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Disturbios entre los mineros y la Policía en Warwickshire, Reino Unido, en la famosa huelga de los mineros, un conflicto que, más que laboral, fue ideológico y político, y que durante casi un año enfrentó al gobierno conservador de Margaret Thatcher con el sindicato más poderoso del país. (archivo, marzo de 1984)

Foto: Stringer, Efe

A hierro muere

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Murió Margaret Thatcher, un símbolo para conservadores y liberales.

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Margaret Thatcher estuvo a la cabeza del gobierno inglés durante 11 años. En su gestión se aplicaron grandes reformas económicas de cuño neoliberal, como quizá nunca se vieron en los países desarrollados, acostumbrados a recetar pero no tomar las píldoras. A partir de una filosofía política y una política económica que hacían hincapié en la desregulación del mercado financiero, la flexibilización en el mercado laboral, la privatización y desmonopolización de empresas públicas y la reducción de los derechos laborales, buscó controlar la inflación y reducir el Estado a sus “funciones esenciales”.

Cuando Thatcher ganó las elecciones en 1979, la economía británica, si bien no se encontraba en crecimiento, tampoco vivía un proceso recesivo. La reacción contraria de muchos británicos al colapso de servicios públicos por huelgas que duraron más de seis meses mientras los laboristas estaban en el poder facilitó la llegada de la Dama de Hierro, algo que meses antes de las elecciones no parecía tan claro.

Apenas iniciado su mandato, Thatcher anunció su decisión de cerrar 20 minas de carbón estatales, lo que provocó el despido inmediato de 20.000 empleados. En los meses siguientes se inició un plan masivo de privatizaciones y desmonopolizaciones, entre las cuales los casos de British Gas (1986), British Telecom (1982) y British Airways (1987) fueron de los más notorios. Pero la privatización que más marcó la economía interna de Reino Unido fue la construcción de viviendas sociales. Otra controvertida decisión de Thatcher fue la liberalización del sector financiero aprobada en 1986. El denominado “Big Bang” rompió el acceso exclusivo que tenían las tradicionales casas financieras de Londres y abrió la posibilidad de hacer transacciones a los grandes bancos de inversión estadounidenses. Así, el peso del sector financiero en la economía creció fuertemente. Llevó adelante una política exterior en materia económica caracterizada por su oposición a la formación de la Unión Europea. La decisión británica de no formar parte del euro es una herencia directa del pensamiento “euroescéptico” de Thatcher. Sin embargo, su gobierno firmó el Acta Única que estableció formalmente el mercado único. Disminuyó el peso de los impuestos sobre la renta e incrementó los impuestos indirectos, además de practicar una política monetaria restrictiva para combatir la inflación. En 1982 Reino Unido mostraba señales de recuperación económica; la inflación había disminuido a 8,6% (desde un pico de 18% que se registró en los primeros dos años de su gestión), pero por primera vez desde 1930 el desempleo abarcaba a más de tres millones de personas. Margaret Thatcher es, junto a su amigo Ronald Reagan, una figura representativa del modelo político y económico liberal de los años 70 y 80, del “giro a la derecha”, de la apertura de los mercados a la iniciativa privada y la ruptura del Estado de Bienestar que se apoyaba en el consenso generado en la posguerra entre capital y trabajo. Muchos la sufrieron, algunos sufren desde ayer.

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