Todo puede cambiar en un segundo. La sucesión de hechos en la vida de las personas a veces tiene una dinámica tan fugaz y tambaleante que te mueve el piso. El vigente campeón ya había probado ese trago, o algo parecido, en las semifinales de 2011 ante Ferro Carril de Salto. Todo se estaba esfumando para los carolinos, y Central, ya superada aquella maldición de 2011 con la coronación como el mejor de 2012, volvía a definir.
El gol no había estado tan lejos, pero tampoco muy cerca, para los de San Carlos, que caían 1-0, y por el gol que había marcado el Flaco Sebastián Cabo para Central en la ida, los de San Carlos estaban quedando afuera. Las burlas desde la tribuna llovían sobre el banco visitante que estaba ahí, amarrado a esa balsa que sus compañeros estaban tratando de que no se hundiera. Los descuentos, apéndice de sufrimiento para unos, última bocanada de aire para otros, fueron el momento cúlmine de la tarde. Un rebote de un despeje desesperado se coló contra el palo izquierdo de Mauricio Calero, que la vio entrar.
Todos se miraron. Los de Central no lo podían creer. Los carolinos demoraron en festejarlo. El juez titubeó antes de señalar el medio. Un gol ilógico en el momento exacto. El defensa Santiago Fontana, que había ingresado unos minutos antes, empataba el partido al que dos minutos después, con los maragatos en knock out, Jorge Nerón puso el 2-1, tocándola por arriba del elástico arquero Calero para alargar el festejo para esa hinchada que estaba como loca en la tribuna visitante.
Pero no fue todo de chiripa. San Carlos, que venía de ganar el juego de ida en aquella tarde polar, salió a jugar en todo el partido, firme, con un temple bárbaro, un acople exacto en determinados sectores del campo y un par de jugadores pícaros que fusionan ese oficio con potrero. Varios se comieron la cancha. Rafael Cafú Martínez, un veterano artiguense que juega desde 1991 con la rojiblanca, fue un león en el medio, a pesar de que terminó expulsado -porque, ¡mirá que se picó!-; Jonathan Sosa desequilibró en el primer tiempo y mareó a la defensa local; Germán Suárez, en la segunda mitad, fue el titiritero que mandó todas las bochas al área; el goleador Jorge Nerón las quiso todas y al final le llegó su premio; Martín Sosa la peleó; Diego Colo probó de todos lados.
El esfuerzo de parte de los visitantes había inclinado la balanza hacia el este, pero en el primer tiempo Central, que también es un cuadro con una carpeta bárbara y con jugadores que aparecen en los momentos justos, tuvo su momento en el partido y pegó por arriba. El Oso Marcelo Rodríguez la bajó y el joven defensa Maxi Britos la atornilló con la frente contra el palo derecho. Aparecía el campeón. Sebastián Gandini y Pablo Cabrera empezaban a encontrarse arriba, la pegada de Eduardo Hernández lastimaba, y los maragatos terminaron yéndose al vestuario con la clasificáción en ciernes, sobrepasando a un rival que había jugado más vistoso pero no había podido convertir.
Los locales dirigidos por Juan Cabrera salieron en la misma sintonía al complemento. La presencia del actual campeón hacía efecto, San Carlos no encontraba la llave para el gol, ni siquiera para llegar al área. La expulsión de uno de los pilares de la defensa del elenco maragato, Marcelo Delgado, fue incidiendo de a poco en el transcurso del partido.
Los minutos pasaban y Central parecía aguantar bien, a pesar de la insistencia de los carolinos, en especial de Germán Suárez. Pabloaníbal de León mandó variantes: Cristian Páez y Pablo Moreira le daban aire a un equipo que no se rendía pero la tenía brava. El campeón estaba sólido y todo pintaba para que nuevamente le tocara jugar la final. Pero el destino y sus avatares quisieron otra cosa con ese rebote; una bola de pinball, como cuando se te va por el costado, cambió el grito de victoria, que ahora era de “tú”. San Carlos es finalista luego de 14 años, cuando fue campeón de la Champions criolla ante el Wanderers de Artigas. La victoria agónica es un gran estímulo para ese último escalón a la gloria, que ayer besaron.
No están cruzados
No es la primera vez que Porongos y San Carlos llegan a la final de una copa que ya han alzado, pero sí será la primera que se enfrenten como finalistas en la Copa Nacional de Clubes.
Porongos derrotó a Tulipán de Fray Bentos, y resolvió su llave con dos victorias, al vencer ayer 3-1, lo que se suma a su victoria como visitante 2-1 en Fray Bentos la semana pasada.
San Carlos también ganó los dos partidos, el último de una forma muy particular, y está una vez más en la final del torneo. Ayer hizo dos goles en los últimos 3 minutos de juego en el Casto Martínez Laguarda de San José y terminó ganando 2-1, el mismo resultado con el que había terminado el encuentro en el ahora suspendido escenario rojiblanco de la ciudad de San Carlos.
Es la cuarta final en disputa para San Carlos. La última vez que jugó una final fue en 1999, cuando terminó campeón. Fue vice en 1983 y 1984. Porongos había jugado una final por última vez en 2007, cuando perdió ante Vida Nueva San Jacinto, pero había ganado en 1988 ante Fritsa de Tacuarembó, en 1994 contra Central Palestino de Chuy y en 1995 ante Frontera Rivera, en una insólita definición jugada el 23 de diciembre.