Ingresá

Estudiantes durante la presentación del libro en la Casa Inju.

Foto: Pedro Rincón

Noviazgo igualitario

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Trabajo con adolescentes evidenció que violencia de género empieza en las primeras relaciones.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Los datos fueron recabados en talleres de sensibilización efectuados en distintos liceos, centros juveniles y espacios adolescentes que funcionan en Montevideo y Canelones en el marco de la campaña “Me gusta más cuando...”. La presentación de la sistematización se llevó a cabo ayer en el Instituto Nacional de la Juventud (Inju). La intensa lluvia que caía a media mañana no disminuyó el interés que despertaba la actividad, por lo que estuvo muy concurrida. Demasiado, teniendo en cuenta el espacio físico del que se disponía. Además, se contó con la participación de liceales a quienes los docentes les ponían falta si no iban, lo que reforzó la concurrencia.

Es así que algunos jóvenes que no habían podido ingresar permanecían sentados en la escalera que conducía al salón repleto, sin siquiera alcanzar a escuchar lo que estaba pasando dentro. la diaria conversó con algunos de ellos, del liceo 63, quienes de entrada no manifestaron interés en el tema que se abordaba. A medida que avanzó la charla comenzaron a reflexionar en voz alta sobre la violencia en el noviazgo y entre amigos de distinto sexo, y por momentos sus mensajes resultaban un poco contradictorios. Lo primero que afirmó Federico, de 17 años, fue: “A las mujeres no se les pega”. Consultado sobre el destrato verbal que muchas veces ocurre entre pares aclaró que en ese caso la situación era “otra”, a lo que Juan especificó que muchas veces los insultos y las malas palabras “forman parte del diálogo corriente”, de manera que no deben ser consideradas como destrato; incluso los denominó “códigos”. Acto seguido, Fabricio corrigió: “Los insultos forman parte del diálogo pero hasta ahí nomás”.

Tanto ellos tres como otros compañeros que se fueron sumando a la conversación tenían claro que los hombres no deben pegar pero reconocían no haber estado en una situación de tensión con una novia, por lo que no sabían cómo reaccionarían. De lo que sí estaban seguros era de que el entorno puede ayudar a que la persona canalice la violencia sin agredir a su pareja, y que ser violento no tiene nada que ver con la apariencia personal.

Números rojos

El sociólogo Daniel Pérez, responsable de sistematizar la información recabada en los talleres, explicó a la diaria que a partir de 250 formularios se hizo una muestra y mencionó algunos de los datos que más llaman la atención. A la afirmación “En las relaciones sexuales debemos avanzar hasta donde los dos estemos de acuerdo”, 93% de los adolescentes, tanto mujeres como varones, indicaron estar de acuerdo. Sin embargo, a la frase “Si mi pareja quiere tener relaciones debo tenerlas aunque no tenga ganas”, las respuestas fueron más desparejas: 5,9% estuvo “muy de acuerdo”, 1,0% “de acuerdo”, 4,0% “ni de acuerdo ni en desacuerdo”, 30,7% “en 
desacuerdo” y 58,4% “muy en desacuerdo”. Las mujeres fueron las que más respondieron “muy en desacuerdo” 78,6% contra 33,3% de los varones.

El control de la vestimenta de las jóvenes también estuvo en juego. A la afirmación “Si tengo una novia tengo derecho a decirle cómo tiene que vestirse”, 80% de las mujeres dijo no estar de acuerdo, mientras que entre los hombres la respuesta promedió 60%. Para el sociólogo aceptar que un hombre decida cómo debe vestirse su novia puede ser un reflejo de otros aspectos en los que la mujer acepta, de alguna manera, ser controlada.

Pérez destacó que sería importante hacer una encuesta en todo el país porque permitiría ampliar la información disponible y trabajar el problema “más de raíz”, cuando se inician las relaciones de pareja.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura