Tarde de domingo en Ciudad Gótica, y el set de Saeta muestra a Julio Ríos sentado a la mesa, detrás de una laptop con la pantalla desplegada y con una botella de Nix. Aclara que durante ese segmento de Punto Penal realizará una entrevista con el objetivo de demostrar “que no todas son rosas”. Con esa finalidad, comunica que invitó a la pareja de un futbolista procesado por homicidio y que se encuentra internado en un hospital psiquiátrico. También participa en la entrevista un dirigente de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales que estuvo en contacto con el deportista antes de su internación.
La mujer tiene 26 años. Aparece con la cara roja y los ojos hinchados. Cuenta que tiene un hijo con el futbolista, a quien conoció cuando él tenía 14 años. Aclara que aceptó la entrevista para despejar los rumores y proteger la integridad de su familia. Desde el comienzo, parece difícil que con la vulnerabilidad que exhibe consiga aclarar algo, porque quien explica rara vez convence y porque la televisión no es un ámbito para despejar rumores, sino más bien para amplificarlos. Algo que sucedió durante la semana, pues la crónica roja de algunos noticieros divulgaron imágenes que el futbolista subió a su Facebook, en las cuales aparece participando de ritos religiosos en una iglesia pentecostal.
Ríos recorre los highlights del deportista y confronta a la mujer con sus peores momentos. El drama familiar narrado por Ríos de manera barroca forma parte de la puesta en escena del show del horror, con un interrogatorio a la mujer sobre el vínculo entre el futbolista y su padre y sobre su reacción ante esta situación: “¿Qué impacto te ha generado esto?”, “¿qué experimentaste cuando te enteraste del hecho?”.
Ese turismo de Ríos por el dolor ajeno también incluye preguntar si consumía drogas y rememorar sus problemas con el alcohol. Ella lagrimea, cuenta sus últimos días de convivencia con el jugador. Raspan el fondo de la olla del morbo describiendo las alucinaciones que padecía. Su testimonio naturaliza la mediatización de una sensación tan íntima como el dolor y deja pensando en que alguna vez deberíamos volver a eso de la vida privada. Ríos mira a la cámara y remata la entrevista con una reivindicación de los motivos de la nota: “El mensaje es aprovechar los momentos y las circunstancias, porque todo pasa muy rápido en la vida y después no hay forma de retroceder… Ojalá que el mensaje haya llegado de la forma que queríamos que llegase”. Finalmente, desea: “Buen domingo para todos”. La capacidad de cinismo no tiene límites.