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Uruguay podría recibir a ex presos de Guantánamo si no tienen secuelas por las torturas, se quejan poco y hablan español

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Fuentes del Poder Ejecutivo aclararon que el gobierno no quiere “albergar a terroristas alborotadores”, pero a la “gente bien” se la recibiría con gusto.

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“Es cierto, es un poco mezquino y miserable que el gobierno de un país cuyos ciudadanos fueron generosamente recibidos y acogidos en varios países cuando estaba gobernado por un régimen militar sanguinario ahora no quiera recibir prisioneros políticos. Pero creo que con el tiempo esto no se va a ver tan mal, sobre todo porque al lado de negarse a recibir mujeres y niños sirios, que es lo que va a pasar a fin de año, esto casi va a parecer un acto humanitario”. Con estas palabras definió una fuente de la cancillería la postura del presidente Tabaré Vázquez y el canciller Rodolfo Nin Novoa con respecto a la posible llegada de más ex presos de la cárcel de Guantánamo.

El lunes se anunció que esta posibilidad fue descartada definitivamente por el gobierno. Si bien el tema no se manejó a nivel oficial, la fuente consultada reconoció que los “problemas de adaptación” de los ex presos que llegaron el año pasado fueron determinantes para que el gobierno tomara la decisión.“Uruguay es un país pacífico, que defiende el multilateralismo y la promoción de los derechos humanos en todo el planeta. Pero recibir a estos atorrantes que se quejan y reclaman cosas todo el tiempo, y ponen como excusa el hecho de que los torturaron durante más de una década, es algo muy distinto. Lo que el gobierno no quiere es albergar a terroristas alborotadores, pero para la gente bien, que no tiene secuelas por la tortura, habla español y, sobre todo, no reclama lo que le corresponde por derecho natural y en lugar de eso se resigna en silencio, siempre vamos a tener lugar”.

Al gobierno le preocupó especialmente el caso de Abu Wael Dhiab, quien amenazó con encadenarse ante la embajada de Estados Unidos para que ese país se haga responsable por los daños irreparables que sufrieron tanto él como su familia. “Yo había escuchado que para los árabes está bien eructar después de comer. Ese tipo de diferencias culturales las aceptamos. Pero eso de andar reclamando a los gritos acá no se hace. Hay ciertas cosas que hay que hacer en privado”, explicaron desde el gobierno.

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