Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La situación de nuestro país en la emergencia sanitaria ha sido hasta ahora manejable, y es delicado tomar decisiones sobre la reanudación gradual de actividades, que en algunos países se ha dado en llamar (vaya uno a saber por qué) “desescalada”. Sobre todo porque, mientras las autoridades intentan controlar el brote en Rivera, llegan noticias alarmantes desde Chile, donde obviamente se cometieron graves errores, tanto al establecer las primeras medidas sanitarias como al aflojarlas.
Aunque el caso de Uruguay es bien distinto, surgen dudas y temores, por ejemplo, acerca de la reapertura de centros educativos que será dentro de cuatro días. Aún no se han definido protocolos básicos, como los referidos al distanciamiento físico entre alumnos, y parece muy claro que la partida de 2.000 pesos por escuela para gastos de higiene es insuficiente, como señala la Federación Uruguaya de Magisterio. En cuanto a otras definiciones pendientes, y sin ánimo de ofender los sentimientos patrióticos, da la impresión de que prescindir de los actos de promesa y jura de la bandera el 19 de junio no causaría ningún daño irreparable.
También parece discutible la decisión adoptada por la Mesa Representativa Nacional Ampliada del PIT-CNT, que convocó a una concentración frente al Palacio Legislativo para el jueves 4 de junio, con motivo de la votación en el Senado del proyecto de ley de urgente consideración. Es legítimo que la central sindical se manifieste contra esa iniciativa del Poder Ejecutivo, y en defensa de la salud, el trabajo y la renta básica de transición en la emergencia, pero la naturaleza de una concentración es, justamente, concentrarse, y esto no condice mucho con el criterio de evitar aglomeraciones para evitar contagios.
Además, en las actuales circunstancias la propia realización de un paro abre interrogantes, en un contexto con muchas actividades laborales reducidas y un porcentaje considerable que se desarrolla sin asistencia a los lugares de trabajo. Sobre esto último, ya que estamos, es importante considerar qué normas legales conviene establecer en la materia, dado que esta práctica probablemente quede, luego de la crisis, más extendida que antes.
Por último, no es un tema nada menor que la Intendencia de Montevideo se proponga habilitar la reapertura de bares con espectáculos en pequeña escala, para lo cual propone una serie de exigencias sanitarias que requieren la aprobación del Poder Ejecutivo. Es muy cierto que tanto los establecimientos de ese sector de actividad como los artistas han sufrido duras consecuencias de la emergencia sanitaria, y que los ingresos de muchas personas dependen de esto, pero también resulta evidente que en muchos de los lugares donde se llevan a cabo esos espectáculos no había, antes de la crisis, condiciones mínimamente adecuadas para el distanciamiento físico, y parece muy poco probable que haya recursos para establecerlas ahora.
Además, quien haya pasado cerca de algunos de los bares que ya reabrieron habrá podido ver que, como era previsible, se dan situaciones muy poco aconsejables para la salud de los parroquianos.
Hasta mañana.