El virus del papiloma humano (HPV, por su sigla en inglés) se comporta epidemiológicamente como uno de transmisión sexual, con la salvedad de que se contagia no sólo por la mucosa sino también por la piel. Se aloja en el tracto genital inferior, preferentemente, pero también a nivel del ano y del sistema digestivo. Si bien en nuestro país aún no hay un relevamiento de la cantidad de mujeres que son portadoras de este virus, en aquellos que cuentan con estas estadísticas, aproximadamente lo tiene 30% de la población femenina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la vacuna para niñas de entre 10 y 12 años, ya que se entiende que a esa edad aún no han tenido su primera relación sexual. Esto asegura que no han estado en contacto con el virus y, por lo tanto, una mayor efectividad de la vacuna. Es cierto que no todas las mujeres portadoras del virus del HPV desarrollan cáncer de cuello uterino, pero es innegable que en nuestro país las cifras de prevalencia y mortalidad de este cáncer son elevadas. Son 140 las uruguayas que mueren al año a causa de esta enfermedad y si bien es el quinto cáncer en términos de incidencia, es un número que preocupa a las autoridades.
Gratuita pero opcional
Actualmente, el MSP tiene la vacuna contra el HPV “habilitada”, lo que significa que pueden acceder a ella las personas que puedan pagarla (unos 9.000 pesos las tres dosis necesarias).
El objetivo de la cartera a corto plazo es que pase a tener el estatus de “ofrecida”, haciéndola de este modo gratuita y, por tanto, extensiva a toda la población que la requiera. Pero dentro del estatus de las vacunas también se encuentra la posibilidad de que el MSP la recomiende y un escalón todavía más arriba está su obligatoriedad y, por lo tanto, la inclusión en el esquema de vacunación. El subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo, reconoció la necesidad de que el ministerio “ofrezca” la vacuna pero aseguró que en este período no la incluirán en el esquema de vacunación. De esta manera, el ministerio se compromete en algunos meses a ofrecerla de manera gratuita y en el marco del consentimiento informado.
“La decisión política del MSP es no incluir la vacuna en el esquema de vacunación. Si bien somos optimistas y es probable que podamos cambiar el estatus de la vacuna a ‘recomendada’ en un año; el ministerio hoy se compromete a ofrecerla en un plazo breve”, explicó Briozzo.
El MSP y la Sociedad Ginecotocológica del Uruguay entienden que si bien es “altamente probable” que esta vacuna prevenga el cáncer de cuello uterino, aún su eficiencia no está comprobada. “Aunque la mayoría de los cánceres de cuello -90%- obedecen al HPV, los países que han empezado a vacunar contra este virus no han disminuido su incidencia de cáncer, ya que la vacuna tiene ocho años y la lesión con el HPV y la progresión del virus es de aproximadamente diez años”.
Desde el MSP también se argumentó que si se aplica dentro de un plan habrá menos muertes que si se empieza a dar hoy de forma obligatoria. “No se puede ver la realidad social con el agujero de la cerradura del cáncer de cuello de útero. Si vos vacunás y no educás, no sé lo que pueda pasar con el cáncer de cuello, pero sí te puedo decir que van a aumentar la sífilis, el sida y el embarazo no deseado. La vacuna sí o sí debe estar dentro de un plan y no como un elemento aislado”, explicó Briozzo. “Además, estamos hablando de una vacuna que va dirigida a una población de niñas y jóvenes absolutamente sanas, y como no se puede saber exactamente si el beneficio de la vacuna supera el riesgo, podemos exponer a esta población a eventos adversos”, agregó.
Asimismo, enfatizó que si esta vacuna “se maneja como una más” se corre el riesgo de generar en la población una falsa sensación de seguridad, que sugiera que con la vacuna no es necesaria la prevención.
Para llegar a la etapa de recomendación de la vacuna el MSP está trabajando en la elaboración de una estrategia adecuada que incluye la creación de un registro nacional de todas las pacientes que se vacunan para documentar la intervención y la evaluación económico financiera de la compra de la vacuna. En esta línea, el subsecretario adelantó que han establecido contactos con dos laboratorios -Glaxo y Merck- y que se reunirán dentro de unos días para evaluar sus propuestas.
Estrategias
Las estadísticas indican que sólo 30% de las mujeres se realiza en Uruguay el Papanicolau (Pap). Aunque algunos profesionales entienden que el Pap y la vacuna son dos estrategias diferentes para prevenir el cáncer de cuello de útero, el MSP determinó como condición para recomendarla que 60% de las mujeres de entre 18 y 65 años cuenten al menos con una citología cada tres años. El subsecretario Briozzo detalló que este estudio no sólo “es la estrategia más efectiva para disminuir el cáncer de cuello, sino que se trata de una herramienta para poder medir el impacto de la vacuna a mediano plazo”. Sostuvo que si bien se han logrado grandes avances en la cobertura del Pap -en 2006 18% de las mujeres se hacían este estudio-, aún falta trabajar en la actualización de los registros por departamento, que tienen fallas. Indicó que “probablemente sean más de 30% las mujeres que se realizan este estudio”. No obstante, aseguró que “esta falla en la cadena es un indicador muy fuerte de que algo no está funcionando bien” y subrayó la necesidad de “partir de una base de 60% de cobertura reportada a nivel nacional” para que la vacuna pueda ser recomendada por el ministerio.
Además de este requisito, el MSP indica la necesidad de desarrollar campañas de bien público y la puesta en práctica de la Ordenanza Ministerial Nº 466/12 -firmada por el ministro Venegas el 24 de agosto de este año, que reglamenta los tiempos entre el diagnóstico y el tratamiento, en los casos que se requiera-. Asimismo, estipula las responsabilidades en el contralor entre el MSP como rector y la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer.
Con-ciencia
Gerardo Vitureira, de la Sociedad Ginecotocológica del Uruguay, puntualizó que la mejor forma de “disminuir la incidencia de cáncer de cuello y lesiones premalignas es mediante la generación de conciencia. Las mujeres deben entender la importancia de hacerse un Pap, deben conocer sus derechos”, manifestó. Si bien Vitureira y Briozzo señalaron como una estrategia la obligatoriedad de la realización del Pap para obtener el carné de salud laboral, evaluaron necesario apuntar a la población que no trabaja o que lo hace de manera informal, ya que es la más afectada.
En este sentido, Briozzo adelantó en diálogo con la diaria que el ministerio está estudiando “la posibilidad de incorporar como contraprestación en las tarjetas del Ministerio de Desarrollo Social [Mides] la realización del Papanicolau”.
El subsecretario afirma que “se ha hecho bastante”, y aunque reconoce que “se podrían haber hecho mejor las cosas”, señala que estamos “bien encaminados”. Manifestó que la vacuna “estará disponible para toda la población en tiempo récord”, ya que recién en 2010 “los países que llevan la delantera comenzaron a recomendarla”, lo que nos puede situar en un futuro “como referentes en la región”.
Por último, Briozzo se refirió al fuerte impacto mediático que tuvo la vacuna contra el HPV a nivel mundial y opinó que “probablemente se deba al deseo del ser humano de tener las vacunas que curen los grandes males”.