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Julio Osaba. Foto: Santiago Mazzarovich

Barra de estudio

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Con Julio Osaba, docente de Historia e investigador de la Biblioteca Nacional.

la diaria fue a la Biblioteca Nacional y charló con Julio Osaba sobre el trabajo de conservación, las publicaciones de los “Cuadernos de Historia”, la investigación y la recolección de los medios de prensa históricos de Uruguay, el Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (GREFU) y sobre el tema de la violencia en el fútbol, aspecto del deporte que ha estado en boga en los últimos años. En particular, sobre el estudio del surgimiento de esos colectivos denominados “barras bravas”: ¿cuándo surgen?; ¿en qué contexto histórico?; ¿por qué el primer mojón fue la separación de hinchadas en un clásico entre Peñarol y Nacional, el 6 de enero de 1987? Hicimos un repaso de los años 80 y de la aparición de esos nuevos hinchas en las canchas del fútbol uruguayo.

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-¿Qué trabajo están haciendo en la Biblioteca Nacional?

-Esta investigación acerca del nacimiento de las barras bravas en Uruguay tiene cabida en el marco de la publicación de los Cuadernos de Historia de la Biblioteca, que empezaron tímidamente bajo la dirección de Tomás de Mattos, dirigidos por la profesora Alicia Fernández, que es la coordinadora del Departamento de Investigaciones. Se publicaron tres números bajo la dirección de Tomás de Mattos y tuvieron un impulso definitivo en la administración de Carlos Liscano, durante la cual se publicaron 11 números: del 4 al 14 inclusive. Este año, con la nueva administración, salió el Cuaderno número 15, coordinado por la profesora María Cristina Burgueño desde Estados Unidos. Fue un estudio del periódico antifascista Nuestra Raza, publicado por la comunidad negra de Montevideo en la época de Gabriel Terra, en la década de 1930. La nueva dirección confirmó las líneas de investigación que desarrollaban los integrantes del departamento, por lo tanto los Cuadernos de Historia tienen una continuidad. Fueron concebidos a partir de colaboraciones, casi siempre de múltiples investigadores y también de instituciones, de múltiples temas. Se trata de temas que a veces están rezagados en las agendas académicas: por ejemplo, la didáctica de la Historia, en coedición con el Consejo de Educación Secundaria [CES], para que los cuadernos lleguen a las bibliotecas liceales como insumo para los profesores. También se ha publicado en coedición con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación [FHCE, de la Universidad de la República].

-¿Cómo es el proceso de trabajo?

-Por lo general, las líneas de trabajo se establecen en el departamento. Debido a la carencia de personal de la Biblioteca, se recurre a colaboradores voluntarios, que hacen un trabajo específico.

-¿Tuvieron buena respuesta de las instituciones educativas?

-Sí. El Cuaderno 10, que coordinamos junto con la profesora Alicia Fernández, trata sobre periódicos de caricatura en el último tercio del siglo XIX y fue una coedición con el CES. Nuestro interés, en la medida en que somos profesores egresados del IPA [Instituto de Profesores Artigas] y salidos de Secundaria, es que ese material, que no siempre es tenido en cuenta por las visiones historiográficas tradicionales, llegue a manos de los docentes para que se pueda trabajar en clase. Secundaria compró parte de la edición, y eso llegó a las bibliotecas liceales. Por otro lado, de un tiempo a esta parte los Cuadernos de Historia están colgados en la página de internet de la Biblioteca del Bicentenario (www.bibliotecadelbicentenario.gub.uy); ahí están en formato PDF los Cuadernos de Historia y los Cuadernos de Literatura publicados en el período anterior, la Revista de la Biblioteca Nacional, etcétera.

-¿Quiénes integran el equipo de trabajo de los Cuadernos de Historia?

-En el período anterior, con Carlos Liscano en la dirección de la Biblioteca, se había establecido una política de investigadores asociados, en cuyo marco determinamos que eso permitía, con la participación o no de algunos de los integrantes del departamento, llevar adelante un proyecto. En el área de Didáctica de la Historia ha trabajado la profesora Ana Zavala desde sus cursos del IPA y del Claeh [Centro Latinoamericano de Economía Humana]; Leandro Delgado coordinó el Cuaderno que trató el tema de cultura y comunicación en los 80; Mónica Maronna, el de historia de los medios; María Cristina Burgueño, el que trata sobre el periódico Nuestra Raza; está en preparación uno que está coordinando el profesor Óscar Brando sobre cultura y comunicación en los 90. Se permitía a determinadas personas, que eran investigadores asociados a la Biblioteca, presentar un proyecto en el que trabajaban uno o varios, y eso se llevaba adelante a partir de cuadernos colectivos, diversas miradas, etcétera.

Un nuevo orden local

-Empezaron a estudiar el nacimiento de las barras bravas en Uruguay.

-Sí, la idea es publicarlo en 2017 y a ese tema se le va a dedicar un Cuaderno de Historia completo, será una investigación sustancial. La preocupación desde el Departamento de Investigaciones es la de abordar el fútbol uruguayo en sentido amplio, como legítimo tema académico de investigación. Esta investigación reconoce, por lo menos, dos grandes antecedentes: el Cuaderno 8 y el 14, que coordiné yo, que se llaman A romper la red. El número 8, de fines de 2012, fue el primer intento, con siete u ocho artículos, en el que estábamos viendo a dónde podíamos llegar; escribieron Mario Romano -director del Museo del Fútbol-, Juan Carlos Luzuriaga, Matilde Reisch, Florencia Faccio, Pierre Arrighi y Leonardo Mendiondo. En el 14 nos animamos un poco más; en colaboración con el GREFU, de la FHCE -que integraban Juan Carlos Luzuriaga y Andrés Morales-, con el aporte de artículos que yo había reunido y otros surgidos de una jornada de la FHCE, se armó un combo y se pudo publicar un Cuaderno en el que colaboraron 17 investigadores uruguayos, argentinos y chilenos, con un corte académico que abarca desde doctores hasta estudiantes de grado que están desarrollando su tesis sobre la temática. El prólogo del Cuaderno número 8 lo escribió el historiador Gerardo Caetano, un tipo de consulta permanente, que nos alentó a seguir, mientras que el prólogo del Cuaderno 14 lo escribió el historiador Carlos Demasi. Son dos referencias del departamento, dos académicos de fuste. Es raro, porque parece que al fútbol todavía hay que legitimarlo para hablar desde el punto de vista académico. En el proyecto del próximo número están trabajando Gastón Laborío, profesor de Historia egresado del IPA; Gonzalo Silva, profesor de Historia egresado de la Universidad de Montevideo; y las sociólogas Magdalena Aguiar y Paula Morales.

-¿Qué explicación le dan al surgimiento de las barras bravas en Uruguay?

-El asunto surge con el Cuaderno número 13 (“Cultura y comunicación en los 80”), coordinado por Leandro Delgado. Cuando él presentó el proyecto al departamento, quería hacer una visión panorámica de los años 80, partiendo de la base de la construcción de nuevas subjetividades. Charlamos con él y salió el tema de la primera separación de hinchadas en los clásicos. En esa década empezaron a jugar nuevas subjetividades, nuevos públicos futbolísticos. El 6 de enero de 1987 se jugó la final del Campeonato Uruguayo de 1986. Aquel campeonato había empezado de forma accidentada porque Peñarol no jugó, Nacional se solidarizó y se selló aquel acuerdo entre caballeros, de los dos puntos, que terminó con Nacional perdiendo en la última fecha con Huracán Buceo, por lo que tuvo que jugar la final, que ganó Peñarol por penales.

-¿Por qué consideran que ése fue el hecho desencadenante?

-¿Por qué hubo que separarlos? Ése era el punto importante. Los años 80 fueron el lugar de mi adolescencia: ahí hay que lidiar con esa doble vertiente de la memoria y construir historia interpelando las versiones que uno tiene en su cabeza y las que recoge de la memoria popular. El trabajo del investigador se sirve de la memoria para buscar, pero también implica interpelarla a partir de las fuentes: de ese modo es posible construir un relato sobre el pasado. El primer artículo del Cuaderno de Historia número 13, titulado “6 de enero de 1987”, fue un primer avance con respecto a la investigación sobre la separación de las hinchadas. En el artículo hay algunas cosas centrales: a mí me interesaba, sobre todo, la construcción que se hace desde la prensa del fenómeno de las barras. En diciembre de 1986 había quedado colgado un clásico de la Copa de Oro de los Grandes, aquel invento que hicieron Peñarol y Nacional para recaudar, porque estaban en bancarrota. Tenían que jugarlo sí o sí. Los primeros núcleos de las barras de Peñarol y Nacional convivían en la misma tribuna: la hinchada de Peñarol en la Ámsterdam contra la América y la de Nacional contra la Olímpica. Empezó a ocurrir que esa convivencia pasó del canto en respuesta a lo que cantaba el contrario a la práctica violenta: el grito, algunas piñas, se robaban alguna bandera, se quemaba, los otros iban a rescatarla. El centro del primer anillo de la Ámsterdam era el campo de batalla. En ese clásico de diciembre de 1986 tiraron a un hincha para abajo y terminó en el Hospital de Clínicas.

-¿Se hablaba del tema en ese momento?

-Tenemos la memoria popular de que hay una escalada de violencia en torno a esos nuevos nucleamientos. Al recorrer la prensa de 1981 a 1984 o 1985 se constata que el retrato de las barras es poco y nada. Se menciona algún lío, algún problema, pero da la impresión de que todavía no están conformadas las barras como tales. En esa época son conjuntos incipientes; todavía falta determinar por qué nacen. Hay un tema central en el estudio de las barras bravas: siempre es lo que se dice de las barras y de los barras, pero ellos no tienen voz. El primer estudio de campo es la tesis de grado de Leonardo Mendiondo, en Sociología, sobre las hinchadas de Peñarol y Nacional. Si bien es un análisis sociológico, no histórico, aparecen algunas conceptos que ya conocemos desde la década de 1990: el aguante en todas sus versiones, en la tribuna y afuera, en la pelea cuerpo a cuerpo, mostrar las heridas como trofeo de guerra; toda esa mitología que vino desde Argentina, sobre todo a partir del programa El aguante, de TyC Sports. En Uruguay esos nucleamientos nacieron en los 80, pero no como la definición de la barra argentina. A veces, para ciertos fenómenos socioculturales no tenemos un marco cronológico determinado. Más o menos, vemos a partir de qué fecha había grupos diferentes de Peñarol y Nacional. En la década de 1960 y en la de 1970 se reconocían algunos hinchas más bulliciosos. Hay recuerdos de lo que llamaban en Nacional “La batucada de la Olímpica”, que festejaba, gritaba y bailaba para festejar un gol, y después se sentaba. Y en los 70 hay recuerdos de un grupo de hinchas de Peñarol que en el ángulo entre Ámterdam y América veían el partido parados, a los que José Pedro Damiani denominaba “La caterva”. En ese sentido hay un punto a resolver: por un lado, podemos rastrear en la prensa, que es la fuente a la que es más fácil acceder; por otro, hay que ver qué dicen los propios barras, desde cuándo se recuerdan como tales. Otra fuente a la que se puede acceder es la audiovisual; en este sentido se presenta el problema de que los registros audiovisuales de radio y televisión de la década del 80 son privados. Ocurre que son de difícil acceso o que, lisa y llanamente, dejaron de existir por la nula falta de política de archivo que tienen las empresas de comunicación en Uruguay.

-¿Cómo trató la prensa ese fenómeno?

-En la prensa hay una forma estereotipada de tratar a esos nuevos hinchas. Las mismas frases que escuchamos y leemos en la actualidad: “los inadaptados de siempre”, “bárbaros”, “esos coros de cantos soeces e impublicables”, decía La Mañana. Por otra parte, se ve claramente el discurso chovinista: La Mañana mira hacia Argentina, publica muchas cosas sobre las barras argentinas y dice: “¿Qué medidas tenemos que tomar para que eso no llegue acá?”; cuando comienza a haber algunos problemas, afirma: “Siempre copiando el mal ejemplo argentino”. Hay cierta defensa de la “tradicional convivencia en nuestras canchas que hasta no hace mucho no era alterada por estos bárbaros”. ¿Hasta no hace cuánto? ¿De qué hablan? Algunas cosas quedan un poco oscuras. Lo que sí se nota en la prensa es que se da cuenta de que en las canchas comienza a haber grupos diferentes al hincha tradicional, pero no sabe cómo calificarlo. Si en Argentina las barras nacieron como un brazo armado de la dirigencia y después entraron en el circuito de la delincuencia, no es claro, y yo diría que no es seguro, que en Uruguay hayan surgido así. Sí es posible que después se hayan transformado en otra cosa, pero no en los años 80.

-¿En qué momento se transforman en una organización delictiva redituable?

-Tengo la firme hipótesis de que la separación de hinchadas potenció el surgimiento de nuevas subjetividades en las tribunas. De núcleos pequeños -si uno ve las fotos no pasan de 100 personas y se ubican en las esquinas de una misma tribuna-, a partir del 6 de enero de 1987 las autoridades permitieron que esas nuevas subjetividades colonizaran una tribuna completa. Visto en retrospectiva, esa primera separación, a partir de cierta dinámica social, necesitó nuevas separaciones. Ese aspecto podemos analizarlo cronológicamente: separación de las hinchadas a las tribunas populares, eliminación de los taludes, tribunas diferenciadas para ver a la selección en el estadio, y los últimos actos son el pulmón en la Olímpica y la tribuna entera para el local. En ese momento estamos ahora, y posiblemente el próximo paso sea que, con la construcción del estadio de Peñarol, haya partidos sin visitantes o con núcleos mínimos de visitantes. Lo que llama la atención de la medida es que era totalmente para salir del paso: atendía a esa coyuntura y no se tenía claro ni de qué serviría ni cómo se instrumentaría. Esa indefinición se nota en la prensa: “En el clásico de hoy se separan las hinchadas para evitar hechos violentos” aparece en el título principal, pero después no hay desarrollo. En toda la prensa no hay desarrollo. Las fuentes principales de violencia en los deportes, en general, eran lo que podemos llamar “violencia tradicional”, no la que surge a partir de nucleamientos medianamente organizados.

-¿Cómo se explica el crecimiento que tuvieron en la década de 1990?

-El marco de la investigación está pautado entre 1981 y 1987. En ese primer período de surgimiento de los grupos hay algo interesante: las barras son intermitentes. No en los clásicos, pero en otros partidos la prensa dice: “Hoy no vino la bullanguera barra de Peñarol”, o ves fotos de partidos de Nacional y el lugar que ocupaban está vacío. Esas “protobarras”, por llamarlas de alguna manera, todavía no tenían la constancia y la consistencia de organización que les permitiera estar en todos los partidos, la idea de “ir a todos lados”. Sumado a otras dinámicas -sociales, por ejemplo-, el recurso de la guetización del público, lejos de resolver el problema, lo agudiza. Eso ocurre ya entrados los 90, cuando las barras se parecen más a las argentinas.

Cultura futbolística

El Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (GREFU) se formó en 2012 en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), en el marco del programa Incubadora de Proyectos de Investigación de Egresados. Los coordinadores son Juan Carlos Luzuriaga y Andrés Morales. Luzuriaga es licenciado en Historia por la FHCE, profesor en el bachillerato tecnológico de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) y en el Instituto de Profesores Artigas (IPA). Morales es magíster en Ciencias Humanas opción Historia Rioplatense, egresado del IPA y de la FHCE, y es docente en secundaria y UTU.

El objetivo de GREFU es “poner en la agenda universitaria de nuestro país el estudio del fútbol en forma específica como fenómeno que impregna nuestra sociedad en el marco de una globalización del deporte que es consumido como uno de los espectáculos preferidos a nivel mundial”. La idea es que se discuta académicamente y se aborde la temática del fútbol, a veces reticente en ese ámbito. “Somos conscientes de la importancia excepcional del fútbol uruguayo en la historia del fútbol mundial. También somos conscientes de su trascendencia en una sociedad impregnada por el interés en este deporte, que cuenta con un enorme acervo documental. En momentos en que la investigación universitaria sobre el fútbol se desarrolla en países como Francia, Gran Bretaña, Alemania, Brasil y Argentina, es más que oportuno que Uruguay se sume a estas corrientes con propuestas propias. Conocer la experiencia de otras naciones es un aporte importante, particularmente si se trata de nuestros vecinos rioplatenses. Su mirada y perspectiva va a ser un complemento relevante para entender nuestro fútbol. Las posibles líneas temáticas son: fútbol, política e identidad nacional; clubes y rivalidades; clases sociales y fútbol; evolución de los fundamentos tácticos y técnicos; fútbol, literatura y cultura popular”.

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