La escuela 122 de Nuevo París se vistió de gala para recibir a todos los invitados de Enlace360, la actividad de cierre de año de la Red Global de Aprendizajes (RGA), un programa internacional del que Uruguay forma parte junto con otros seis países. Con los estudiantes, los docentes y la familia como protagonistas, durante la tarde del jueves 30 de noviembre se presentó una selección de experiencias innovadoras de aprendizaje con tecnología en centros de todo el país, tanto de Primaria, Secundaria, UTU como del Consejo de Formación en Educación. “Tenemos 400 centros educativos trabajando en la red. Hicimos una selección de experiencias innovadoras en distintas áreas, y todas ellas suponen la aplicación de nuevas pedagogías con tecnologías para el logro de mejores aprendizajes, que es el espíritu y el objetivo de la red”, aseguró a la diaria la coordinadora del programa a nivel nacional, Claudia Brovetto.
La RGA es un movimiento que pregona el nuevo aprendizaje profundo (deep learning, en inglés), que a nivel mundial lidera el canadiense Michael Fullan, mientras que en Uruguay es impulsado por el Plan Ceibal y otros organismos de la educación. También integran la red Australia, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Holanda y Nueva Zelanda. El aprendizaje profundo funciona como marco pedagógico para las escuelas que se unen a la red de forma voluntaria, “tiene algunos principios fundamentales, como el trabajo por competencias y en la integración de los contenidos: no podemos seguir separando matemática, biología, física, español, sino que tenemos que trabajar problemas que pueden ser abordados desde distintas disciplinas”, detalló.
Además de quienes presentaron las experiencias de la red, participaron en la jornada la escritora Ana Solari y el director artístico de la Orquesta Sinfónica del SODRE, Martín García. Simultáneamente se llevaron a cabo talleres abiertos sobre Ceibal en Inglés, Biblioteca Digital y Robótica, en los que participaron estudiantes y algunos familiares que se acercaron.
Como evaluación del año, la coordinadora de la red aclaró que están “muy contentos por los muchos logros; es difícil generar cambios, a veces hay prácticas muy tradicionales, fuertemente arraigadas, pero si tenemos los espacios y las herramientas, se generan experiencias innovadoras de vinculación de los aprendizajes con la vida real, que es la filosofía de la red”. Añadió que la proyección para 2018 es “seguir trabajando con los centros y todos los que quieran incorporarse”. “La RGA ofrece un marco de trabajo. Si quieren trabajar en esta metodología se anotan, participan en trayectos de formación y llevan adelante prácticas usando las herramientas”, explicó.
Volver a empezar
Entre las experiencias compartidas en la jornada se destacó la de Katherine da Silva, una estudiante de 17 años de la UTU de Santa Lucía. Para ella el liceo era aburrido, tuvo un buen año y un par no tan buenos: “Me empezó a aburrir entrar a las clases y ver a los profesores. Todos los días uno distinto y hablando todo el tiempo sobre la materia, 30 alumnos sentados atrás mirándolos, pidiendo: ‘Algo nuevo, nos dormimos, ¡por favor!’”.
Después de abandonar segundo año de ciclo básico, Katherine se inscribió en el programa de Formación Profesional Básica (FPB) de informática de UTU. “Ahí descubrí que no es lo mismo que el liceo. A principio de año se planteaba un proyecto que no sólo nos ayudaba a nosotros, sino también a la comunidad; además, el proyecto motiva a lucharla todo el año para verlo terminado, es una meta, y eso fue un cambio muy grande para mí. Pude terminar el ciclo básico, por fin; descubrí que lo que necesitaba era una motivación”, contó.
La joven explicó todos los proyectos realizados en los tres años de FPB. “En primer año creamos páginas web sobre violencia de género, en las que mostrábamos lo que era y dábamos información para hacer la denuncia y recibir ayuda. En segundo hicimos cortometrajes sobre ciberbullying, en los que muchos adolescente se incorporaron y pudieron saber más sobre el tema. Este año creamos juegos educativos para niños de escuela, fuimos a conocerlos, les preguntamos sus dificultades y creamos videojuegos para que aprendan”.
Ella buscaba destacar ante los oyentes que “lo importante no es la nota” que se obtiene y que un mejor aprendizaje es posible si los docentes empiezan a basarse “en las fortalezas de los estudiantes”, ya que “eso es mucho mejor para aprender”.
Desde la escuela
Este año, la RGA propuso a las instituciones que la integran trabajar con cuatro “desafíos profundos”: “educando emociones”, “educa red”, “especies en peligro de extinción”, y “vida saludable”. Para hablar sobre los trabajos tomaron la palabra representantes de las escuelas 64 de Florida, 25 de San Carlos y 226 de Montevideo.
La maestra de apoyo Ceibal de la escuela de Florida comentó que el de este año fue “un ensayo de autonomía”, en primer lugar porque esta escuela propuso a la red trabajar en torno a las emociones. Por otra parte, también lo fue porque “los niños eligieron lo que iban a aprender”. “No importaba quién había presentado los desafíos: ellos seleccionaron. Los estudiantes de primer ciclo tomaron las emociones y los de segundo trabajaron con las de especies en peligro de extinción”, agregó. También fue un ensayo de autonomía trabajar con las alumnas de tercer y cuarto año de Magisterio, a quienes debieron incorporar en la “doble agenda de trabajo de conceptos y competencias”.
Viviana Alpuín fue practicante este año en la escuela 64. Dijo que trabajar en la red “fue una experiencia diferente de las anteriores”, en la que tuvieron que adaptarse desde los contenidos a los desafíos que habían elegido los propios niños. Según la futura maestra, “ese cambio de liderazgo que se plantea desde la red fue un desafío, porque se trata de algo nuevo”.
La escuela 25 se incorporó este año a la RGA. La directora, Adriana Rodríguez, sostuvo que “fue un desafío lograr que el plantel docente entendiera que estas nuevas pedagogías, el aprendizaje profundo y el uso de las tecnologías forman parte de cada niño con el que vamos a trabajar y que deberán formar parte de cada actividad de la clase, porque hacen más atractivo el trabajo para el niño”. Según Rodríguez, “los docentes debemos apuntar a la educación emocional, a las inteligencias múltiples, porque si un alumno se siente querido e incluido se logra que la escuela mejore”.
Diego llegó a Montevideo desde San Carlos, en representación de toda su clase de sexto año, y explicó que decidieron trabajar con el desafío Educa Red: “Estamos viendo las ventajas y desventajas de las redes sociales. Trabajamos con los niños de otras escuelas con videollamadas, explicándoles en qué se basaba nuestro proyecto de hacer un video”.
La escuela 226 es parte de la red desde hace cuatro años, y esta vez decidió trabajar en el desafío de las emociones. “Vimos las necesidades de trabajar las emociones para que los niños puedan aprender a convivir con ellas. Nuestros niños se enojaban, se frustraban, y como eje nos marcamos trabajar en eso mediante diferentes estrategias”, comentó la maestra Susana Martínez. Erica, de seis años, era la representante de la escuela y detalló: “Hicimos muchos trabajos, muchas cosas con las emociones, porque había muchos niños que se frustraban. Trabajamos con la furia, la calma, la alegría, el miedo y el amor. También hicimos un emocionómetro, en el que están todos los nombres de mis compañeros: poníamos el palillo en la emoción que teníamos cuando llegábamos y cuando nos íbamos”, dijo mientras mostraba el plato rojo que representaba el amor.