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Mel Ainscow. Foto: Pablo Vignali

Sin barreras

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Mel Ainscow es sinónimo de inclusión y equidad en la educación. Docente en la Universidad de Manchester en Inglaterra, trabaja desde hace años en la UNESCO con la idea de lograr una transformación en el sistema escolar que contemple a todos los estudiantes, “y por todos me refiero a todos: ninguno, por ninguna razón, debe quedar por fuera”, enfatizó ayer en diálogo con la diaria, previo a la conferencia abierta que dará hoy en el Instituto Crandon de 19.00 a 21.00 y los talleres gratuitos que impartirá este miércoles y jueves organizados por Eduy 21. Para él, la situación es clara: “El énfasis no debe estar sólo en la inclusión sino en la igualdad, todos merecen una justa oportunidad”, considera, y es imprescindible “entender que la inclusión en educación no sólo apunta a un grupo de estudiantes con discapacidad: en mi país los excluidos son los varones blancos pobres, en África son las mujeres... hay que entender que si todos están dentro del sistema educativo, la sociedad mejora”.

En su agenda está incluida una reunión con la Comisión de Educación del Senado, “porque el cambio debe atravesar la política nacional”, pero está más interesado en el trabajo con los docentes, “que son la verdadera clave del cambio”. El experto inglés tratará de dejar, en los asistentes a sus charlas, la idea de que inclusión e integración no son lo mismo, y que en todas partes del mundo hay “ejemplos instructivos de los que podemos aprender; por ejemplo, en África no tienen muchos recursos, pero los compañeros ayudan al otro. Sin embargo, en Austria, en un salón con muchos recursos, hay una maestra particular para un niño al fondo, que está integrado pero realmente no está incluido”.

–Participaste en la creación de un índice de inclusión, ¿De qué trata y qué resultados dio?

–El índice de inclusión fue desarrollado cerca del año 2000 por un grupo preocupado porque las políticas del gobierno dejaban a algunos chicos atrás. Queríamos crear un marco de revisión que pudiera ayudar a las escuelas a examinarse a ellas mismas, y los conceptos que introdujimos fueron muy influyentes. Uno de ellos es la metáfora de las barreras: están las físicas, que no nos dejan pasar, esas que son más fáciles de cambiar; pero hay otras barreras, más difíciles de modificar, que son las mentales, como una currícula que no es adecuada, docentes que no tienen las habilidades específicas, actitudes en general. El índice de inclusión está hecho para ayudar a las escuelas a rever su trabajo y encontrar dónde están las barreras y cuáles son los recursos humanos que están destinando para romperlas. Se hizo sólo para Reino Unido, pero tuvo mucho éxito y se tradujo a varios idiomas.

–¿El índice dice cómo superar esas barreras?

–No dice cómo hacerlo; ayuda a las personas a descubrirlo ellas mismas en el proceso de cambio. La idea de educación inclusiva no es una política separada, no es algo que se haga en particular, sino que tiene que permear todas las políticas: debe llegar a los políticos, a las escuelas y en especial a los docentes, que son lo más importante.

–Siempre se mira la inclusión educativa como una necesidad de las personas generalmente excluidas, pero, ¿qué beneficios tiene la inclusión para el conjunto de la sociedad?

–La educación es importante porque trata de cambiar la sociedad. Estos chicos en la escuela están siendo preparados para vivir juntos, para valorar al otro y aprender de él. Es por eso que el trabajo de los docentes es muy importante, no es solamente enseñarles a leer o a aprender matemática, sino a vivir juntos. Educar es crear una sociedad más justa.

–En varias oportunidades planteaste que la educación inclusiva conlleva, además de una ventaja social,una ventaja económica.

–Absolutamente. Si tenemos sectores de la sociedad que no están contribuyendo al conjunto, se convierten en una carga para el resto de nosotros. Queremos desarrollar una sociedad en la que todos sean valiosos y hagan su contribución y en la que compartamos la responsabilidad. Este no es un asunto menor, es muy importante: se trata de desarrollar sistemas de educación que puedan contribuir de verdad.

–¿Creés que llegaron a esto en Reino Unido?

–Cada país está en su viaje. Reino Unido probablemente no sea el mejor ejemplo, sino que más bien hay que mirar a Finlandia o partes de Canadá. Estos países llegaron a ejemplos por su fuerte historia de democracia social. En Escandinavia, la frase “educación para todos” ya era familiar décadas atrás. Las nuestras son sociedades más divididas, por eso la educación inclusiva es tan importante; pero no se debe llevar a cabo sólo porque hubo países que lo hicieron antes. Ellos tienen que ser el faro, una guía, pero el viaje debe ser de cada uno de los docentes, de cada escuela.

–Hablabas de la importancia de los docentes, pero, ¿cuáles son las herramientas reales que tienen luego de su formación para trabajar estos temas?

–En un sentido no se trata de herramientas, que obviamente pueden ser muy útiles, sino que el maestro hace progresos, es el desarrollo de un cambio en la cultura de la escuela. Se tiene que hacer mucho énfasis en el desarrollo profesional, tiene que haber una inversión en la educación de los docentes. Por lo que estuve leyendo, esta puede ser un área a la que Uruguay podría prestar más atención. No se trata solamente de cursos y talleres, sino de desarrollo profesional en la propia escuela, donde los profesores están aprendiendo juntos, compartiendo ideas, resolviendo problemas. En verdaderas escuelas inclusivas la gente trabaja junta; en escuelas no inclusivas la gente está sola, la puerta de la clase está cerrada. Para que esto funcione de verdad las puertas tienen que estar abiertas. A medida que la escuela es reformada, se debe ir alejando de la idea de un solo docente por clase. Hay equipos. En muchos países, además, hay un equipo de soporte que está con los niños y es muy bueno.

–¿En qué deberían especializarse los docentes?

–En muchas cosas, en realidad, pero las preguntas que se deberían hacer son: ¿cómo hago para que esta lección sea relevante y significante?, ¿cómo puedo diseñarla de una forma en que todos los niños se involucren? Tenemos proyectos de docentes que trabajan en equipos planeando lecciones juntos para luego hacerles pequeños ajustes. Eso es el desarrollo profesional.

–¿Abrir todas las puertas es tarea del director?

–Absolutamente, el rol del liderazgo es crucial; es necesario que el director haga que las personas se comprometan a cambiar la escuela, a hacerla más inclusiva, ellos deben sostener eso y fortalecer sus relaciones en el camino. También necesitamos incluir a las familias y la comunidad. Este cambio de política es radical, es muy importante.

–Cuando se habla de inclusión, muchos padres plantean sus miedos a que la atención a los niños con discapacidad genere un enlentecimiento del resto del grupo. ¿Cómo se trabaja eso?

–Creo que debemos demostrar que no es así. Es entendible que los padres estén preocupados; si veo que algo va a perjudicar a mi hijo me voy a resistir. Pero lo que sabemos,basados en la experiencia y en investigaciones, es que cuando las escuelas se vuelven más inclusivas todos los niños se benefician. Finlandia es el número uno en el ranking PISA porque tiene un sistema de educación inclusivo y se concentra especialmente en aquellos niños que son más vulnerables. En países como los nuestros hay una gran resistencia en la comunidad, que cuestiona por qué tenemos que ayudarlos.

–En el caso particular de niños con discapacidades, ¿no es cierto que necesitan más tiempo?

–Sí, obviamente, como muchos chicos. Todos necesitan tiempo, no es algo bueno cuando se tienen “chicos invisibles” de los que nadie sabe su nombre, ni son escuchados; probablemente les vaya bien, pero podría irles mucho mejor si les dieran tiempo.

Atender las discapacidades genera una reforma radical que involucra la forma de organización de la escuela. No es que el niño va a una clase y se le cierran las puertas de la escuela detrás, necesitamos flexibilidad para que los niños se muevan en muchas direcciones. Estamos hablando de una reforma radical: en la currícula, en los sistemas de evaluación, en la forma en que la escuela se organiza; sólo haciendo esto todos los chicos se podrían beneficiar. Simplemente poniendo niños en la escuela y diciendo ‘ellos ahora están incluidos’ no alcanza, debemos cambiar el sistema.

–¿Creés que las escuelas especiales deberían desaparecer?

–Creo que en su estructura deberían desaparecer, hacia eso deberíamos ir, pero no hay que hacerlo demasiado rápido porque dejaría sin soporte a muchos niños. Tiene que ser manejado muy sensiblemente; lo importante es que no desaparezca la expertise, esa es la clave: la idea es darle un mejor uso.

–¿Hay situaciones que inevitablemente no se pueden incluir?

–Es parte del viaje, esperemos que no. En muchos países, niños que hasta hace poco no podrían estar incluidos hoy lo están. Hay niños ciegos que podrían no haber estado incluidos y van normalmente a la escuela. Estamos avanzando juntos, creo que es importante haber logrado que estén todos en la misma escuela. Si tuviéramos una grilla más flexible sería mejor.

–La educación inclusiva tiene una presencia más fuerte en primaria, ¿cómo se desarrolla en la enseñanza media y terciaria?

–Esa diferencia golpea a todos los países. Es una paradoja, porque a medida que la gente se hace más vieja, todo debería ser más fácil; sin embargo, por la forma en que organizamos el sistema, las escuelas primarias son más flexibles, la gente está preparada para intentar cosas nuevas. A medida que avanzamos a la secundaria tenemos una separación de materias, docentes trabajando mucho más individualmente con el salón de clase como su guardia privada: eso es algo que tenemos que cambiar.

Algo que hemos estudiado mucho es el resultado de que los estudiantes se ayuden entre sí: aporta mucho a su desarrollo, escuchar sus voces, preguntarles por su consejo, involucrarlos, esa es de las estrategias más poderosas para incluirlos. Niños trabajando con niños.

–¿La UNESCO trabaja teniendo en cuenta la voz de los estudiantes?

–Recientemente publicamos una guía para asegurar inclusión e igualdad en educación. Es un marco para revisar las políticas nacionales. Lo que dice es que todos los chicos importan y que todos importan igual, en la elaboración tuvimos en cuenta sus dichos. Además, estamos en un proyecto por el que las escuelas primarias en cinco países están trabajando en recoger la voz de todos. En experiencias pasadas los chicos llegaron a planear lecciones inclusivas: apenas estamos arañando la superficie de todo lo que pueden ofrecer los estudiantes.

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