.

La casa cuenta con un baño adaptado, lo que incluye no sólo el espacio necesario para que una silla de ruedas pueda maniobrar sin problemas sino que los accesorios y herrajes contemplen un diseño accesible. En una de las habitaciones se encuentra la sala de informática instalada por Antel luego de que ganaran el Concurso de Proyecto CASI (Centro de Acceso a la Sociedad de la Información), actualmente llamado “espacio de inclusión digital”.

Esa mañana, el sol y un otoño cálido permitieron que el taller se realizara al aire libre. Afuera, un mural pintado por una escuela de arte amiga de Argentina y un mural táctil acompañan la fachada. También lo hace el logo de la red junto con todos los símbolos que representan las distintas capacidades plasmados en la pared con la técnica del stencil. Al fondo de la casa, una mesa con distintos materiales, un naranjo y un limonero aguardan a que comience el taller y la propuesta de Pagola para esa jornada.

La diversidad de discapacidades y las distintas posibilidades de creación están alrededor de esa mesa. Primero, se hace un recorrido sensorial de los materiales, en el que Pagola invita a cada uno de los participantes a tocar, a sentir o imaginar lo que allí encuentran. Demarco pregunta acerca del color de la pieza de macramé que está conociendo con sus dedos, y Emilio, quien tiene discapacidad auditiva, señala el mantel de esa mesa cuando le preguntan qué le gustaría hacer con la tela de encaje que tiene en sus manos.

Laura, la mamá de Humberto, también participa en el taller, si bien no tiene ninguna discapacidad. Ella comienza a trabajar en un telar, mientras Nelson, quien posee discapacidad motriz e intelectual, comienza a preparar su “lienzo”. A él le gusta dibujar, primero con lápiz, para luego introducir el color con las témperas. Emilio fue avanzando en el correr del taller con su pretelar, primero preparando el marco, para luego trabajar con las agujas de tejer intercalando con destreza las lanas blancas y negras.

Mientras la tallerista acompaña a cada uno de los artistas, indicándoles cómo mejorar la técnica o haciendo comentarios de aliento sobre el modo como se está trabajando, los temas de conversación van surgiendo simultáneamente a la tarea realizada. La inseguridad en el barrio y el caso de una joven asesinada también forman parte de los asuntos abordados. Porque también se trata de eso. No sólo tejen telares, también vínculos. Ese espacio es de interacción y un lugar para volcar las mismas inquietudes que el resto de la sociedad que se informa, opina y siente.

Ser visibles

“La discapacidad no los limitó. No lo hagas tú”, dice el mural pintado en la fachada del cementerio de Buceo. Allí, con la técnica de stencil y en distintos colores aparecen caras de figuras del arte y la cultura como Frida Kahlo, Beethoven, Van Gogh o Stevie Wonder. El graffiti fue realizado por la Red Especial Uruguaya en conjunto con una institución educativa privada cuyos alumnos participaron durante un mes. “El 3 de diciembre -Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad- nos apropiamos de ese muro”, recuerda Demarco con orgullo el día en que se hizo la pintada, y si bien se alegra de que la obra continúe intacta, lamenta que no haya sido exhibida en medios masivos “por el alcance que eso conlleva”.

La educación es también un tema a abordar cuando se habla de inclusión. “En la educación no hay personas formadas para capacitar a las personas con discapacidad”, ni hay suficientes maestros por alumno, según Demarco. Por eso, sostuvo que para una persona con discapacidad, “terminar el liceo puede representar la mayor hazaña del mundo”, si se considera las barreras que debe superar respecto de la accesibilidad física, la falta de materiales en formatos accesibles, entre otras.

Otro elemento destacado por Demarco es la necesidad de inclusión transversal, es decir, en todos los ámbitos. Además de las barreras físicas con las que se lidia a diario, están las barreras mentales, en su opinión, las más difíciles de superar. “Por ejemplo, suele existir el preconcepto de que una persona con discapacidad motriz o intelectual no puede tener sexo, como si fuéramos asexuados o marcianos”, ilustra. También sucede que las obras de arte hechas por personas con alguna discapacidad suelen “desvalorizarse” si el público conoce la condición del artista ya que “los preconceptos son más fuertes”, concluyó.

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