Con un épico e inolvidable partido de Leandro García Morales haciendo maravillas con su juego, Aguada consiguió su perseguido sueño de cada inicio de temporada en Primera desde 1976: cortar las redes, alzar la copa, ser campeón.
No sé si no lo sé porque realmente no he podido acceder a la información o porque no quiero saber lo que un niño imagina cuando enero despunta sus primeros cinco días, pero lo cierto es que esa acción, símbolo de cortar las redes, es o merece ser de estos pagos, porque cortar las redes, para que nadie más pueda embocar allí, es un gesto de honra, dignidad y gloria divina e imperecedera, digna de algún dios perdido de la mitología griega al que Zeus debe de haber pretendido castigar poniéndole la celeste en el pecho. La respuesta a por qué se cortan las redes -“porque donde emboca un campeón nadie más vuelve a embocar”- es casi tan rica e infinita como la pregunta que se hacía Carlitos Soto en la Milonga Nacional de 1968: “¿Qué es una murga mamá?”.
Anoche a las 23.27 se detuvo el reloj de la historia aguatera y se cortaron las redes del Palacio Peñarol.
Aguada arrancó mejor con el goleo de Pablo Morales, que salió temprano del juego por tres faltas. El rojiverde cambió de defensas y le dio resultado. Defensor Sporting dominó el rebote ofensivo y cuando corrió la cancha emparejó el trámite. Fue clave el ingreso del capitán Castrillón, que anotó 5 puntos seguidos. Con marcador bajo se fueron al primer descanso corto, con 5 puntos de ventaja para los aguateros: 17-12.
Roto el emparejamiento en yanquis, dado que el lesionado Baxley ingresó tibiecito sobre el fin del primer cuarto, pero corriendo con su acción circense en el segundo, Sporting alcanzó la paridad en 19 y hasta le alcanzó para pasar con el viejito Castrillón entrando a pura jerarquía. Tres libres de Muro pusieron a Aguada otra vez arriba: 24-23. De a un puntito se fueron pasando hasta que otro triple de Diego Castrillón puso a los fusionados 28-26. Paso a paso, desde la línea fueron empatando hasta irse a los vestuarios iguales en 32. Volver a empezar. Alguno tendrá que hacer la diferencia, alguno tendrá que ganar, alguno deberá cortar la red y alzar la copa.
Al arranque del segundo tiempo, Defensor Sporting pudo conseguir su máxima yéndose 38-32, porque Castrillón, líder positivo, le metió una tapa de novela a García Morales, que terminó en protesta y técnico. Aguada absorbió la diferencia con triple de Pablo Ibón. Apenas iban 4 minutos de la segunda parte, el Tallarín Izaguirre y Baxley tenían 4 en Sporting y LGM 3, que con un triple empató en 42. Quedaron punto a punto, empate a empate, hasta que con un par de triples Aguada tomó ventajita por 4, pero otra vez Castrillón con gol y foul pasó 52-50. Un tal Leandro -¿lo sacás?- metió tres libres y sobre la chicharra Diego González penetró y anotó los 2 puntos con los que Aguada se fue al último descanso con planes, ganando 55-54.
Atención: a los 2 minutos del último cuarto sucedió lo impensado, ya no por los 4 de diferencia que sacó Aguada (60-56), sino porque el estadounidense Baxley dejó la cancha por quinta falta. ¡Así no hay corazón que aguante! Cuando Leandro convirtió su 17º libre consecutivo, los rojiverdes consiguieron la máxima y se pusieron 64-56. La gloria estaba vichando a Aguada. No le sacaba los ojos de encima cuando Pablo Morales clavó un triple infernal para que su equipo empezara a buscar el tramontina para cortar la red: 11 puntos de ventaja a falta de menos de 5 minutos de juego.
Después, qué importa ya el después... Leandro siguió metiendo hasta llegar al inolvidable 86-72 que conectó con la gloria, con la historia.