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Preparativos de la marcha hacia Punta del Este organizada por el PIT-CNT. Enero de 2002.

Foto: Sandro Pereyra

Divisa tradicional

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“Moneda extranjera sigue siendo preferida por ahorristas uruguayos” debido a “idiosincrasia”

En febrero de 2002, y a causa del desplome de su sistema financiero, Uruguay perdió el grado inversor, que empezó a recuperar en abril y terminó el martes, con la reasignación de esa nota por la calificadora Standard and Poor’s primero y Moody’s después. En la década transcurrida el país debió pagar intereses más altos por su deuda pública hasta fortalecerse nuevamente y, como ocurre ahora, ser considerado otra vez por los inversionistas una plaza relativamente consistente y segura para comprar su pasivo. Para analizar las mejoras logradas desde entonces por el sistema financiero local y sus debilidades, la diaria consultó a los economistas Gustavo Licandro y Gabriela Mordecki.

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Para el ex ministro de Economía, entre las “principales diferencias” que el sistema presenta hoy, se destacan sus “niveles de solvencia mucho más elevados” y “de liquidez”. Acerca de la solvencia: “Hay aplicación de normas propias más exigentes de las casas matrices de los bancos” que operan en plaza, y también “las que aplica el Banco Central [BCU], más exigente [con los bancos] en el manejo de las carteras”. Sobre la liquidez, Licandro explicó que “hoy el nivel aproximado ronda entre 40% y 50% de los pasivos, es decir que de cada 100 dólares o pesos colocados en depósitos, los bancos tienen carteras de crédito de 50 a 60”. Los elevados costos de gestión que generan excedentes tan altos llevan a los bancos a colocar éstos “en el BCU o el exterior”. “Solvencia y liquidez son preocupaciones centrales de un banquero y una autoridad monetaria, y eso está sensiblemente mejor”.

En cambio, al analizar las monedas se ve vulnerabilidad. “Aunque crecieron los pasivos y créditos en moneda nacional, sigue siendo una plaza muy dolarizada”. Considerando que desde 2004 “las tasas de interés en pesos son altas”, siéndolo con “un escenario de alta liquidez internacional” y verificándose que “la dolarización no bajó demasiado”, resulta claro que “una característica de la plaza es que la moneda extranjera sigue siendo preferida por los ahorristas uruguayos”. Otro factor de debilidad “no menor” consiste en que “la mayor parte de los depósitos está colocada a muy corto plazo, 70% aproximadamente, a menos de 30 días, y gran parte está depositada a la vista, cuando hasta 2002 era mucho más alta la colocación a 90 y 120 días”. “Es una característica de larguísimo plazo que no mejoró demasiado y que va de la mano con la liquidez”, ya que “con tantos depósitos a tan corto plazo, es obvio que los bancos quieran tener alta liquidez para responder rápidamente en caso de corridas”. En este punto convergen debilidad y fortaleza, en virtud de que “la solvencia alta permite que las carteras tengan un valor de defensa mucho más alto que en 2002-2003, cuando se destrozaron y los bancos debieron ser sostenidos por sus casas matrices, los que las tenían, y los otros desaparecieron”.

Salto con red

Por su parte, la directora del Área de Coyuntura del Instituto de Economía caracterizó que, tras la crisis, en el ámbito institucional “se actuó generando redes de seguridad para que otra eventual caída tenga contención”. El sistema financiero “fue objeto de corrección, en los controles primero, con pautas exigentes, creando organismos específicos y un seguro de depósitos. Ahora, los controles [del BCU] son prácticamente diarios”. Al mismo tiempo, se hizo “limpieza de carteras, lo que implicó una reducción de los créditos como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), lo que a veces genera un freno a la expansión del crédito a las empresas”. En segundo término, Mordecki mencionó “el tipo de cambio” que “a la salida de la crisis” fue modificado “de fijo a flexible”, un “avance” reflejado en “la reacción del tipo de cambio”, cuando Brasil varía. “La reacción es inmediata, junto con los precios: si en Brasil sube, acá sube, a diferencia de 1999, cuando devaluó Brasil y acá nos quedamos atrapados” en valores muy lejanos. “Así hay un ajuste rápido en el movimiento de monedas”.

Ayer y hoy

El gobierno anunció conjuntamente con Chemical Overseas Holdings, Crédit Suisse y Dresdner Lateinamerika (accionistas del ex Banco Comercial) el fin de los pleitos vinculados a la liquidación en 2002 de esa entidad. En 2011 habían sido condenados siete jerarcas por desvío de fondos de los ahorristas, a raíz de una denuncia presentada por el BCU hace diez años de vaciamiento y quiebra fraudulenta por 779.000.000 de dólares. En paralelo, se trabó un embargo civil de 100 millones sobre los bienes del Comercial, a pedido de clientes argentinos. Dicho embargo fue levantado a fines de 2011, al entender un tribunal de Apelaciones que los socios extranjeros no eran responsables de la maniobra.

El anuncio de ayer fue el cierre de las negociaciones entre los accionistas del Comercial y el Estado, al que habían demandado internacionalmente. El acuerdo crea un fideicomiso compuesto en parte por 70 millones de dólares de aquel embargo, mientras que el resto será entregado a los ex accionistas. Las partes, reza el comunicado, esperan que “la disponibilidad de fondos para transar los juicios pendientes” con los acreedores privados termine con “todas las disputas resultantes de las liquidaciones”.

Otro aspecto en el que “se avanzó” desde aquel colapso es “la desdolarización de la economía”, que no obstante representa “un debe, porque todavía es muy elevado el porcentaje de depósitos en dólares, un tema asociado a la idiosincrasia”, coincidió con Licandro. Asociado a ello, la académica observó que “la economía uruguaya es relativamente poco bancarizada y que haya acceso a líneas bancarias es fundamental, sobre todo para las medianas y pequeñas empresas”. “Los bancos no tienen suficientes instrumentos en pesos para atraer ahorristas, falta fomentar el ahorro para que el crédito gire. El gobierno puede promoverlo, lo que implica encontrar instrumentos idóneos”.

Luego destacó el tema de la “deuda pública”, para la que “ahora hay un manejo profesional, con una oficina encargada de su gestión que el país no tenía antes. Es decir que ahora hay previsión: se sale a los mercados sólo cuando es necesario y conveniente, y esto operó una reducción del pasivo respecto del PIB y dio condiciones para recuperar el grado inversor: es un punto muy a favor de la economía, otra fortaleza para enfrentar eventuales crisis”. En igual sentido, “la deuda se pesificó mucho, casi 50%, y somos menos vulnerables a fluctuaciones del tipo de cambio”, además de que emergió “un sistema con menor exposición a los depósitos de argentinos”.

Por otro lado, y si bien no remite estrictamente al sistema financiero, destacó el “importante cambio” registrado desde la crisis “en lo productivo, en cómo Uruguay se posiciona frente al mundo. Es un país con una economía más globalizada, abierta, relacionada con los mercados extrarregión, y cae la importancia de la región, ya que el Mercosur era 55% del mercado del país en 1998 y ahora es entre 25% y 30%”. Sin embargo, “el cambio es costoso, porque muchas empresas se funden y sobreviven las que se insertan exitosamente en el mundo. Por lo tanto, hubo aprendizaje de las empresas y ésa es una fortaleza”.

En perspectiva

la diaria pidió a los expertos que aportaran sus puntos de vista respecto del futuro a mediano plazo. Licandro citó en primer lugar la “necesidad de aumentar el nivel de bancarización” de la economía y la sociedad. “Pero el gran tema es elegir los instrumentos”, apuntó, y aclaró: “Tengo claro que no es vía decreto, ni generando distorsiones por medio de los plásticos [tarjetas de crédito] con la supuesta rebaja del IVA, que no es tal, sino que se trata de un subsidio” estatal. “Rebajar algún punto del IVA por algún medio de pago, y no por otro, beneficia a determinados usuarios y emisores, los de esos instrumentos”, reflexionó.

Mordecki, por su lado, enfatizó la relación entre Uruguay y Brasil, el gran socio comercial y respaldo político del país en el frente externo: “La economía de Brasil se globalizó mucho, tiene un mercado de capitales muy grande, y con ello una volatilidad también muy grande, que captamos también nosotros. Se trata de un riesgo nuevo con el que tenemos que aprender a lidiar”. Asimismo, Uruguay “avanzó en menor dependencia de las exportaciones de bienes, y en ese sentido somos algo menos vulnerables. Pero en otros sectores, como el turismo, somos tanto o más que en aquel momento, y es difícil que dejemos de serlo porque Argentina es nuestro mejor cliente y seguirá siéndolo, entonces seguirá afectando; y también a la construcción”. Matizó al respecto: “Con Argentina tenemos menos dependencia por diferencias de política económica, sobre todo, monetaria, que es más similar [la de Uruguay] a la de Brasil, y aquí nos tornamos más sensibles a Brasil. Los inversores nos ven como una prolongación de Brasil: si aumentan [allí] la demanda de bonos o el dólar, acá aumentan también. Esto funciona en cuanto a formación de expectativas y es un elemento nuevo que antes teníamos vinculado a Argentina”.

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