Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Se afirma que el movimiento sindical está empeñado en desestabilizar al gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou mediante la promoción de una conflictividad irresponsable, y que esto se ha exacerbado durante los últimos meses, en el marco de la campaña por la anulación, en referéndum, de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración. En la misma línea, se interpreta la elección de autoridades en el reciente Congreso del PIT-CNT como un triunfo de los “radicales” que impulsan esa estrategia.
Sin embargo, resulta que el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, cuyas tareas incluyen por supuesto el manejo de los datos sobre conflictividad sindical, comentó a la diaria que no hay nada parecido a una “explosión” en esta materia. Se basó para ello en indicadores nada sospechosos de sesgo proizquierdista que elabora la Universidad Católica.
Mieres enfatizó que considera necesario “dejar de lado teorías conspirativas”, ya que la realidad actual, después de un esperable período con menos conflictos en el marco de la emergencia sanitaria, es semejante a la de años anteriores a la pandemia y forma “parte del paisaje normal de la vida democrática”.
Cabe añadir que, en el contexto actual de descenso del salario real (que continuará este año para sectores muy afectados por la crisis) y con notorios problemas de empleo, lo llamativo es que los conflictos no estén por encima de lo habitual en años anteriores. Sobre esto puede haber y hay valoraciones muy distintas, pero en todo caso parece claro que no existe una decisión sindical de multiplicarlos.
El ministro alegó que también hay teorías conspirativas en el seno del movimiento sindical y del Frente Amplio, con un relato que acusa al actual gobierno nacional, en forma “injusta”, de neoliberal, privatizador y promotor de retrocesos en materia de derechos.
En este terreno, Mieres no puede manejar indicadores de contundencia similar al de la Universidad Católica sobre conflictividad, pero es útil tener en cuenta que, al hablar de las perspectivas para el salario real, dijo que el compromiso del Poder Ejecutivo es llegar a 2024, último año del mandato, con los niveles previos a la emergencia sanitaria, lo cual no significaría “recuperar” lo que se perdió, sino apenas ponerle fin a cinco años de retroceso.
A su vez, el sindicalista José Lorenzo López, recién elegido para la vicepresidencia del PIT-CNT, opinó que el movimiento sindical no ha tenido “problemas de diálogo con el gobierno”, pero que los resultados de la negociación en los Consejos de Salarios están por debajo de lo deseable y posible, y expresó su esperanza de que “para encontrar caminos de entendimiento” no sea necesario “salir a las calles”. No son, por cierto, las palabras que se podrían esperar de un dirigente decidido a incendiar la pradera.
Por su parte, Mieres no prevé que haya grandes cambios de la relación con el PIT-CNT (que en su opinión es de diálogo “fluido” e incluso “cordial”) debido a la elección de Marcelo Abdala como presidente. Es poco probable que todo lo antedicho les importe a quienes buscan aumentar la crispación, pero debería ser valorado por el resto, muy mayoritario, de la sociedad.
Hasta mañana.