El Tribunal Supremo Electoral de Honduras divulgó los resultados finales de las elecciones del domingo 26 de noviembre, según los cuales Juan Orlando Hernández obtuvo 42,98% de los sufragios y el opositor Salvador Nasralla, 41,39%. La oposición denunció un fraude, algo que fue apoyado por algunos mandatarios extranjeros, como Evo Morales, quien criticó al secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, por no pronunciarse. Este se defendió asegurando: “Estoy esperando que Nicolás Maduro confirme su postura. Si continúa secundando la denuncia de Nasralla, yo pasaría a defender los resultados. Pero si cambia de opinión y empieza a defender a Hernández, yo me dedicaría a denunciar el fraude con todas mis fuerzas”.
Varios analistas consideraron que, si bien la situación en Honduras “es complicada”, representa un “importante avance” frente a otros momentos importantes de la historia reciente. Un experto en política latinoamericana de la Universidad de Buenos Aires opinó: “Es altamente positivo que un presidente hondureño se haya impuesto por medio de un fraude electoral y no mediante un golpe de Estado. Obviamente lo ideal sería que el candidato ganador se impusiera mediante elecciones limpias, pero si esto no es posible, es mejor que haya un fraude, porque así por lo menos se mantiene la tradición de hacer elecciones. Si hay un golpe de Estado pueden pasar décadas sin que la gente vote”.
Ayer se conoció otra denuncia de fraude electoral en un país latinoamericano. Sebastián Piñera, ex presidente de Chile y candidato a un nuevo mandato, aseguró que en la primera vuelta de las elecciones en ese país, en las que resultó el candidato más votado, hubo numerosas irregularidades. Desde el entorno de Piñera aseguraron que no se trata de una estrategia para captar votos, sino todo lo contrario. “Lo que él quiere es demostrar que la democracia es un sistema inútil y poco confiable, y es mejor una buena dictadura. Para él, eso es mucho más importante que ganar”, aseguró uno de sus colaboradores.